Patriots-Ravens (previa de la final de conferencia Americana)
En realidad tampoco es exactamente un reproche. Si la autopista no tiene tráfico, nada te impide dejar el pie dormido en el acelerador y dejarte llevar. Los Patriots solo se han enfrentado a tres equipos clasificados para playoff en toda la temporada. Perdieron con los Steelers en Pittsburgh en la jornada 8, fallaron contra los Giants en su fortín de Foxboro en la 9 y se consolaron destrozando a los Broncos en temporada regular y hace una semana en la ronda divisional.
Se supone que en la segunda ronda de playoff te tendrías que enfrentar a un rival duro de verdad, pero los Patriots, como los Bears hace un año, tuvieron la suerte de verse las caras con el impostor de turno, que por mucho que el apelativo os moleste a algunos, una cosa son los récords y otra muy distinta la calidad.
Me sorprende que algunos analistas estén señalando a los Patriots como máximos favoritos para hacerse con el anillo. En mi opinión, Boston tiene esta temporada el peor equipo de la última década. Aunque, por otro lado, los Pats son un grandísimo misterio. Belichick, consciente de que su temporada ha sido en realidad una larguísima pretemporada en la que hacer probaturas, ha estado moviendo peones por el tablero hasta el pasado domingo. Dudo mucho que Hernandez hubiera salido de backfield como lo hizo ante Denver si el rival hubiera sido de más entidad. Los demás equipos ya están retratados y todos sabemos hasta dónde pueden llegar, pero tengo la sensación de que Belichick ha escondido esta vez sus cartas mejor que nunca.
Los 24 puntos conseguidos por Baltimore en el primer cuarto convirtieron el resto del encuentro en un purgatorio innecesario. Cada vez que Brady intentaba resucitar a su equipo, era interceptado o arrollado por sus rivales. Los Ravens destrozaron a Boston corriendo (234 yardas totales terrestres), colapsando la línea ofensiva y ahogando a un Brady que no tenía tiempo ni de armar el brazo.
Los Ravens siguen teniendo las armas para repetir la fórmula. Su front seven es demoledor, su secundara oportunista y su ataque terrestre puede llevar el peso del partido sin problemas. Creo que la línea ofensiva de los Patriots es mejor que la de entonces, pero, por mucho que Gronko, Hernandez y Welker estén esperando los lanzamientos de Brady, el equipo de entonces tenía un jugador como Randy Moss. Moss obligaba a los rivales a asignarle doble cobertura, era una amenaza constante en lo profundo y desatascaba las rutas de pase corto.
La otra gran incógnita está en el backfield. Todo apuntaba a que Ridley se había ganado el puesto de titular, pero Green-Ellis volvió a ser el más utilizado ante Denver. Belichick lleva buscando sin éxito la manera de hacer daño corriendo desde que se marchó Corey Dillon. La excentricidad de Aaron Hernandez saliendo del backfield, parece más un intento de probar si el TE es capaz de convertirse en el guardaespaldas de Brady en el pocket, ya que ninguno de los corredores de la plantilla es buen bloqueador. Vienen días difíciles para Brady, que será muy presionado, y creo que Belichick quiere darle el mayor tiempo posible cueste lo que cueste. Lo que parece evidente, es que los corredores de New England tienen más éxito en jugadas de engaño que percutiendo.
La defensa tiene problemas para placar, es inoperante frente a ataques sin reunión y fácil de quemar por ataques aéreos dominantes. En los últimos partidos, Belichick ha conseguido reajustarla con éxito y ha parecido mejor globalmente. La suerte para ellos es que este año no se han enfrentado a ataques explosivos, pero tengo muchas dudas de que sean capaces de frenar a Ray Rice. Ante los Ravens no pueden soñar con remontar si su primer cuarto es lamentable, como han hecho tantas veces esta temporada. Si hay un equipo que sabe conservar una diferencia minúscula, ese es Baltimore.
Por eso creo que la única oportunidad de New England pasa por adelantarse de dos anotaciones en los primeros minutos. Necesitan obligar a Baltimore a salirse de su plan de juego y arriesgar desde muy pronto. Si el partido se mantiene igualado, Belichick cometerá el mismo error que los últimos años: se aculará en tablas, intentará controlar el reloj y dar el golpe de gracia en un drive final. Así perderá el partido. Los Ravens actuales controlan el reloj mucho mejor y su defensa se vuelve inexpugnable cuando es necesario. Por último, si los Ravens cobran ventaja, creo que la remontada es casi imposible. El fin de semana pasado vimos cómo las líneas de Baltimore, tanto ofensiva como defensiva, salían derrotadas en la mayoría de los snaps, pero se doblaban sin partirse. En las jugadas realmente importantes recuperaban la iniciativa y ganaban la batalla por K.O. Muy pocos equipos saben dominar los tiempos de los partidos como ellos, para darlo todo y construir un muro cuando de verdad importa.
Si, además, Joe Flacco tiene uno de esos rarísimos partidos en los que se convierte en brillante, la victoria visitante me parece casi inevitable.
No me apetece nada hacer pronósticos sobre las finales de conferencia de este fin de semana. Me parecen dos partidos complicadísimos e indescifrables. Hay argumentos de sobra para considerar máximo favorito al título a cualquiera de los cuatro.
Aunque parezca lo contrario, creo que los Ravens llegan más presionados y obligados a ganar. Se les acaba el tiempo. Los Patriots de este año están de pesca. Se saben poderosos y temidos, pero están reconstruyendo. Si por el camino pica el anzuelo un anillo, bienvenido sea. Pero creo que saldrán a Foxboro mucho más relajados.
Al final viviremos una partida de ajedrez entre el mejor entrenador de todos los tiempos, Bill Belichick y uno de los abanderados de una nueva hornada de técnicos llamada a revolucionar la NFL, John Harbaugh. El domingo, más que nunca, el emparrillado se convertirá en tablero de ajedrez.
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