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Un mundo sin Urlacher

Mario Peña

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Lo primero de todo es confesar que no suelo seguir el football a estas alturas de año porque estoy más pendiente de mi otra gran pasión americana, que es la NBA. Por eso, cuando Mariano Tovar se acercó hasta mi puesto y me dijo: "¿te has enterado de lo de Urlacher?" me cayó como un auténtico jarro de agua fría.

Bueno, a estas alturas supongo que algunos os estaréis preguntando "¿quién narices es éste y qué hace escribiendo aquí?" Pues soy uno de tantos fanáticos de este deporte y tengo la fortuna de compartir un puesto entre los quiniliestas de este blog, de momento con resultados bastante aceptables, aunque reconozco que mi saber dista mucho del de mis amigos Mariano Tovar o Dani Hidalgo.

Y soy un gran fan de los Chicago Bears, razón por la cual Mariano me propuso escribir sobre la retirada del 54 y razón por la cual no he podido negarme a hacerlo. Porque desde que volví a engancharme a este deporte, hará una decada aproximadamente, ya estaba el gran Brian comandando, y de qué forma, la defensa de mis adorados chicos de azul marino. Hasta el punto de encargarse, la temporada siguiente a ser nombrado mejor defensor de la liga, de llevar a los Bears a su segunda SuperBowl en 2006, que triste y justamente perdieron contra los Colts de un tal Peyton Manning. Porque Chicago llegó a esa SuperBowl a lomos de su defensa, en cuyo eje central estaba el enorme 54. Y porque llegar a disputar una SuperBowl con Rex Grossman de quarterback titular tiene muchísimo mérito, para mí, casi más que ganar los premios de Mejor Defensor Rookie (en 2000) y Mejor Defensor del Año (en 2005), casi más que el haber disputado ocho veces la Pro Bowl, casi más que el haber hecho 1.353 tackles, record de una franquicia tan longeva y laureada como la de Chicago. Algún día le pediré a Mariano que me deje escribir un artículo sobre Rex Grossman, aunque sería todo lo contrario a éste... Porque un anillo de campeón es lo único que le ha faltado en su currículum.

En fin, que se retira uno de los mejores linebackers que ha pisado un campo de la NFL y se lleva con él un trocito de mi corazón 'footballero'. En septiembre, cuando regrese esta locura de cascos chocando, melones volando, blitzes, play-actions y pañuelos amarillos, volveré a ver a mis Bears y seguramente busque la zamarra número 54 comandando la zaga. Y entonces me daré cuenta de que el bueno de Brian estará, como yo, viendo el partido.