Pronósticos (S-7) y añoro la espontaneidad
Mariano Tovar
Pero hoy quería deciros, una vez más, que echo de menos la espontaneidad en la NFL. En realidad no era el tema que quería contaros hoy, pero he estado preparando un reportaje sobre George Best que aparecerá en el próximo número de AS Color y me ha entrado morriña de aquella época en la que los deportistas hablaban con franqueza delante del micrófono, diciendo de verdad lo que pensaban, sin miedo a lo que pudiera pasar o a que fuera una tontería.
La fiebre de lo políticamente correcto no es excluiva de la NFL. Es una enfermedad que persigue a todo el deporte. Algunos decís que os gusta más así, sin polémicas o historias que distraigan la atención de lo que realmente importa: los partidos. Yo no estoy de acuerdo. Me encanta el picante en las comidas y el aderezo de dos o tres declaraciones incendiarias por semana al que estábamos acostumbrados en cualquier deporte hasta hace unos años.
Y es que si un tipo durante la veintena es millonario, famoso, atlético, y está rodeado de gentecilla que le hace la pelota, lo más normal es que no sea ejemplo de casi nada. Estoy casi seguro de que si yo hubiera tenido el dinero y la fama de todos estos tipos con 25 años, me hubiera ido de farra casi cada noche (de hecho me parece que es exactamente lo que hice aunque no tuviera un duro) y me hubiera llevado al huerto a todas las ‘miss algo’ que se me hubieran cruzado por delante. Aunque ahora que lo pienso, haciendo un casting para una revista de moda más o menos cuando tenía esa edad, una modelo alemana de quitar el hipo me propuso salir a cenar con ella y no me atreví pensando que yo no tenía calidad para jugar en Champions League. No sabéis las veces que me he arrepentido de aquello.
Yo no digo que los deportistas sean una panda de golfos, pero la cabra tira al monte y yo jamás pondría como ejemplo para mis hijos a Ray Lewis o a Gronkowski. Ni siquiera a Tom Brady o a Peyton Manning. Un deportista es lo que es y me parece ridículo que de unos años a esta parte estén en la cima de la pirámide alimenticia como el súmmum del éxito para un ser humano.
Ahora, lo máximo que se admite es al pedorro de Sherman lanzándole peladillas a Brady después del partido. Y claro, el otro ni caso. Porque para decir machadas también hay que tener un arte especial. Ni siquiera en la época en que no estaba mal visto todos se tiraban a la piscina. Era un lujo que solo se permitían unos pocos. Y para hacerlo había que reunir una serie de condiciones indispensables: calidad, gracia y golfería. Un jugador mediocre no decía machadas, y si las decía nadie le hacía ni puñetero caso. Un sosainas no abría la boca por la cuenta que le traía. Para decir vivezas es indispensable ser un vivo.
Así que ahora vivimos nuestra afición en una aburrida carretera con todas las señales marcadas por la NFL. Entro en las mejores webs de información sobre la liga y me aburro. Todo son análisis más o menos sesudos sobre los equipos que, salvando las distancias, podrían ser escritos casi por cualquier aficionado. La otra opción es contar la vida heroica de tal o cual jugador, que tuvo que sobreponerse a no sé qué suceso dramático para convertirse en un tío fenómeno. Dos meses después del artículo, pillan al tipo con un pedo cuadrado y el coche empotrado contra una farola, pero pelillos a la mar, que el adoctrinamiento poco a poco hace efecto, adormilando al personal.
Así que yo sigo echando de menos a todos los TOs, Ochocincos y Rex Ryans del mundo. Que tal vez sean unos bocazas, pero que remueven el gallinero y encienden la mecha de la diversión y el debate entre los que defienden lo indefendible o los que condenan lo incondenable. Y aquí , no sé vosotros, estoy para divertirme, que por mucho que se empeñen, no han nada más banal en el mundo que el deporte, así que no tengo ninguna intención de encontrar en él el sentido la trascendencia divina, sino tardes de emoción, gritos, palomitas y cerveza.
Y sino, fijaos en el juego que nos dieron las declaraciones de Eric Winston la semana pasada. Que sin ser un golfo, ni un tarado, puso la NFL patas arriba solo porque dijo algo inteligente.
Que dejen de ponernos a los deportistas como ejemplo y que no intenten convertirlos en marionetas. Sé que muchos no estaréis de acuerdo, pero yo me lo pasaba mucho mejor con el Big Ben borracho y motero de antaño que con el felizmente casado de ahora.
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