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Mourinho y el 'espejo mágico' de la cantera

El problema de Barça y Madrid es que siempre están Madrid y Barça para compararse. Da igual dónde se ponga el espejo. En un club u otro siempre acaba reflejándose todo. Y muchas veces duele. Por ejemplo, con la cantera. Mourinho ha defendido estos días la estrategia que lleva con ella. La falta de laterales y la posición de Nacho en el filial abrieron un debate que él mismo ha agrandado. Dice el portugués que hay un "conflicto de demarcaciones" en torno a este jugador porque en el filial juega de central y no de lateral.

Ni que decir tiene que Nacho no elige dónde jugar, pero, mirando el espejo que tanto refleja, el culé, uno recuerda que Bartra y Muniesa -ahora lesionado- debutaron en el primer equipo como laterales siendo, en teoría, centrales. Igual que lo hizo Nacho, por cierto. Incluso Puyol comenzó de lateral para luego actuar de central. Lejos de ser esto un problema, acabó por convertirse en una excelente virtud. Sucedió igual con Busquets, delantero centro en toda su formación y fenomenal mediocentro después.

A Mou, eso es innegable, no le ha importado tanto ese "conflicto de demarcaciones" cuando los protagonistas han sido Pedro Mendes o Fabinho, ambos de su órbita, y no Nacho. La razón es que, según él, "si con 23 años (Nacho tiene 22) no hay nivel suficiente como para jugar en la primera plantilla, no va a llegar luego con más". El mensaje es duro para los nacidos en 1990, pero siempre está la opción de compararse con Pedro, que se instaló definitivamente en el primer equipo del Barça con 22 y ese mismo año acabó la temporada siendo campeón del mundo.

 

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Lo lógico para Mourinho es que "cuando haya jugadores con potencial de 18 ó 19 años estés a la expectativa de su proceso de formación para que alguno de ellos llegue al primer equipo". Esa edad, 18 ó 19 años, es la que tenían Sarabia, Carvajal o Rodrigo cuando el portugués llegó al club. Su destino es por todos conocido. Al otro lado del puente aéreo, en Barcelona, los de esta edad o Castilla-BarçaBincluso más pequeños -Rafinha, Deulofeu, Grimaldo...- son indiscutibles en el filial. Y no parece que se trate de mera propaganda: juegan porque se confía en ellos.

Se autoproclama Mourinho "el campeón de los debutantes". Y así es. Pero de aquella manera. En dos años y medio ha utilizado a 25 jóvenes, aunque 15 de ellos, más de la mitad, no llegaron a jugar ni un cuarto de hora en el primer equipo. La mayoría, además, lo hizo en partidos amistosos y no oficiales. Por comparar de nuevo, Guardiola dio la alternativa a 22 canteranos en cuatro años, de los cuales siete (el 33%) -Busquets, Thiago, Cuenca, Bartra, Muniesa, Jonathan dos Santos y Montoya- pertenecen ya a la primera plantilla. Pedro, que debutó justo antes, y Tello, que aún no tiene ficha del primer equipo pero ha hecho méritos de sobra para ello, podrían incluirse en esta lista.

Por último, deja entrever sus diferencias con Toril por el sistema que este emplea: "Él decide si es más importante terminar cuarto, quinto o sexto en Segunda o ayudar a la progresión de un jugador para que suba al primer equipo”. No hace mención a que en ocasiones convocó a Morata para descartarlo luego y eso impidió que jugara con el filial, en el que tras la venta de Joselu no hay muchos más nueves que Óscar Plano, Jesé o Borja García, delanteros reconvertidos, justo la posición y el cambio de sistema que tanto le chirrían. Esas reconversiones son el pan de cada día en un filial. Sucede en el Barça B con Planas, por ejemplo, que ha jugado casi toda la temporada de central y no de lateral ante la ausencia de Bartra y Muniesa. Nadie ha visto a Tito Vilanova quejándose por ello.

Es fácil comparar. Demasiado. Y la conclusión que se extrae es que la cantera del Madrid es igual de poderosa y útil que la del Barça. La única diferencia, lo que más hace relucir al espejo, es la confianza que unos y otros han depositado en los últimos años en ella. Sea por necesidad y por convencimiento. O sea por falta de necesidad y por falta de convencimiento. También Mourinho contribuye a esta doble vertiente, aunque públicamente exprese lo contrario. El problema es que para defenderse haya creado un cisma que ni Nacho, ni Toril, ni el Castilla, ni La Fábrica ni el Real Madrid merecían.