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Niners 45-Packers 31

Kapernick les roba a los Packers hasta los calzoncillos

Mariano Tovar

Hasta hace muy poco tiempo, las fiestas de los pueblos estaban plagadas de tahúres. Caraduras profesionales cuyo instrumento de trabajo era una simple caja, tres medias cáscaras de nuez y un pequeño garbancito. Una procesión de ingenuos hacían cola para adivinar bajo qué cáscara se escondía la semilla. El timador y sus secuaces le hacían levantar la vista para en un movimiento rápido esconder la legumbre y hacerse con el dinero del primo de turno.

En la fiesta de la Bahía el tonto fueron los Packers, el tahúr Colin Kaepernick y sus cómplices Frank Gore, Michael Crabtree y el resto de los Niners. El garbanzo era el balón y la caja de cartón un emparrillado en el que contemplamos como los de Green Bay empezaban perdiendo la cartera para terminar regalando hasta los calzoncillos.

¿Dónde está el balón, majetes? Cuando la defensa señalaba el centro, Kaepernick salía corriendo por la izquierda para atravesarse el campo. Y cuando miraba a la siniestra, Gore surgía por el centro, o Crabtree estaba en todas partes y en ninguna al mismo tiempo. Porque ahí estaban los primos, en busca del garbancito, y los vivos resabiados saliendo por peteneras.

Y en eso consistió el partido. Ni más, ni menos. Los Packers buscando un garbanzo y los Niners limpiando bolsillos. Así que lo de menos es la temprana intercepción a Kaepernick que sirvió para adelantar a Green Bay. O la pérdida de balón en un retorno que fue el principio del fin para los visitantes. Todo eso es pura anécdota.

Lo único que importa es que un jovenzuelo descarado llamado Colin cogió el toro por los cuernos, la cáscara de nuez con las manos, y se pasó el partido entero escondiendo un garbancito. 263 yardas de pase y ¡183 de carrera! Dos touchdowns por el aire y otros dos pegados al suelo. 119 de Gore por tierra y 48 en el cielo. 119 más de Crabtree y tres touchdowns entre ambos. Todos los ahorros robados, la hipoteca de la casa y hasta las llantas del coche cromadas y recién estrenadas.

Y que nadie se engañe con los 31 puntos de los Packers. Ellos sabían que solo había una manera de evitar salir timados. El secreto era atacar por tierra. 16 míseras carreras contra 39 pases. Que para ganar a un tahúr hay que contar con alguien de su calaña, y otra banda de carteristas capaces de vender a su madre por un mísero garbancito. Y los Packers, ni tahúres, ni chorizos ni rateros. Solo fueron unos primos que se pasaron de listos. Y pensaron que ese niño, que no tenía ni barba, sería una presa fácil.

Y así se acaba la historia del garbancito. Que cuando parecía siniestro terminaba por el centro y que intuido al derecho acababa en el izquierdo. Y así, a ritmo de option, se acabó la triste historia de un primo que lo perdió todo y de un tahúr que le ha echado el ojo a un anillo.

¡Cuidado con el garbancito!

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl