Packers 20 – Giants 37
Los Packers han realizado una temporada casi perfecta, con solo una derrota en temporada regular. Son los actuales campeones y eran los máximos favoritos para alzar el Vince Lombardi que corona al mejor equipo de la NFL, pero los Giants, convertidos en matagigantes, fueron muy superiores a ellos durante todo el encuentro.
En el ambiente flotaba un ánimo de revancha. Los Giants ya habían eliminado a los Packers en playoff hace cuatro años, y también en Lambeau Field, la catedral de Green Bay, para luego proclamarse campeones ante los Patriots. Este año las circunstancias eran similares. Los de Nueva York han llegado a playoff viniendo desde atrás, remontando, y alcanzando su mejor nivel de juego cuando más importa. Los Packers, por su parte, llevan más de un mes dormitando, ya clasificados, y sin poner toda la carne en el emparrillado.
Por eso, desde los primeros minutos pareció que los Giants estaban más metidos en el partido, más acostumbrados a dar el todo por el todo en cada jugada. En un primer drive maravilloso, en el que Eli Manning balanceó con maestría pase y carrera y consumió mucho reloj, solo consiguieron un field goal (0-3), pero dejaron muy claro que sabían de sobra cual era el camino de la victoria.
Los Packers, más confiados en sus fuerzas, intentaron arrancar como ellos saben, con pases verticales y Aaron Rodgers dirigiendo a su orquesta de receptores. También consiguieron un field goal (3-3). La noche presagiaba duelo de pistoleros.
Los vaticinios se cumplieron cuando, casi inmediatamente, Manning lanzaba un pase de 66 yardas a Nicks que terminaba en touchdown (3-10) y, sin dar casi respiro, Rodgers conectaba con Kuhn para devolver la igualdad (10-10). Se había jugado un cuarto y todas las series ofensivas habían terminado en anotación.
A partir de ese instante terminó la vorágine. El partido cambió totalmente sus registros. Los Giants fallaban un field goal, que era bloqueado, pero Aaron Rodgers descubría que la noche iba a ser muy larga para él. Los rivales le estaban presionando solo con los cuatro hombres de la línea, pero acumulaban jugadores en secundaria para cerrar todas las rutas de pase y cubrir a todos los receptores. Rodgers tenía tiempo para pasar, pero no encontraba a quién. Además, la secundaria de Nueva York cambiaba permanentemente de formación. En una jugada se situaba en zona y en la siguiente cubría hombre a hombre. No paraba de reajustarse con lo que Rodgers era incapaz de descifrar lo que ocurría. Lanzaba pases con mucho riesgo y menos precisos de lo habitual. Los receptores, poco acostumbrados a un marcaje tan pegajoso, y a perder la compenetración con su quarterback, dejaban caer balones inexplicables. Los Packers no eran capaces de poner en marcha su ofensiva de fantasía.
Entonces llegaron los errores. Primero fue Eli Manning, que lanzaba una intercepción, pero en el drive siguiente los Packers perdían la pelota muy cerca de su zona de anotación y Tynes conseguía un field goal que volvía a adelantar a los visitantes. (10-13). Parecía que se llegaría al descanso con ese marcador, pero en el último segundo Eli Manning lanzó un ‘hail mary’ que terminó en touchdown. Se llama así, ‘Ave María’, cuando en el último instante del partido, o antes del descanso, un quarterback lanza un balón lejanísimo a la zona de anotación, rezando para que termine en las manos de un jugador de su equipo. Casi nunca tiene éxito, pero esta vez hizo justicia a unos Giants que estaba siendo muy superiores (10-20).
En la segunda mitad no cambió la tónica. Los Packers seguían cometiendo errores provocados por la agresiva defensa del contrario. Sack a Rodgers y fumble recuperado por los visitantes. Green Bay seguía sin saber como romper la tela de araña que había construido Tom Coughlin, el entrenador rival, para impedir los lanzamientos del mejor quarterback del momento. Rodgers estaba cada vez más desesperado, corriendo él con el balón, obligado a conformarse con un field goal tras ser frenado (13-20) y fracasando en un intento de cuarto down con el que pretendía cambiar el viento del partido.
El choque entró en su recta final y los Giants, fieles a su guión, no se inmutaron por lo cerrado del marcador. Sabían que estaban siendo mejores y que no debían arriesgar. Si tenían paciencia serían los Packers los que terminarían fallando. Con esa filosofía anotaron un field goal más (13-23), provocaron otro fumble y remataron con otro touchdown que casi sentenció el choque. 13-30, tres anotaciones de diferencia y menos de siete minutos por jugar.
Los Packers, a la desesperada, lo intentaron todo, pero ya era demasiado tarde. Su derrota llegó por los balones perdidos, por la imprecisión de los pases de Rodgers, por las manos de mantequilla de sus receptores, por un ‘hail mary’ milagroso y porque los astros se alinearon en su contra, pero, en el fondo, todo lo anterior lo provocaron unos Giants que jugaron un partido portentoso por planteamiento y ejecución.
Aún hubo tiempo para que cada equipo anotara un último touchdown que dejó el resultado final en 20-37, pero Lambeau Field, silencioso, terminó rendido ante unos Giants que nadie terminaba de tomar demasiado en serio, pero que probablemente sean el equipo más completo de los que quedan en competición. El próximo domingo tendrán que demostrarlo en Candlestick Park frente a los Niners. El título de campeón de la Conferencia Nacional y el billete para la Super Bowl estarán en juego.
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