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Ginés Meléndez, el mejor copiloto para Benzema

Mr. Pentland

Míster Pentland fue justo lo que la mayoría llevamos dentro: un entrenador. El precursor y más innovador. Este rincón tratará de su gremio. De los inicios, las trayectorias y las anécdotas de sus sucesores. Modestos y profesionales. Españoles y foráneos. De club o seleccionadores. Bienvenido. Pase y tome asiento.

Autor: Alfredo Matilla

Ginés Meléndez, el mejor copiloto para Benzema

Lo temía. El pueblo ya se ha hartado. La indignación nacional hace que ya nada se pase por alto y que las risas se conviertan en garras. Las crisis debilitan el ánimo y modelan el humor. Un regateador de leyes, en otra época, podía protagonizar una anécdota a la que se le sacaban más chistes que pegas. El Dioni hasta fue actor. Ahora, con tanta competencia en el arte de infringir, corren tiempos difíciles para airear malas conductas. Sobre todo si se originan desde la clase privilegiada que emana del deporte. Modelo de muchos, espejo de todos. El personal se ha indignado al ver cómo, en cuestión de semanas, el Madrid hace carreras de coches por la M-40, Benzema esprinta mucho más con su Audi que dentro del área, Piqué va de copiloto con su bebé en brazos, Casillas maniobra con una mano escayolada, o Marcelo y Tévez conducen sin puntos. Normal este mosqueo. Pero no crean que es algo nuevo esto de que los deportistas, cúspide de esta pirámide de clases, circulen a doscientos o piloten una máquina sin permiso con el reguero de muertes que llevamos a cuestas por estas salvajadas. La diferencia es que la paciencia se nos ha agotado al ver cómo las leyes se aplican en función del acusado. Por eso surgen las preguntas más comunes: ¿Por qué a esta gente no les sancionan casi nunca y al resto casi siempre? ¿Por qué y quiénes les tapan en vez de castigarles? A mí se me ocurren otras: ¿Qué se creen? ¿Por qué lo hacen? Y, sobre todo: ¿quiénes les aconsejan?


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Es cierto que la mayoría de equipos tienen su código interno de conducta. Con un régimen sencillo: quien se salte las reglas, paga. El problema es que al dirigir la amenaza a gente adulta a la que el dinero jamás le falta, lo único que se consigue, normalmente, es una buena cena de Navidad con las multas acumuladas. La solución apunta a otro camino. Y a algunos clubes se les escapa. La educación es la madre de todo. El trabajo con la cantera es clave para instruir y sembrar, con el objetivo de luego recoger. Cualquier divo antes fue un niño. Hay quien recorrió este duro sendero de inculcar y se cansó de invertir en un plan a tan largo plazo. Otros, jamás lo intentaron. Pero alguno, por suerte, sigue firme en sus convicciones. Nuestra Selección es el ejemplo. Y Ginés Meléndez el mejor de los maestros. Habrán visto cientos de veces a este albaceteño de 62 años. Sí, al que acusaron de facha por quitar una bandera de Asturias a Muñiz en una celebración sin saber que fue de los concejales más democráticos que ha habido (fue en una lista independiente al PSOE). Ha dirigido a numerosos campeones horneados en la base. Pero, sobre todo, a muchos de ellos los ha instruido. Doy fe. Conozco bien una obra que hoy sigue engordando tras ser nombrado, entre otras cosas, coordinador de las categorías inferiores de España hasta la Sub-21, ‘Formador de formadores UEFA’ y ‘Formador de Jóvenes Jugadores’.

Ginés fue el director de la cantera del Albacete Balompié durante 18 años. Su escuela era referencia nacional en el fútbol juvenil y, entre medias, le tocó hacer de interino en el primer equipo entre la sorprendente marcha de Luis Suárez en la primera jornada de la temporada 93-94 hasta el regreso urgente de Benito Floro. Cuatro años después se fijó en mí, así que con 15 años me reclutó en una Residencia enfrente del Carlos Belmonte junto a más chavales venidos de todo el país. Siempre con la promesa de que estudiar era tan importante como imitar a Zalazar. No dudé, ni mis padres. Llegué y lo comprobé. Allí era dogma de fe la labor que había realizado con Fernando Morientes. Ginés llegó a prohibir a nuestro ídolo hasta montar en bicicleta. El delantero, luego estrella y gran campeón en el Real Madrid, tenía censurado de inicio conducir coche, sacarse el carnet y gastarse sus primeros ahorros en lujos de ese tipo. No podía llevar moto ni tan siguiera ir de paquete. El mazazo del accidente mortal de Rommel Fernández seguía tristemente latente. Estudiar, cuidar la alimentación y entrenar eran sus únicas labores. Sabedor de que los grandes irían a por él, quería alejarle de la vida fácil, de las tentaciones de las que ya tendría tiempo de disfrutar, de mantener su mente limpia y su humildad, perenne. Y lo logró. La forma de educar de Ginés fue por la misma vía para el resto. Con aquellos que iban para internacionales y con esos otros que pronto se quedarían por el camino. Veía las notas, se preocupaba por los motivos extradeportivos, siempre vigilaba y a menudo informaba. Un segundo padre. Hasta que su función se difuminó.

