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Previas divisionales: Patriots-Texans

Mariano Tovar

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En el Siglo XXI los Patriots se han convertido en el paradigma de nuestro deporte. El football no se puede entender sin ellos. Y los playoff, tampoco. Casi siempre han sido protagonistas. Primero para bien, y más tarde para mal. Tres títulos, cinco finales, partidos memorables, decisiones controvertidas. Nadie ha dado más que hablar que ellos. Nadie es tan amado, ni tan odiado. Esos son los Patriots. El equipo a batir cada año. El troll comehobbits de la NFL.

Porque aquí estamos todos hablando de favoritos. Que si Broncos, Niners, Packers o Seahawks. Pero ninguno nos atrevemos a nombrar a la bicha. La miramos de reojo mientras intentamos ignorarla. Porque las meigas no existen, pero haberlas hailas. Y con solo citar a Belichick y Brady, todos suspiramos por un gran cargamento de dodotis tamaño extragrande.

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Y eso que este año empezaron empanados. Como si la competición se les estuviera quedando pequeña. “Esto ya no mola. Ganemos o perdamos nos aburrimos”. Y claro, todo el mundo indignado con ellos. Prepotentes, sobrados, soberbios, déspotas e irrespetuosos. Nadie acumula lindezas como los de Boston. Nadie es, pese a ello, más respetado.

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Menudo papelón tienen los Texans. El 10 de diciembre se llevaron collejas hasta en el carnet de identidad. Las pararon todas con la cara. Los Patriots no suelen levantar demasiado el pie ni en sus victorias más claras. Siguen golpeando con fuerza incluso al rival más grogui, pero aquel día Mallett fue el encargado de cerrar el partido. Así de descomunal fue el repaso.

Pero cada batalla es un mundo y yo sigo creyendo que estos Texans tienen armas suficientes como para ganarle a cualquiera. Otra cosa es que lleguen a Foxboro y le roben la cartera a la banda de psicópatas que habitan esos bosques.

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NEW ENGLAND PATRIOTS

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“Ya estamos todos”. Eso debió pensar Bill Belichick cuando confirmó que Gronko y Hernandez saltarán al emparrillado el próximo domingo. Pero el maquiavélico entrenador de los Patriots busca los límites de la legalidad para no darle ni una ventaja a sus rivales. Ambos aparecen como cuestionables para el partido. Y también Welker, y Lloyd, y casi el 80% de la plantilla defensiva… Y si hiciera falta, estaría lesionados el viejo Bill, McDaniels y el hijo de aguador. También me pregunto si en el vestuario de los Texans habrá agua caliente y toallas o habrán encerado el suelo de las duchas. Los asistentes de Houston tendrán que vigilar el origen de cada botella de llegue a los labios de sus jugadores. Quién sabe qué pócima puede esconderse en su interior. ¿Habrán cargado los patriotas uniformados sus mosquetones con cartuchos de pólvora? En enero y en Gillette hay que preguntarse hasta eso. Para ellos el football acaba en diciembre. En enero empieza la guerra.

Después de ese primer mes y medio decepcionante, con un ataque al que parecía molestarle salir al campo y una defensa que tenía pánico a hacerlo, la agresividad ofensiva comenzó a crecer exponencialmente. A Brady se le esfumó la cara de aburrimiento y brotó ese rostro imperturbable que ya hubiera querido para sí Arnold cuando interpretó a Terminator. Cuando Tom mira así me da un pasmo. En serio. No sé si su nuevo retoño no le dejará dormir, pero desde que nació no se le quita de la cara esa mirada de odio, ese rictus de torturador, ese semblante sombrío de la muerte de Ingmar Bergman tocando a desdichados, mientras camina anunciando la ruptura del séptimo sello. Además creo que con el regreso de los dos TE, y la eficacia demostrada por el tridente Ridley-Wereen-Bolden en el backfield, Brady nunca ha tenido más armas a su alcance, más balas en el cargador. Después de tantos años, este equipo también te puede ganar corriendo, como en los viejos tiempos. Al ataque de los Patriots solo le falta un receptor número 1 de verdad. Ese gigante que corre hasta el fondo llevándose tras de él media defensa como si fuera una estrella fugaz. Todo lo demás está en la cazuela. Receptores de todos los tipos, alturas y pesos, corredores a go-go, un plan de juego diabólico en permanente no huddle, mucha mala leche y ansia de victoria.

