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Hablemos sobre sexo

Mariano Tovar

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“Cowboy del oeste busca a un hombre con el que cabalgar hacia la puesta de sol”. No abráis los ojos como platos. No me estoy inventando nada. Simplemente es la frase con la que abre la web cowboys.com. No habla de Romo ni del equipo plateado. El asunto tiene que ver con citas entre homosexuales.

La web cowboys.com se activó el martes pasado y en Dallas aún no se han recuperado del disgusto. En 2007 el dominio salió a subasta y el equipo de la NFL solo estuvo dispuesto a pujar hasta los 275 dólares. A partir de esa cifra la organización cerró el grifo. Decidió que alguien estaba intentando hacer negocios a su costa. Cinco años después tal vez se hayan dado cuenta de que un pequeño esfuerzo más hubiera merecido la pena. El precio de venta final fue de 370.000 dólares.

Por supuesto, dallascowboys.com sigue siendo la página oficial del equipo, pero no hace falta ser un experto en marketing para saber que una gran empresa tiene que controlar todos los dominios y registrar todos los nombres que puedan llevar a equívocos. Los perjuicios económicos y de imagen que puede provocar un descuido así son muy difíciles de cuantificar.

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Los Cowboys no quisieron invertir en un dominio web pero no tuvieron ningún inconveniente en gastarse 40 millones de dólares en las pantallas gigantes que provocan que, en su estadio, el público esté mirando hacia arriba en vez de al terreno de juego. Estoy seguro de que Jerry Jones se gasta 400.000 dólares con relativa frecuencia en caprichos. En su estadio nuevo no se privó de ninguno.

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Lo árbitros piden cobrar 16,5 millones al año. Como contaba Roberto Abramowitz la semana pasada en un artículo en ESPN, cada franquicia debería pagar poco más de 500.000 dólares por temporada para satisfacer sus exigencias. Eso es menos de lo que cobra el jugador de segundo año que menos cobra en toda la NFL. Calderilla.

Posiblemente, los destrozos económicos que están provocando los actuales equipos arbitrales ‘suplentes’ sean ya muy superiores a la cifra de la discordia. Para empezar, un partido de football americano mal arbitrado se vuelve interminable. Eso lo saben de sobra los que siguen nuestras competiciones domésticas. No sé como será ahora, pero cuando yo seguía la liga española era relativamente normal que un partido se alargara hasta casi cuatro horas. Las penalizaciones se acumulaban y las reuniones arbitrales después de cada pañuelo se eternizaban mientras todos se ponían de acuerdo sobre lo que había sucedido. El caos llevaba al caos. Los pocos pobladores de las gradas terminábamos formando tertulias en las que nos contábamos nuestra vida mientras lo que sucedía en el emparrillado iba a cámara lenta. El problema era tan evidente que incluso se convocaron reuniones a todos los niveles para intentar buscar una solución.

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En la NFL está sucediendo lo mismo. Los partidos solían durar en torno a tres horas, tres horas y cuarto. Ahora se alargan casi hasta las cuatro horas, y eso sin tener en cuenta las prórrogas. Las retransmisiones se solapan y dudo mucho que las televisiones estén muy contentas. El público se aburre, los partidos no tienen ritmo y todo el mundo se exaspera cuando cada decisión es más peregrina que la anterior. Incluso la asociación de jugadores está empezando a meter el dedo en la llaga para ver si pesca algo.

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Los árbitros se reúnen cada semana para negociar con la NFL, pero ya no tienen ninguna prisa. Saben que cada jornada que pasa pueden apretar más las tuercas. Es tal el problema que algún analista político ya ha adelantado que el asunto podría tener repercusión en la campaña electoral entre Obama y Romney. La NFL se encuentra entre la espada y la pared. Estoy seguro de que, vista la trascendencia que está teniendo el asunto, a los propietarios les gustaría retroceder en el tiempo y haber llegado a un acuerdo en agosto pasado. Ahora no pueden ceder, porque sería una derrota en toda regla. Tampoco pueden seguir con esa postura de fuerza, porque el público ya ha amagado revuelta en algún estadio. No quiero ni pensar lo que podía haber sucedido en Baltimore si la decisión sobre el field goal hubiera dado la victoria a New England en vez de a los locales. Los árbitros, cada vez más, toman decisiones pensando en su propia integridad física.

Jordi Piqué exoneraba a los árbitros suplentes en la última tribuna libre. Decía que ellos no tienen la culpa. Yo no estoy de acuerdo. Nunca debieron aceptar hacer un trabajo para el que no estaban preparados. Si a un médico de familia le ofrecen un puesto de cirujano en el departamento de cardiología de un gran hospital no debe aceptarlo aunque crea que tiene unas manos de oro. No está cualificado y puede poner la salud de muchas personas en peligro. Quizá parezca una comparación exagerada, pero este tema está llegando a un punto hasta peligroso. Que le pregunten a Heyward-Bey.

Siempre he pensado que una decisión arbitral equivocada es más grave en un partido de NFL que en casi cualquier otro deporte. Un equipo no tiene demasiadas series ofensivas en un partido. Normalmente rondan la docena. Una interferencia, un holding o una falta personal mal pitada pueden comprometer todo el trabajo de un equipo. Si el error sucede en los drives finales no hay tiempo para arreglar el entuerto. Por eso es tan importante que los arbitrajes sean exquisitos. Llevamos dos o tres años quejándonos de que las intromisiones de Goodell estaban afectando a la calidad del arbitraje y, por ello, al resultado de algunos partidos. Algunos comentabais que esa sensación provenía de nuestra cultura deportiva, influenciada por el fútbol europeo, y que esa no era la visión que tenía un aficionado estadounidense, cuya fe en los árbitros es casi ciega.

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Os recomiendo que entréis en los foros oficiales de los equipos de la NFL. Los aficionados de los que cayeron derrotados en la última jornada son un clamor. Achacan el resultado a los errores arbitrales. Yo también creo que en la mayor parte de los choques las decisiones erróneas afectaron al desarrollo del partido, el plan de juego, el control del reloj y, en resumen, al resultado final. No digo que no ganara el que más lo mereció, digo que el arbitraje se convirtió en un factor decisivo… y encima, con el aburrimiento de vivir partidos interminables y la sensación de que todo es un caos.

Mañana comentaré lo sucedido en cada partido, pero este año es imposible hacer cualquier análisis. No hay pautas, quedan tres equipos invictos y su forma de jugar es radicalmente distinta. Ahora no podemos argumentar que los arbitrajes benefician el ataque aéreo. En realidad no benefician a nadie. La NFL sigue siendo muy divertida, pero ya no tiene ese aura de que se cuida cada detalle para que el espectador esté satisfecho.

Cowboys.com es una web de contactos, la NFL parece una casa de putas y Goodell quiere arreglarlo todo por cojones. Como decía un amigo mío, al final siempre terminamos hablando sobre sexo. 

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl