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Nueva fiesta española en París

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Nadal y Ferrer, tras superar a Djokovic y Tsonga, protagonizarán la cuarta final española en París, donde la Armada firmará el domingo el decimosexto título y el duodécimo en las últimas veinte ediciones.

La primera la disputaron en 1994 Sergi Bruguera y Alberto Berasategui, con victoria del catalán en cuatro sets: 6-3, 7-5, 2-6 y 6-1. Un triunfo con el que revalidaba el título cosechado el año anterior frente al norteamericano Jim Courier. En la segunda, celebrada cuatro años después (1998), un impecable Álex Corretja saltó la red para abrazar y felicitar al campeón. Carlos Moyà se impuso en tres sets, por 6-3, 7-5 y 6-3. Eso sí, el barcelonés le devolvió la moneda en la final del Masters. Y en 2002 Albert Costa sorprendió contra pronóstico a Juan Carlos Ferrero: 6-1, 6-0, 4-6 y 6-3. El ‘mosquito’ tuvo que esperar un año más para hacer realidad su sueño frente al difícilmente catalogable holandés Martin Verkerk.

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En la final adelantada, Rafa Nadal vengó frente al número uno la última derrota encajada en Montecarlo. El duelo no defraudó y estuvo a la altura del considerado nuevo clásico del tenis mundial. Hubo intensidad y buen tenis, alternativas en el marcador y pelea hasta el último suspiro. Tal y como se esperaba de dos raquetas de semejante talla. Acto seguido Ferrer dio buena cuenta del ídolo local, por 6-1, 7-6 y 6-2. Tsonga es bastante menos temible sobre tierra y Ferrer ha alcanzado una fiabilidad sólo comparable a la de los miembros del G-4.

El ‘primero de la otra Liga’ ha alcanzado su primera final de un Grand Slam con 31 años. A Ferrer siempre le ha tocado bailar con las más feas. Comparte generación con el plusmarquista Federer, su bestia negra, y más tarde ha padecido también a una de las generaciones más brillantes de la historia, liderada por Nadal, Djokovic y Murray. Barreras casi infranqueables, incluso para un irreductible gladiador como él, que sin embargo también han sido un acicate para su ininterrumpido crecimiento como tenista. Ése es su título más importante.

Porque pese a que en Deporte dos más dos no siempre son cuatro, no doy ninguna opción de victoria a Ferrer, la verdad. Las razones ya las he expuesto numerosas veces. Nadal y Ferrer tienen un patrón de juego similar, pero el mallorquín supera al alicantino en todas las facetas y aspectos del juego. Defiende mejor, ataca mejor y tiene golpes mucho más definitivos. Es más potente, más alto, gestiona mejor la presión, está más acostumbrado a las alturas y es zurdo. En resumen, uno es una especie de versión mejorada del otro, lo que anula casi por completo el factor sorpresa. Sus escasas opciones pasan por no permitir que Nadal toque dos veces seguidas la bola con su drive. Pero con la movilidad del heptacampeón, y jugándose al mejor de cinco sets, eso me parece misión imposible.