Ravens 20 – Texans 13
Se preveía una batalla defensiva, en la que cada yarda ganada iba a costar litros de sangre, pero los Texans, que han llegado a playoff esta temporada por primera vez en su historia, pagaron la novatada. Después de un buen primer drive en el que conseguían anotar un fieldgoal (0-3) y de frenar al ataque de Baltimore, que no podía avanzar ni una sola yarda, Jacoby Jones cometía un error infantil en el siguiente retorno y regalaba el balón a los Ravens a dos yardas de la zona de anotación. Baltimore es un equipo experimentado al que no se le pueden hacer regalos. Anotó el touchdown, se adelantó en el marcador (7-3) y comenzó a hacer pesar su veteranía y saber estar en los partidos importantes.
Los Texans quedaron conmocionados por el inoportuno error que les había costado tan caro. Su ataque fue parado en la siguiente serie y sus rivales aprovecharon su drive para llegar a distancia de field goal y dejar el marcador 10-3.
No hizo falta demasiado tiempo para que Yates, el quarterback visitante, diera la puntilla a su equipo. Lanzó un balón a Andre Johnson que Webb interceptó. El robo de balón colocó el ataque de los Ravens a 34 yardas de la zona de anotación rival y los locales apretaron los dientes, conscientes de que otro touchdown abriría una distancia casi inalcanzable para sus rivales. Dicho y hecho. Cinco jugadas después, Boldin conseguía el segundo touchdown de su equipo. 17-3, Houston fuera del partido y dando la sensación de que no tenía armas para desarbolar a la defensa local.
Después de que los Ravens volvieran a anotar, comenzó una batalla sorda y violenta que ya duró todo el partido. Las líneas chocaban a muerte, sudando por abrir un hueco minúsculo, cerrar la puerta de entrada, darle una milésima a su quarterback o llegar a él antes del lanzamiento. Ambos equipos intentaban una labor de demolición sobre el rival, pero ninguno lograba imponerse. El balón no se movía ni un milímetro y nadie parecía capaz de desatascar la pelea, cada vez más igualada.
Entonces aparecido Arian Foster, el corredor estrella de Houston, para protagonizar una serie portentosa en la que la línea ofensiva le iba abriendo autopistas que él aprovechaba para cabalgar hacia el fondo del campo rival. Poco antes los Texans también habían conseguido un field goal, con lo que el marcador quedó 17-13. Llegó el descanso y las espadas seguían en alto.
Toda la segunda parte se mantuvo la lucha de trincheras, con los dos equipos intentando romper las líneas rivales. Houston parecía llevarse la palma, pero los Ravens sabían doblarse sin romperse. En terceros downs y cuando los rivales se acercaban a su zona de anotación, frenaban a Foster y engañaban a Yates, que desentonaba con sus errores infantiles en la danza que se estaba produciendo en el emparrillado.
Hasta tres veces fue interceptado Yates en el partido, y pudieron ser muchas más. En cada pérdida de balón los Texans se dejaban una porción de sus posibilidades. El partido se terminaba y no sucedía nada relevante. El juego se atascaba en el medio campo y los Ravens, tras una de esas intercepciones, anotaban el field goal definitivo. 20-13, Baltimore conseguía siete puntos de diferencia y quedaban menos de tres minutos.
Los últimos instantes fueron desesperantes para los Texans que echaban de menos a Schaub, su QB titular, lesionado hace muchas semanas. Veían cómo su sustituto no tenía argumentos para enfrentarse a la experimentada defensa de Baltimore. Yates rifó las últimas opciones de su equipo y la batalla terminó como se esperaba, con el campo de batalla en manos del equipo más veterano.
El próximo domingo, Patriots y Ravens se enfrentarán en Foxboro en la final de la conferencia. El ganador será el representante de la Americana en la Super Bowl de Indianápolis.
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