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Canal+, pronósticos (S-13) y la distancia más corta entre dos puntos

Mariano Tovar

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QUINIELA13
La semana pasada, tres de los participantes en nuestro pickem en ESPN consiguieron 14 aciertos. Fueron ‘delpotrillo’, Alberto Albiol y ‘yeropa’. También se ha producido un empate en cabeza con 124 aciertos. ‘Pucela Cardinals’, que lleva toda la temporada rondando la cabeza, ha alcanzado a ‘pookieddie’. En el blog, Iñako jugó fuerte con sus apuestas y no le salió bien. Javi, más conservador, es el nuevo líder. Sobre este asunto de conservadores y arriesgados tratará en parte este artículo, así que me viene muy bien nombrarlo.

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Pero antes de nada, la programación de Canal+

Domingo

Bears-Seahawks 19:00 directo (Sportmanía y Canal+ Deportes 2 HD).

Ravens-steelers 22:25 directo (Canal+ Deportes y Canal+ Deportes HD).

Cowboys-Eagles 02:20 directo V.O. (Sportmanía y Canal+ Deportes 2 HD).

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Lunes

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Cowboys-Eagles 21:00 diferido (Canal+ Deportes y Canal+ Deportes HD).

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Redskins-Giants 02:30 directo (Sportmanía y Canal+ Deportes 2 HD).

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También podéis encontrar la programación actualizada en www.canalplus.es/NFL.

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Y un último apunte antes de entrar en materia. A todos nos han encantado los artículos que han escrito en los últimos días Raúl sobre sus Steelers y Samuel sobre sus Eagles. Así que os animo a todos a que me enviéis tribunas libres analizando las virtudes y los defectos de vuestros equipos favoritos. Como bien decís, los seguidores de un equipo no os perdéis ninguno de sus partidos, así que podéis aportar muchas cosas interesantes que se nos escapan a los demás. (Mario, no mientas, nunca me has enviado ninguna. Por ahora te has limitado a dar la brasa).

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Y ahora, al tema. Esta mañana me ha dado por ponerme a filosofar mientras daba pedaladas por la Sierra de Madrid, intentando que el viento no se me llevara volando y no quedarme congelado a media pedalada. Además tengo un ruidito en el eje del pedalier desde hace varias semanas que no consigo localizar y que me está volviendo loco, así que necesitaba abstraerme para no pasar de todo, mandar la bici a la mierda y meterme a tomar un chocolate con churros en el primer sitio que pillara.

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En resumen, lo que iba considerando era que la distancia más corta entre una end zone y otra no es la línea recta. “¡Vaya tontería!”, diréis. Pues yo no lo creo así y os voy a explicar el motivo.

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Hace unos días escribía en este blog que al final, por muchas vueltas que le demos, en la NFL, como en casi todos los deportes, los jugones suelen ser los que marcan la diferencia. Eso no significa que una megaestrella haga buena a una banda, pero también sigo convencido de que los peores jugadores de la liga se merecen como poco un notable. Tienen que producirse una serie improbable de sucesos desgraciados para que un jugador o un grupo de ellos sean tan malos como para afectar al rendimiento global de todo el equipo. Un ejemplo de eso es la línea ofensiva de los Packers a la que me referí el otro día. Está tan parcheada que afecta gravemente a todo el ataque sin que sea fácil encontrar una solución a estas alturas.

El caso es que reducir el football a los jugones tampoco es justo. Nos encanta filosofar sobre las virtudes y defectos de cada jugador, de cada línea, de cada equipo. Y achacamos las victorias o las derrotas a profundos y sesudos análisis tácticos, libros de jugadas y genialidades que quizá no sean para tanto. Es verdad que hay entrenadores como Belichick, Fisher, Coughlin o Jim Harbaugh que son capaces de sacar todo el jugo a sus plantillas, estén lo limitadas que estén, pero casi siempre dejamos de lado factores emotivos, de preparación física o de puro sentido común, en los que quizá sean maestros, y nos encanta imaginarlos es un cuarto oscuro, bajo la luz de un flexo, planificando jugadas imposibles y descubriendo la estocada indefendible. Tal vez nos equivoquemos.

