De aquellos cinco delanteros a estos cuatro porteros
La última semana, con motivo de un texto sobre el regreso de Tito, recibí un comentario de un lector -de cuyo nombre no quiero acordarme- que ha sido decisivo para este nuevo artículo. De todo, incluso de lo peor, se puede aprender. Amparado en el anonimato, y sin entender que aquí caben las críticas de toda índole pero educadas, faltó al respeto sin reparos. Puede que fuera un simple piquete. Un buen hombre con un mal día. O un pesimista con ánimo de contagiar. Lo que parece seguro es que quizás lo hizo llevado por la moda de que todos los periodistas somos poco más que escoria, que en AS todo el que escribe es anticulé y que al hablar sobre Mourinho debes pertenecer a una de las dos Españas; la que le adora haga lo que haga o la que le critica gane lo que gane. Sin término medio. Para rematar su breve alegato censurado por el moderador regaló un “das pena”. Sobre todo porque, según él, quería encontrar aquí “temas referentes a tácticas y estrategias” y no historias varias. No lo recalco porque sea sensible. Es que pensó herirme y no hizo más que ayudar. Me dio el empujón definitivo para desempolvar esta temática. Los entrenadores han demostrado a lo largo de la historia que el fútbol no se cansa de cambiar a la vez que no deja de retroceder. De cinco delanteros a cinco defensas, o con la segunda vida al falso ‘9’. Y también, que cualquier planteamiento es válido para ganar. Barça y Selección. Madrid e Italia.
Uno asimila que, entre otras muchas cosas, la gran clasificación mundial entre técnicos podría ser aquella que enfrente a los atrevidos con los conservadores. Es sobre la que más debatimos. No es una dualidad de ahora. Desde que en el Mundial de Uruguay de 1930 la constante táctica fuera el ‘Método’ o 2-3-5, planteado por los primeros gurús ingleses como Míster Pentland, siempre hubo algún entrenador que aparecía con el freno de mano echado para avivar los duelos entre estilos. Así que pronto, como contraposición, algunos equipos retrasaron los dos extremos para arropar el medio. Era un fútbol arcaico y nada profesional. Pero siempre ocurría lo mismo. Llegaba un innovador y, pronto, el consecuente reaccionario. Si Herbert Champman (Arsenal) revolucionaba el panorama con la W-M, importada a España por Benito Díaz en la Real o Daucik en el Barça y el Athletic, la selección suiza se presentaba en el Mundial del 38 con el dibujo de moda bastante retocado. Con un extremo menos y un defensa (libre) más. El llamado cerrojo. O, más llamativo aún, Pozzo en Italia ordenaba a Monti que siguiera a la figura rival como “un perro de presa”. El tan usado marcaje al hombre.
En el nuevo siglo, quizás lo más fascinante que han visto los románticos sea cómo el Barça o la Selección han dominado sin la necesidad de jugar con delantero centro y con una colección de bajitos. O, para los más prácticos, cómo otras versiones más directas como las de Mou (ojo, en Portugal, Inglaterra, Italia y España) han sido igual de exitosas a pesar de que Pepe haga de mediocentro. A vuela pluma, la defensa de cuatro parece innegociable. Cinco atrás sólo se ve en situaciones angustiosas. Y la muralla al más puro estilo balonmanístico cuando el equipo en cuestión pisa el Camp Nou cargado de complejos. En el medio, los dos pivotes se imponen por norma general. Y el resto tiende más a alinearse como tres mediapuntas por detrás de un ariete en detrimento del 4-4-2. Ese dibujo, con dos delanteros, es el otro cambio del siglo XXI que más se echa de menos. Porque este deporte, ya lo dije, no deja de sorprender. Dos experiencias me lo recuerdan miles de veces. Puede que de pronto, como ya pasó, un día llegue alguien como Vanderlei Luxemburgo e intente rescatar el ‘cuadrado mágico’, el ‘rombo girado’ y medite poner pinganillos a los jugadores. O, como hizo un entrenador mío en su obsesión por dejar su sello, que al dar la alineación y explicar un 4-2-2-2 (?) se puso a dar los nombres de los elegidos y se armó tal lío que salimos doce a calentar.
No todo está inventado. Así que estén atentos a su alrededor y no crean que ya lo han visto todo. Uno: No pierdan detalle desde hoy mismo. Por si Mou, que ha llevado a Estambul a cuatro porteros, nos asombra ante el Galatasaray y justifica tal derroche poniendo a dos tíos bajo palos para conservar la renta. Los inventos nunca se avisan con antelación. Y dos: Por si el lector maleducado de hace siete días entra de nuevo por aquí y -entre insultos, claro- nos propone otro tema a tratar. Ahora mismo me he quedado en blanco.