49ers 36 – Saints 32
San Francisco está en la final de conferencia gracias a una defensa numantina y a un Alex Smith que todo el partido fue a remolque pero que en el último cuarto firmó la mejor actuación de su carrera como profesional.
Los Niners lo tenían claro. Brees debía estar fuera del campo. Las opciones de los locales pasaban por mantener el marcador apretado y no solo hicieron eso, sino que se colocaron 17-0, tres anotaciones por encima de unos Saints colapsados. Dos balones perdidos y dos intercepciones a Brees parecían la antesala de un paseo de los de la Bahía.
Pero Brees terminó resurgiendo, en parte gracias a que su línea consiguió librarse de la presión de la defensa rival y darle tiempo a su QB para pensar. De repente, la defensa de los Niners dejó de ser dominante, mientras dos latigazos de Brees apretaban el marcador. 17-14, los dos equipos al descanso y la sensación de que el QB de N. Orleans había enfocado la mirilla y podía darse un festín en la segunda mitad.
Los 49ers reajustaron su defensa en el descanso y volvió el equilibrio al partido. El front seven de los locales volvió a presionar con fiereza a la línea rival, ahogando a Brees. Los Saints volvían a sufrir una pérdida de balón, y los Niners, aunque no conseguían mantener a su ataque mucho tiempo en el campo, anotaban un field goal y se iban seis puntos en el marcador (20-14).
El esfuerzo de la defensa comenzó a pasar factura. El partido entró en su recta final y se convirtió en un toma y daca sin respiro, ni para los jugadores, ni para el público, que pasaba de la euforia a la desesperación en unos pocos instantes. Field goal de Kasay (20-17) y réplica casi inmediata de Akers (23-17). Pase profundo de Brees para que Sproles adelantara a los Saints por primera vez en el partido (23-24). Quedaban cuatro minutos y Alex Smith, el quarterback de San Francisco, parecía un niño en el campo de batalla, nervioso, despistado y muy presionado por la defensa rival que ahogaba su protección. Parecía que todo el esfuerzo numantino de los 49ers para dominar a un rival que todos los especialistas consideraban superior había llegado a su fin.
Pero estos playoff no se cansan de darnos sorpresas y el QB de los locales se transformó, ayudado por Vernon Davis que, en el mejor partido de su carrera, bajaba todos los balones que llegaban a su territorio. El momento del choque llegó cuando Alex Smith, en tercer intento y ocho yardas por ganar, a casi 30 yardas de la zona de anotación rival, recibió el balón, aceleró hacia la banda amagando el pase y terminó doblando la esquina para correr por su vida y plantarse en la red zone rival mientras las gradas enloquecían. 24-29 y poco más de dos minutos por jugar.
Brees demostró entonces por qué ha sido capaz de batir el récord de yardas de Dan Marino en una temporada y solo necesitó 34 segundos para darle la vuelta a la tortilla. En cuatro jugadas atravesó el campo y volvió a adelantar a los Saints. Además consiguió la conversión de dos que dejó a los Niners a tres puntos (32-29) con 1.37 por jugar. Pocos instantes antes habíamos visto a Alex Smith conseguir una remontada, pero parecía imposible que repitiera la hazaña. Las esperanzas de los 49ers pasaban por acercarse a distancia de field goal, empatar el partido e ir a la prórroga.
El ambiente se cortaba. Todo Candlestick Park contenía el aliento esperando que reapareciera el Alex Smith de la última serie y no el QB fallón y nervioso del resto del partido. Pase a Gore, 7 yardas y 1;07 por jugar. Otro pase de once yardas a Gore. 44 segundos y los locales aún estaban en su yarda 33. Smith se lo tomaba con calma. Dejaba pasar el tiempo y hacía el gesto del arquero, como diciendo a sus receptores que rifaría el balón a lo lejos. Pase profundo incompleto. 40 segundos y todo el campo por delante. Los rostros de los aficionados eran un poema. Alex no podría hacerlo. Tantas horas de batalla épica para morir en la playa.
Y cuando menos se esperaba, cuando comenzaban a brotar las primeras lágrimas, el QB lanzó una bola prodigiosa que atravesó el campo para caer en las manos de Vernon Davis, siempre Vernon, y resucitar a los muertos. Los Niners, el mito grana y dorado, estaban a veinte yardas de la victoria con treinta segundos por jugar. Candlestick Park vivió unos instantes de esquizofrenia, entre los que no podían evitar los gritos exaltados, y los que pedían silencio para facilitar el trabajo de sus guerreros. Pasión contenida, furia en la piel. La Bahía contenía el aliento. Los Saints, todopoderosos y letales, podían ser derrotados con sus armas, en un duelo de pistoleros.
Quedaban 14 segundos cuando la pareja del partido obró el milagro. Alex Smith envió un misil a las manos de Vernon Davis, una vez más Vernon, que tras anotar el touchdown de la victoria rompió a llorar como un niño, corriendo hacia la banda entre el estruendo de una afición enloquecida y la sensación de que estos Niners, los renacidos 49ers, tienen tanto corazón que nadie podrá pararlo.
El sábado en Candlestick Park vivimos el partido del año. Ni más, ni menos. El football a lo grande ha vuelto a la Bahía.
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