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Hace dos temporadas tuve con un grupo de aficionados de los Chargers un choque bastante violento. El de esta semana con los mineros ha sido una broma en comparación. Los Chargers de 2010 tuvieron el mejor ataque y la mejor defensa de toda la NFL. Sí, fueron los mejores, y con diferencia, en los dos aspectos clave del juego y no se clasificaron para playoff. Yo estuve todo el año poniéndoles a caldo por membrillos. El asunto estalló cuando hicimos un ranking de los mejores quarterbacks jóvenes de la NFL y no incluí a Rivers. ¡Menudo lío! Me querían linchar. A mí nunca me ha gustado Rivers. Ni por su mecánica de pase, rarísima, ni por su actitud, fría y distante, ni por liderazgo, inexistente. Creo que siempre ha estado sobrevalorado. Fue tal el incendio que pensé que me estaba equivocando en algo e incluso fiché a Rivers el año siguiente como QB titular en mi fantasy para seguirle más de cerca y ver si es que se me escapaba algo. Me reafirmé en mi opinión y, en perspectiva, creo que ya casi nadie sigue pensando que Rivers merezca estar en la superelite de la Liga, aunque ya no trato ese tema, como algunos otros, para no enfadar a nadie.

Esto viene al caso porque en la NFL ser el mejor no garantiza nada. Si el mejor ataque y la mejor defensa no son capaces de entrar en playoff, quiere decir que los números son muy relativos y la distancia entre dos puntos, bastante difusa. ¿O es que en la fiebre de prórrogas que asola la temporada siempre ha salido victorioso el que más lo merecía?

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En cualquier duelo, con dos equipos formados por jugadores que en muy pocos casos bajan del notable alto, con un grupo de entrenadores que se supone que ha estudiado hasta el último detalle del rival, con un plan de juego complejo y ajustado cada pocos minutos, el desequilibrio lo puede producir cualquier detalle imprevisto. Es más, la mayor parte de las veces el punto de inflexión llega por algo inesperado: un balón que se resbala de la mano del QB y sigue una trayectoria equivocada, un fumble absurdo, una mano que se encuentra en el sitio correcto en el momento justo, un golpe de viento, una decisión arbitral, un foco que deslumbra, una lesión…

Así que vemos encuentros en los que un equipo domina durante tres cuartos y medio con soltura, se pone en prevent para matar el partido y ve como lo que hasta ese momento era una banda resucita a base de bombazos. Porque esa es otra. Durante tres horas dos equipos controlan el reloj, practican el football control, no se salen casi nunca del guión, y cuando quedan pocos minutos llega la locura, las hojas de jugadas terminan en el suelo, los dos QBs se ponen a rifar el balón y todo queda en manos de los jugones. Y, como por arte de magia, si esa vorágine termina con tiempo extra, los dos equipos vuelven otra vez al plan inicial, a controlar el reloj, a tentarse la ropa y a intentar ganar a base de no perder. Vamos, que los entrenadores pueden gastar mucha luz y mucho flexo, pero salvo que su equipo sea capaz de romper el partido, terminarán echando mano a la estampita del bolsillo, al golpe de suerte y al talento de sus estrellas.

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Porque en una temporada de 16 partidos, yo creo que más o menos un tercio de ellos se decide por motivos peregrinos que se escapan al control del entrenador más genial. Todos los años hablamos de equipos que merecieron ganar más partidos, porque muchas de sus derrotas fueron por menos de una anotación, y viceversa. Recordad, por ejemplo, la sufrida temporada regular de los Packers el año en que ganaron su último anillo. ¿O es que los Texans merecieron de verdad ganar a Lions o Jaguars en las últimas semanas? Y el caso de los segundos es más sangrante, que sin duda están entre los cinco peores conjuntos de la NFL (aunque hay que decir que ese día no estaba Gabbert). Lo mismo podríamos decir de algunas victorias de Ravens, Falcons o Patriots

