Nadal se reconcilia con Madrid
En su quinta final en el Madrid Open, donde ya suma tres títulos (2005: pista dura y cubierta; 2010 y 2013 sobre tierra batida), Nadal no dio opción alguna al suizo Stanislas Wawrinka en la final: 6-2, 6-4 en hora y cuarto. Su fórmula anti-reveses a una mano (bolas muy altas, liftadas y anguladas para cerrar con la derecha) no ha perdido un gramo de eficacia.
Nadal es y será por siempre favorito cada vez que dispute un partido en una cancha de arcilla. A ningún jugador le corre más la bola sobre el manto ocre. Con o sin altura. Ningún otro empequeñece el campo a su rival de esa manera. Si en una pista dura a veces resulta casi imposible verle encajar un golpe ganador, sobre tierra batida lograrlo es casi una hazaña. Hace falta una técnica, una precisión, una combinación de potencia-resistencia y una templanza prodigiosas. Y aún así no se está libre de recibir passing shots inverosímiles para regocizo y exclamaciones incrédulas del respetable.
Nunca un tipo de su altura y complexión se movió mejor sobre una pista de tenis. Ni tampoco se había visto jamás mejor estratega. Cualidades que explican sus cuarenta títulos (sobre un total de 55) sobre tierra en ocho temporadas y media (y habría que descontar las lesiones). Las machadas que en su día consiguieron Thomas Muster (40) o Guillermo Vilas (46) son un juego de niños comparadas a la eficacia y voracidad del zurdo de oro español. Testimonio de ello son sus 8 triunfos en Montecarlo y Barcelona, los 7 en Roland Garros y los 6 en Roma. Parece imposible que estas cifras no vayan a incrementarse de forma notable antes de su retirada. Este próximo mes, sin ir más lejos.
Nadal ha vuelto como un cohete, con cinco títulos (Sao Paulo, Acapulco, Indian Wells, Barcelona y Madrid) en siete finales. Y con dos de ellos ha aumentado su ventaja en la clasificación de ganadores de torneos Masters 1000. Con el de hoy ya suma veintitrés. Pero lo mejor de su triunfo, y de su actuación en la capital, ha sido su reconciliación con un torneo con el que ha sido muy crítico. No sin razón muchas veces. Quién sabe si también con su propietario y organizador. El Madrid Open no puede tener mejor campeón, ni la candidatura olímpica 2020 mejor embajador.