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Eterno Federer

Tomás de Cos

Cuatro días después de la victoria de Federer en Wimbledon, apenas queda nada por decir. Los datos hablan por sí solos: decimoséptimo Grand Slam y vuelta al número uno, lo que le permitirá superar el récord absoluto de semanas al frente de la ATP. Merecido premio a la constancia y la creencia en uno mismo.

Todo lo demás es opinable. Sinceramente, el logro me parece mayúsculo. Por la diferencia de edad entre ambos tenistas, por la calidad y el torneo firmado por el escocés, por el apoyo del público británico a su héroe… Un chico realmente bueno que ya merece un título de Grand Slam. Es más, me gustaría que eso sucediera en el próximo US Open. Y que le llegara de la mano de Lendl.

En lo que llevamos de año hemos visto ganar a Djokovic en Australia, alargando una racha increíble, a Nadal sumar su séptimo Roland Garros batiendo el récord de Borg, y a Federer ganar su séptimo Wimbledon igualando a Renshaw y su idolatrado Sampras. ¿Se puede pedir más? El más bello deporte jamás inventado tiene muchos motivos para sentirse orgulloso de sus atletas. Como premio, cuatro de los más iluestres (Sharapova, Djokovic, Nadal y Federer) serán abanderados en Londres 2012.

El partido tuvo un gran nivel y las lágrimas de Murray, junto a su discurso final, cargaron de emotividad el acontecimiento. Esta vez el escocés, testigo del horror de Dunblane, sí mostró su mejor nivel y arrebató el primer set al suizo. Pero creo que en gran medida le condenó parte de su planteamiento táctico. Demasiados intercambios de revés sin que Federer tuviera que golpear en carrera. Así, el estiloso revés a una mano funcionó como nunca. Y con apenas un paso, el suizo encontraba su derecha.

Federer buscó más ángulos y mostró más variedad en el juego. Mientras, Murray iba acumulando cansancio y perdiendo punch. Sin dar su mejor nivel, Federer mantuvo el duelo igualado. Cuando lo encontró, marcó la diferencia. Pero lo que más me llama la atención, visto desde la perspectiva que da el tiempo, es su capacidad de adaptación a la propia evolución del juego y a la superficie misma del césped del All England Club. Ganó sus primeros Wimbledon gracias a su servicio y su volea. Los últimos luciendo consistencia desde el fondo de la pista. Eterno Federer.