Otro ejemplo son los Broncos de hace tres temporadas. McDaniels como head coach y Orton como QB. Ganaron sus seis primeros partidos y se convirtieron en la revelación. Tras la jornada de descanso llegó la debacle. Perdieron ocho de los diez choques restantes. Pero su eliminación para postemporada se produjo en la jornada 16. Se enfrentaban a los Raiders y tenían el partido controlado. Tres oportunidades en la yarda uno contraria para matar el duelo y garantizar la clasificación para postemporada. Fueron incapaces. Se conformaron con un field goal. Pero la situación no era demasiado grave. El QB de los Raiders era JaMarcus Russell que, como todos sabéis, quizá haya sido el mayor fiasco del draft en todo el siglo XXI. Pues mira tú por donde, Russell consiguió en aquel partido el único drive ganador de su carrera. Después de tantos debates sobre McDaniels, Orton y los Broncos, fue el paquetón de Russell, en una serie inimaginable, el que zanjó el tema para siempre. Algo muy similar le sucedió a los Chiefs el año pasado, curiosamente también con Orton. Quedaron fuera de postemporada por un field goal sencillo fallado en un último segundo. El milagro Tebow se gestó en la distancia.

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En realidad, en la NFL lo de menos es quién se proclamará campeón. Los aficionados se sienten orgullosos de sus equipos por otros motivos. De alguna manera, todos sabemos que el ganador del anillo, aunque siempre se lo merece, también siempre ha sido tocado por la diosa fortuna. Y sobre la existencia de la suerte tengo pensado escribir otro artículo, que ese debate ya se ha abierto en vuestros comentarios en varias ocasiones y siempre me ha gustado.

Y si no, mirad los comentarios de este mismo blog. Carmen y Manolo están encantados con sus Vikings esta temporada, porque han colmado todas sus expectativas aunque no se clasifiquen. Fannfl disfruta como un niño con sus Colts y con Manning en Denver, sin plantearse hasta dónde pueden llegar, y sufre con la inconsistencia de los Bills, casi sin mirar el resultado. Javier lleva dos semanas en resonancia ante la posibilidad de que sus Patriots puedan ser competitivos reconstruyendo una secundaria a base de descartes. Incluso Mario suspira por COOOOLIN hasta que yo empiezo a hablar bien de él y se ve obligado a llevarme la contraria porque lo importante es la defensa. El anillo es una entelequia. Los equipos son para sus seguidores como niños pequeños a los que ven crecer con ilusión. Les miman y les defienden aunque reciban a cambio una muñeca clavada en el ojo o les estalle en la cara un biberón de agua hirviendo (eso es lo último que me ha sucedido, que me he tirado varios días vendado como el hombre elefante). Es un amor de padres que solo quieren que sus hijos prosperen, saquen buenas notas y encuentren una buena pareja que les haga abuelos. Lo del anillo casi ni se plantea.

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Con todo lo anterior no quiero decir que a estas alturas los Jaguars podrían estar aspirando a postemporada y los Texans pensando en el próximo draft si el golpe de viento, la mano inesperada, o el balón bien o mal agarrado hubieran terminado de otra manera. Los buenos son buenos pese a los imprevistos y los malos más de lo mismo. Pero quitando a tres o cuatro equipos por conferencia que destacan por arriba o por abajo, hay un gran pelotón de clase media, que se mueve entre las nueve y las siete victorias, cuya clasificación para postemporada tiene bastante de carambola en ese tercio de partidos que se deciden por detalles intangibles, por mucho que la suerte también haya que buscarla. Que esas carambolas muchas veces tienen explicaciones empíricas, como puede ser la dureza del calendario, y siempre es divertido que se cuele en postemporada un impostor para llevarse por delante a Saints o Steelers e incendiar el blog durante unos días.

Joder, es increíble lo que puede dar de sí una mañana en bicicleta. ¡Vaya pedaleo!

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl