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'Silverback': El rey incomprendido (primera entrega)

Actualizado a

Por Dani Hidalgo

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“Si Roger Goodell ardía vivo y me pedía que le mease encima
para apagar las llamas, no lo haría. Le odio y nunca le respetaré”

James Harrison

"A Harrison se le ve como el Darth Vader de la NFL y para gran
parte del público se trata de un villano que parte cráneos.
Una observación más cercana revela la compleja realidad"

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The United States of Football

James Harrison padre y Mildred tuvieron que procrear 14 hijos hasta encontrar la fórmula que les diera un deportista de élite. En el decimocuarto intento, un 4 de mayo de 1978, nació James Harrison junior, al que hoy sus compañeros llaman Silverback y consideran como uno de los jugadores más violentos de la NFL. Akron, la ciudad en la que se crió, está a sólo 65 kilómetros de Cleveland y el pequeño James siempre fue un aficionado acérrimo de los Browns. Pero ni este último dato ni su diagnosticada "falta de madurez" por el psicólogo del instituto le impidieron recorrer un largo camino hasta llegar a ser dos veces campeón de la Super Bowl. 

En Coventry High School, Harrison arrasaba tanto como linebacker como runningback. Pero su participación en el equipo de la escuela siempre pendía de un hilo, sobre todo por su desinterés total en todo lo que oliera a académico (no estudiar, dejar los SAT —selectividad— casi en blanco...). Pero sobre todo por razones disciplinarias. A un año de graduarse, fue suspendido durante dos partidos por buscar una pelea con su segundo entrenador. En su partido de regreso, corrió cien yardas y marcó dos touchdowns en tan solo tres 'carries'. Pero se empeñó en ser el primero en ducharse después de celebrar su segundo touchdown acercándose a la banda del equipo rival y dedicando un gesto obsceno a sus aficionados.

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Para terminar su desgraciado año senior, Harrison acabó en los tribunales por disparar a su coordinador defensivo con una pistola de balines. Se declaró culpable ante un cargo menor y pudo volver a Coventry High para graduarse, aunque con un peaje muy alto: sus travesuras le costaron el interés de universidades con programas de football de elite como Ohio State, Notre Dame y Nebraska. 

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Su próximo paradero fue la modesta Kent State University. En esta institución, Harrison no protagonizó polémicas de ningún tipo pero se presentó al Draft de 2002 sin ser elegido por nadie. Los general managers temían que fuera demasiado bajo (1.83 metros) para jugar de linebacker y demasiado liviano (109 kilos) para jugar en la línea.

Los Steelers contrataron a Harrison como rookie no drafteado cortándole hasta en tres ocasiones en sus primeras dos temporadas, de las que sólo formó parte de la primera plantilla durante un par de partidos. En 2003 fichó por los Ravens, que le mandaron a jugar en Düsseldorf con el Rhein Fire de la NFL Europa. Después, Baltimore le dejaría sin ficha en la plantilla y Harrison sufriría su cuarto despido en sólo tres años.

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James Farrior, ex Steeler, recuerda al Harrison del 2002: "Era un cabeza de chorlito que no se aprendía las jugadas. En training camp, cuando estaba inmerso en una jugada y no sabía que hacer, a veces alzaba los brazos al aire y pedía a los entrenadores que le sacaran del campo. Todos pensábamos que estaba loco".

Harrison estaba harto y, con 26 años, colgó el casco. Era tiempo de perseguir otro sueño: ser camionero como su padre o ser veterinario. Para lo primero, ya tenía un carnet especial para conducir vehículos de tamaño comercial. Para lo segundo, un simple deseo no respaldado por tan siquiera una clase relacionada a la medicina (aunque sigue teniéndolo como meta hoy en día).

Una nueva llamada de los Steelers y, sobre todo, la lesión del linebacker Clark Haggans (ahora en los Cardinals) le animaron a probar de nuevo en esto del football. Harrison se convertiría en el rey del acero. Y el resto se trata de una carrera entera que llega poco a poco a su fin con la franquicia de su vida. En estos años hemos podido ver rasgos de aquel chico inmaduro y travieso del instituto. Hemos visto a un deportista excéntrico y a la vez el más temido por sus rivales.

Sobre el césped, sabemos que James Harrison es el jugador más multado de la historia de la NFL en una sola temporada. En la campaña 2010, el linebacker tuvo que devolver a la liga unos 100.000 dólares de su salario. Se puede decir que su relación con Goodell no es la mejor. De hecho, es terrible (vean la primera frase de introducción de la entrada). En otoño de aquel año, el comisionado de la liga le convocó hasta en cuatro ocasiones a su despacho para que explique algunas de sus declaraciones ("me gusta hacer daño a los contrarios", etcétera…) y, sobre todo, los tackles casco a caso que dejaron KO a algunos de sus rivales.

Lejos de los campos, sabemos que fue arrestado en 2008 por agresión y daños criminales tras un altercado doméstico con su novia. Por contraste, su gran corazón veterinario perdonó la vida a un pit bull al que iban a dormir en la veterinaria tras morder y hospitalizar al pequeño hijo de Harrison. ¿Y qué hizo con el perro? Le colocó en un prestigioso centro para calmar a perros agresivos.

Entonces, ¿quién es realmente James Harrison? ¿Un sicario? ¿Un bonachón con un caparazón aterrador? ¿La milla verde? ¿Un tipo incomprendido? 

La respuesta, en la segunda entrega...

dhidalgonfl@yahoo.es / twitter: @danihidalgo