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Por las divergencias que siempre surgen en cualquier entidad, Ginés comenzó a alejarse del Albacete; donde fue ayudante, preparador físico y acababa de salvar al equipo del descenso a 2ºB haciendo de nuevo de apagafuegos. Aún seguía por la recién estrenada Ciudad Deportiva, y uno le veía con su halo y su grandeza, pero parecía que ya no mandaba. El primer equipo comenzó a gobernarse con desprecio a la cantera y fichando por catálogo. La base temblaba. Y él echaba chispas. Su legado se empañaba poco a poco y, por eso, al menos me pareció a mí, acabó por salir de la forma más caballerosa posible. Desde entonces, los canteranos no veían salida posible a su talento ni, peor aún, tenían un guía que les orientase. No había dinero para mantener al tutor que nos custodiaba a diario, pero sí existía para realizar contrataciones tan absurdas como millonarias. A partir de ahí, salvo excepciones, se desmoronó un club ejemplar. Hubo proyectos más o menos acertados. Hasta se regresó a Primera. Pero nunca hubo uno sólido. De hecho, gran parte de la cantera se vendió más tarde al Villarreal. Donde había promesas por pulir se generaron varios adolescentes sin horizonte.

El proyecto educador de Ginés se desmoronaba. Sólo dos o tres íbamos a clase. En Selectividad ya no vi a nadie. Así que, cosas de la edad, el ‘cuartel’ se fue convirtiendo en un local con los peores vicios, los humos más nocivos y las peores visitas para progresar. Los mejor parados (sí, mamá) sólo nos atrevimos con conocer el vodka y con hacer valer alguna vez la inútil atracción que brota por llevar un escudo serigrafiado en el pecho. Menos mal. Más de uno pagó los excesos que dan confundir la libertad con el libertinaje. Algunos, cómo no, compraron coches y sufrieron sustos de muerte. Al poco tiempo, los dueños de la Residencia nos echaron. No quisieron renovar el convenio de colaboración. Estaban hartos. En el ‘insti’ pidieron al club que matricularan a sus jugadores en otro centro. Penoso. Había muy buena gente. Pero varios, crecían demasiado solos. De aquella camada, únicamente Pablo Ibáñez, ex del Atlético, logró vivir del fútbol tras gozar de una oportunidad que llegó casi más por casualidad.

Con Ginés, o sin él, no hubiera sido profesional. Creo. Me faltaba mala hostia. Pero al menos salí de aquella mili queriendo juntar letras y sin lagunas que ahora me ahoguen. Al llegar a Madrid me preocupé por saber dónde estaba aquel maestro. Quería confirmar si seguía siendo el mismo o la fama también le había devorado. Di con él, ya en AS, gracias a los internacionales del Castilla, que en la Selección estaban bajo su cobijo. Mata, Bueno, Granero, Valero y tantos otros ya eran famosos y adinerados, pero confirmaban lo que yo ya había conocido. Impresionaba ver cómo en cada concentración de larga duración, Ginés les daba clases de matemáticas o lengua, les repartía lecturas para amenizar los tiempos muertos y hasta les pedía que estudiaran inglés. Volver a saber de su estilo didáctico era tranquilizador. Seguía formando profesionales, pero sobre todo personas que eran y son el ejemplo de tantos niños. Hoy, todo se mueve y todo cambia en la Selección, pero Ginés siempre se mantiene porque su figura es imprescindible. Y tanto. Con más formadores así, uno podría dejar a un hijo que intente cumplir su sueño sin que un día le devuelvan a un piltrafa. Con más gente así, los clubes saldrían menos veces en las páginas de sucesos. Con profesores de este tipo, uno podría ir por la M-40 sin que la vida peligrara.

6 Comentarios

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jazz baker

Muy buen texto. Pero quisiera dejarte un apunte. En un equipo que quiera ser campeón es necesario que existan dos o tres jugadores que no hayan leído nunca. De lo contrario, jamás meterían la cabeza o la pierna como lo hacen, pues conocerían las consecuencias. Mejor darles videojuegos y Gran Hermano. Eso sí, bien lejos de un volante y de una copa y sus hielos on the rock.

03/12/2013 10:57:44 AM

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Chema

Jazz Baker menuda tontería acabas de escribir. Un jugador no mete la pierna porque sabe las consecuencias por lee, un jugador mete la pierna por caracter, orgullo y otras muchas cosas.

03/12/2013 11:05:12 AM

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Mar

Benzema se irá final de temporada: http://xurl.es/us5wk

03/12/2013 12:39:22 PM

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Francisco de Marcos Lozano

Gines un Gran Profesor y un Gran Entrenador

03/12/2013 02:10:47 PM

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figaro

Pirri es doctor, Pablo Alfaro hizo medicina,Fernando Redondo tiene económicas....En fin, ahi lo dejo.....¿Qué tiene que ver estudiar con meter la pierna?....

03/12/2013 02:11:19 PM

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David

Gran artículo, realmente en las categorías inferiores se les debería dar más importancia a la educación y no solo a la formación reglada sino a otros aspectos intangibles como los que relatas. Pero los vicios que comentas del Albacete ya están muy arraigados en muchos equipos de primera, y a partir de ahora vendrán las deudas de todos los excesos cometidos. Quizás así se vuelva a mirar hacia la cantera como salvación de muchos equipos y así muchos chavales más puedan cumplir su sueño, pero esto es más un deseo que una realidad... Grande Ginés, ojalá muchos más te imiten y nos ayuden a crear ídolos que puedan servir como espejo en lo que la chiquillería puedan mirarse sin temor.

03/12/2013 06:47:12 PM