Nadal: el regreso más esperado
El de ayer fue un gran día: Rafa Nadal está de vuelta. En Viña del Mar y junto a su amigo 'Pico' Mónaco volvió a disputar un partido de tenis (6-3, 6-2 a Cermak-Dlouhy) siete meses después de su inesperada derrota en Wimbledon ante Rosol. Y el de hoy lo será más. El zurdo de oro debuta en el cuadro individual frente a Delbonis (22:00 horas), primera gran prueba de fuego para sus maltrechas rodillas.
Nadal ha pasado 221 días de calvario, de incertidumbre, de frustración… Un tiempo similar al de sus tres lesiones en el pie juntas (la fractura por estrés en el pie izquierdo de 2004 y los dos procesos de inflamación de 2005 y 2006). Y para un competidor como él, vivir alejado de las pistas y los torneos es el peor castigo posible.
El mallorquín se quedó sin los Juegos de Londres para los que había sido elegido abanderado de la expedición española, después sin la temporada americana de pista dura (incluido el US Open), la gira asiática, París-Bercy, la semifinal y la final de la Copa Davis en Praga… Hasta el Abierto de Australia 2013 después de que un pequeño imprevisto retrasara los plazos por enésima vez. Su periodo de inactividad ha sido para sus aficionados como un parto. Para este blog… una travesía por el desierto.
Así que el tenis está de enhorabuena. La figura de Nadal trasciende lo estrictamente tenístico. Es mucho más que sus cincuenta títulos ATP, sus once de Grand Slam, su oro olímpico en Pekín y su inmensa colección de récords. Es un icono mundial reconocido en todo el planeta, un ejemplo de trabajo y sacrificio, que gracias a su rivalidad excelsa con Federer ha llevado al tenis a unas cotas de popularidad jamás alcanzadas. Los 350 periodistas que fueron testigos de su retorno son prueba de ello. Aunque los dolores aún persisten, hay motivos para celebrar su vuelta.