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Nadal despide a sus fantasmas

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Tomás de Cos

El mallorquín mató dos pájaros de un tiro en su pista talismán, sobre la que se deshizo de un doloroso lastre mental para volver a levitar. El coleccionista de récords endosó un hiriente 6-3, 6-1 en 78 minutos al rival que ha protagonizado sus pesadillas en el último año y pico. Un triunfo para restañar la autoestima y despojarse de la ansiedad. Para gritar un sonoro y liberador “¡vamos, coño!”, sinónimo de “lo he conseguido, he vuelto, puedo volver a ganarte!”.

Nadal ganó la ‘final del ocho’ con un guión de partido visualizado muchas veces en su mente. Con una gran superioridad de inicio a fin y con un servicio brillante para minimizar los daños del resto de Djokovic. El mejor jugador de la historia sobre tierra batida se llevó el 85% de los puntos jugados con su primer saque, su habitual punto débil, y sólo cedió diez en todo el encuentro. Fue más agresivo que de costumbre y alternó con maestría los tiros a los ángulos y las pelotas al cuerpo. Una táctica que le permitió no afrontar un punto de break hasta el quinto juego del segundo set, con todo el pescado ya vendido: 6-3 y 4-0.

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Con el servicio Nadal obtuvo una posición mucho más dominante en los intercambios y evitó remar en exceso a contracorriente. Y con la ayuda del mar y de un sol radiante acogotó al número uno con sus habituales bolas profundas, pesadas y saltarinas. A Nole, que siempre se sintió incómodo e inferior, le faltó paciencia y sacrificio. Rehusó ponerse el traje de faena desde el inicio y buscó puntos rápidos. Un grave contrasentido en una pista tan lenta y ventosa, que multiplicó sus errores no forzados. Para cuando quiso reaccionar, Rafa le había desnudado en público con un parcial de seis juegos seguidos.

Porque Nadal volvió a ser el competidor inmisericorde que conocemos. Y esa vuelta a sus orígenes le llevó a agigantar su leyenda en el Principado de Mónaco. En presencia de Borg, al que arrebató el récord de victorias consecutivas en un mismo torneo, sumó su cuadragésimo segundo triunfo y el octavo título consecutivos en el exclusivo Montecarlo Country Club. Nadie salvo él ha ganado 8 ediciones seguidas de un mismo torneo y luce 20 Masters 1000 en su palmarés. Ya tiene 47 títulos ATP en su haber, de los que 33 los ha conseguido sobre tierra batida. En ese apartado sólo le mejoran de momento Thomas Muster (40) y Guillermo Vilas (45).

Pero lo mejor noticia es que el zurdo de oro ha puesto fin a casi once meses sin títulos (desde Roland Garros) y que ha cortado la racha de siete derrotas seguidas, en otras tantas finales, frente a un Djokovic excelso e intratable, al que no ganaba desde la Copa de Maestros del 2010. La foto que ilustra la entrada anterior ha quedado obsoleta, pero pocas dicen tanto como la que encabeza ésta. Nadal ha despedido a sus fantasmas en Montecarlo, con un partido y un grito estruendosos.