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Texans 19 – Bengals 13

El ataque de Cincinnati

no se presentó a jugar 

Mariano Tovar

 Esta crónica tiene un arranque extraño. Justo cuando comenzaba a escribirla entraron los Reyes Magos por la puerta de la terraza. ¡Menudo susto! Ya le vale a Goodell. ¿A quién se lo ocurre planificar el inicio de los playoff en la noche de Reyes? ¡Desde aquí lanzo un grito de protesta e indignación ante una idea tan peregrina!

Así que les he dicho a sus majestades que ellos a lo suyo y yo a lo mío, pero después de colocar los regalos han cogido los vasos de leche y los polvorones y se han sentado en el sillón para ver el Packers-Vikings. A mí no me importa sentarme a ver el segundo partido con compañía, pero encontrar hueco para tanto paje y tanto camello ha sido un cisco. Y algunos ya han empezado a cagarse (los camellos, claro, que los pajes son más aseados) y esta noche, con Webb a los mandos del aparato vikingo, tanto rey mago y tanto polvorón, promete ser de órdago.

Alguno diréis: "y por qué este tipo nos cuenta todo esto en vez de decirnos lo que pasó en el Texans-Bengals". Pues por un motivo muy sencillo. Es más interesante narrar lo sucedido en mi casa que lo que se puedo ver en un partido infecto, aburrido y con más fallos que aciertos.

El ataque de los Bengals no existió. Dalton terminó la primera mitad con 3 yardas de pase. Sí, tres. Como lo de “uno, dos y tres” pero en clave NFL. 127 al final del partido, con una intercepción costosísima, infinidad de lanzamientos cortos y otros tantos demasiado largos, resumen lo realizado por un QB que lleva algunos partidos rindiendo muy por debajo de sus posibilidades. Unos pocos latigazos de Green-Ellis en la primera mitad, y otros tantos de A.J.Green en la segunda, fueron la única aportación de una ofensiva que confirmó una vez más su incapacidad para superar terceros downs y encontrar la zona de anotación.

Los equipos especiales de los Bengals tampoco se lucieron. Un golpe tardío al retornador y un fumble recuperado in extremis resumen una actuación que tampoco ayudó demasiado.

Mientras tanto, los Texans arrancaron con dos drives muy buenos que en un principio desconcertaron a la defensa visitante, pero Schaub estuvo gran parte del partido de su debut en playoff con el brazo encogido y ambos terminaron en field goal. La empanada del QB local culminó con una intercepción retornada para touchdown por Hall. Los Bengals, sin hacer casi nada, se pusieron por delante.

Pero a falta de Schaub, Arian Foster volvió a ser el de las grandes ocasiones. 140 yardas de carrera y un touchdown, además de 34 de pase. Y para ayudar al timorato QB, ahí estaba Owen Daniels para coger todo lo que le tiraban, y salvar bastantes downs comprometidos. No es que el ataque fuera muy fluido, sobre todo en los últimos metros, pero sí que hacía lo suficiente para que los Texans mantuvieran una distancia cómoda en el marcador.

Además, cualquier intento de resurrección del ataque de los Bengals chocaba contra un J.J.Watt inconmensurable. Sin ninguna duda, el mejor jugador del partido. Volvió loca a la línea ofensiva rival con sus cambios de posición y siempre angustió a un Dalton que en demasiadas ocasiones tuvo que correr para no ser abrasado.

Y así trascurría el partido, sin sobresaltos, casi somnoliento, hasta que a falta de poco más de seis minutos los Bengals se encontraron con el balón en sus manos y solo seis puntos por debajo. Tenían la victoria a su alcance, pero todo volvió a trascurrir como hasta entonces. Salvaron un cuarto down gracias a una penalización, pero en la siguiente serie se atascaron, a 36 yardas de la orilla, con un pase casi vulgar, aburrido y mal lanzado que hizo justicia a lo ocurrido en las tres horas anteriores.

Los Texans ganaron y los Bengals volvieron a tropezar en la misma piedra un año después, pero ni unos ni otros parecieron equipos de playoff. Y yo me pregunto ¿Pensarían que estaban jugando un partido de pretemporada?

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl