Nadal, el otro Conde de Godó
Nadal no afloja y le siguen saliendo las cuentas. En el RCT Barcelona, su club, sumó su octavo título consecutivo tras superar a Nico Almagro por 6-4 y 6-3. Es su cuarta victoria del año en seis finales tras la vuelta de su largo periodo de inactividad por lesión. Sólo Zeballos en Viña del Mar y Djokovic en Montecarlo le han podido batir en lo que va de 2013 ¿Quién dijo que no volvería a ser el mismo? Quienes lo dieron por amortizado ignoraron su inteligencia sobre una pista de tenis y su inagotable competitividad. Un ejemplo para nuestra maltrecha economía. Trabajar duro y mejorarse cada día es la única gran fórmula del éxito con mayúsculas. El recordman absoluto del deporte español luce ya 54 títulos en su palmarés, 39 de ellos sobre la superficie que le convirtió en leyenda.
Al balear cada uno de los calvarios sufridos en su carrera profesional le han hecho mejor, más fuerte. Ya le ocurrió con su problema en el pie y sus primeras tendinitis de rodilla. Hay tenistas con más facilidad, incluso con más genialidad que él. Pero no los hay más fiables. Ni más listos. Ni más consistentes. Nadal no entiende de días malos o buenos. Sólo distingue las líneas que delimitan la cancha, la red que le separa de su oponente y la victoria. Sin excusas. Cualquiera que haya jugado al tenis sabe lo cómodo y habitual que es encontrar excusas. La raqueta, el viento, la pista... Y lo difícil que es mantener un gran nivel de juego a lo largo del tiempo. Esa capacidad es la que separa a los muy buenos de los campeones. Extraterrestres capaces de ganar lejos de su mejor nivel.
Nadal dio buena muestra de ello ante Almagro, su gran rival generacional. El primero es un campeonísimo, el segundo un excelente jugador de tenis. Por eso el murciano nunca ha conseguido imponerse al balear en las diez ocasiones que se han medido en el circuito. Y por eso esa cuenta pendiente se extiende también a sus enfrentamientos con tenistas top ten. Pocos golpean con la dureza y la precisión del murciano por ambos lados. Y tampoco muchos cuentan con su servicio. En las últimas temporadas ha mejorado la movilidad... Pero sigue sin ser suficiente ante el gigante de Manacor, implacable con los despistes y altibajos de juego. Que le pregunten a Federer...
Almagro desplegó un tenis intachable en los tres primeros juegos de la final, en los que rompió dos veces el servicio de Nadal. Valiente, profundo, potente y buscando ganadores cada vez que ponía los pies dentro de la pista. Pero Nadal, al que ayudó la lluvia haciendo la pista más lenta y las bolas más pesadas, supo cambiar de tercio. Se atrincheró en el fondo, incrementó la altura y el peso de sus tiros y se fue llevando el duelo a su terreno. Un solo contrabreak le bastó para empezar a minar la moral de Almagro. Ventajas de tener la medida cogida a un rival... Aunque Nico estiró el pulso hasta el 4-4 volvió a dudar en el momento decisivo: 6-4 para Nadal. Una vez por delante en el marcador, Nadal se supo vencedor y Nico comenzó a conformarse con su primera final en el Godó tras las semifinales malogradas ante Ferrer y el propio Nadal: 6-3.
La otra gran evidencia del partido se vio en la entrega de premios. Almagro y Albert Costa no pudieron disimular su mala relación, que procede de la época en la que el murciano era el quinto hombre del equipo, se sintió ninguneado y abandonó la concentración. El excapitán de la Davis (ahora director del torneo) y el finalista hicieron por no cruzarse la mirada. Mientras Nico se dirigía al público y agradecía el esfuerzo de los organizadores y patrocinadores, Albert comentaba el partido con Nadal. Y cuando agarró el micrófono Rafa, que tuvo unas palabras especiales para Costa, la distancia se hizo aún más evidente. Aquella herida sigue sin cicatrizar.
PD: Celebramos el regreso de Guillermo García López, finalista en Bucarest ante Rosol. Y le deseamos todo lo mejor a Ivo Karlovic. Una rara avis del mundo del tenis que ayer sufrió un derrame cerebral en Miami.