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Con todo, ese ataque también se colapsa. Y no solo durante todo el partido como durante las primeras jornadas de esta temporada. En algunos encuentros, incluso encarrilados, a esa panda de salvajes le entra un patatús por algún motivo indescifrable en el peor momento y cuando menos se espera. Brady deja de ver, Ridley de correr y se acumulan los drops. Además, llevo varias temporadas sospechando de un Belichick timorato en postemporada. Inexpiablemente, en enero se torna conservador y vuelve a jugar a la ruleta rusa con el reloj y las cien yardas cuando menos le conviene. En los primeros años del siglo ese fue el secreto de su equipo, pero últimamente se ha convertido en su perdición. Diría que un partido cerrado beneficia a los Texans, pero esos tampoco bailan a gusto pegados a su pareja.

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La línea ofensiva es de las más seguras de toda la NFL. Una máquina que ronronea a ritmo de Mankins. Pero todos los rivales saben que es contra ella donde deben concentrar todas sus fuerzas. Watt y compañía intentarán hundirla como primer paso para colapsar a Brady. Ese es el camino mas obvio que puede llevar a la victoria a los Texans.

La defensa de Boston ha sido todo el año un coladero. Pocos sacks y nada de secundaria. La mezcla explosiva que convierte cualquier defensa en un guiñapo. Pero el 18 de noviembre entró en la marmita de Belichick el ingrediente que le faltaba a su poción mágica. Aqib Talib, apestado en Tampa, convirtió la secundaria en una máquina de conseguir grandes jugadas y le dio al front seven el aire que necesitaba para recuperar la presión sobre el QB rival. En ese equipo no hay un man-eater. Cualquiera te puede cazar. Wilfork convertido en cruce de hipopótamo y pantera te aplasta mientras su mujer hace temblar las gradas con sus saltos y celebraciones. Ninkovich te apresa desde la izquierda, Jones por la derecha. Mayo, el director de orquesta, mueve la batuta mientras acumula placajes y cabezas reducidas. No importan las estadísticas de temporada regular. A nadie le interesa el pasado. Talib era la tuerca que faltaba y ellos saben que no necesitan ganar partidos. Es suficiente con que no los pierdan.

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HOUSTON TEXANS

No soy capaz de descubrir cual es la fórmula que puede llevar a los Texans a la victoria. Entre otras cosas porque tienen muchos caminos. Por supuesto que en defensa todo pasa por agobiar a Brady para descentrarle y provocar sus errores. Como ya os conté hace algunas semanas, desde que Rex Ryan hundió la línea ofensiva de Boston en la postemporada de 2010 a base de cargas interminables, todo el mundo ha intentado repetir la fórmula con más o menos éxito.

El ataque de Houston está acostumbrado a tener que competir contra Manning en duelos de alta anotación. Y Schaub ha tenido éxito en bastantes ocasiones… durante la primera mitad. El QB de os tejanos suele venirse arriba en esos duelos de QBs, pero siempre termina por encogérsele el brazo. En estos años no ha sido raro ver a los Texans adelantarse de varias anotaciones a los Colts de Payton, para luego derrumbarse estrepitosamente.

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Por eso no me extrañaría que Schaub adelantara a su equipo a ritmo de bombazos para luego encomendarse a la genialidad de Arian Foster para aguantar el chaparrón posterior. Pero también podrían plantear un choque de baja anotación asegurando el balón si consiguen colapsar a Brady desde el primer momento. Ambos equipos tienen armas suficientes para remontar resultados adversos abultados o plantear la batalla de mil maneras diferentes.

Ah, y que nadie lo olvide: quitarle a Belichick el primer drive de la segunda mitad puede ser decisivo.

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Pronóstico: Patriots +7

Creo que los Patriots de la última fase de la temporada sí que son capaces de aguantar un marcador con la defensa. Y también creo que con Gronko activo y resacoso se abre un abanico de posibilidades imprevisible para las defensas rivales. Los de Boston llegan a postemporada con todo y lo siento por Ravens y Texans, pero el universo del football americano sueña con un Peyton-Tom en la final de conferencia. Ese es el encuentro que casi todos queremos ver. Incluso por encima de cualquier cruce en Nueva Orleans. Un enésimo partido del siglo que sería bautizado con un nombre rimbombante tipo ‘La Repolla Bowl’ para los anales de la historia y el regodeo del pueblo.

La NFL necesita otro duelo entre los dos QBs más grandes. Incluso los Mayas decidieron retrasar el fin del mundo para poder contemplarlo. El dios del football, que es bueno, no puede dejarnos con la miel en los labios. Creo que Schaub, Foster y compañía, tampoco.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl