Previas divisionales: Ravens-Texans
Ahora vamos a analizar un partido para viejos aficionados. Aquí no hablaremos de fuegos artificiales, sino de show defensivo. Si sois recién llegados a la NFL y os creéis que el espectáculo está en el vuelo de balones y en jugadas de fantasía, esperad a ver a Ngata, Suggs, Ray Lewis, Ed Reed, Watt, Cody, Cushing, Joseph… Para muchísimos aficionados, es mucho más divertido ver a esa panda de caníbales deglutiendo ofensivas.
Espero que nadie se enfade por lo que voy a decir, que últimamente hay mucho picajoso, pero en la NFL, como en cualquier ámbito de la vida, existe lo mutable y lo permanente. Para que me entendáis, mutables son los otros 31 equipos de la competición. Los Ravens son lo permanente. Baltimore en 2011 ha sido el mismo equipo que en 2010, 2009, 2008… y así hasta Dilfer y la Super Bowl ganada hace más de una década. Fotocopias en las que hay que buscar las cinco diferencias, pero donde la filosofía y los cimientos no han cambiado.
Por eso, los Ravens son un termómetro perfecto para saber lo que ha evolucionado el nivel de la Conferencia americana. Si se clasifican para wild card, es que está muy alto. Si terminan con el mejor récord, es que es muy bajo. Ellos siempre rinden igual, juegan a lo mismo y no pretenden engañar a nadie. Quien quiera ganarles tendrá que sobrepasar a su defensa, y eso son palabras mayores.
Como os digo, sólo han cambiado algunos nombres, es lo único diferente desde aquella época en que el gran Siragusa nos tenía hipnotizados con su barriga inabarcable y Ray Lewis era una fiera salvaje que arrancaba cabezas a su paso. Entonces era una defensa de jugadores en la que el sistema perdía importancia ante la experiencia, intuición e inteligencia de sus miembros. Cuando se iniciaba el snap cada uno iba a su bola, haciendo lo que Dios le daba a entender, pero al analizar al grupo entero con más atención, aparecía un espectáculo de Broadway perfectamente sincronizado. La calidad individual provocaba la excelencia colectiva.
En resumen, y para no alargarme, a los Ravens no se les corre, no se les pasa, no se les engaña. Los Ravens son defensa, solo se entienden como grupo defensivo y sacrificarían en la piedra ritual a sus compañeros de ataque y equipos especiales si con ello aseguraran que nadie les anotara. El público de Baltimore no quiere eso tan aburrido llamado touchdowns. Prefiere sacks, intercepciones y sangre. Una anotación en ataque no les ilusiona, es mucho más valorado un robo de balón retornado hasta la end zone contraria.
No os creáis que el ataque es malo. Ni mucho menos. El año pasado tuvo serios problemas con la línea ofensiva, pero más que una cuestión de personal era de compenetración y de poner a cada uno en el puesto en el que mejor rinde. Este año las cosas han cambiado. Es una grandísima línea abriendo espacios a Ray Rice, corredor y hombre clave del ataque. En realidad, nunca dejó de abrir espacios, ni siquiera en los peores momentos. Donde más ha mejorado es el la protección a Joe Flacco. El año pasado el QB sufrió mucho la presión de los rivales y este año ha jugado bastante más tranquilo.
Flacco es un QB seguro, pero no es explosivo. Muchos dicen que el problema es que nunca ha tenido un grupo de receptores poderoso de verdad. Yo creo que tantos años de culpar a los receptores terminan levantando sospechas. Pero también es cierto que Flacco no comete errores graves. En unos partidos desaparece, y su aportación es testimonial y en otros, sin explicación aparente, se vuelve importante para el equipo. Cuidado, no estoy diciendo que se vuelva brillante o que pueda aguantar un mano a mano contra Brady, Brees o Rodgers. Simplemente, se convierte en eficaz. Con todo, yo no le daría el balón en el drive decisivo de la victoria. A veces ha tenido éxito, pero no es garantía de nada. Flacco es un mal menor.
Por tanto, las armas de Baltimore, una vez más, serán la defensa y Ray Rice, quizá el corredor de la NFL más desequilibrante después de Adrian Peterson y Arian Foster, curiosamente, el corredor de los Texans, sus rivales. Flacco no es necesario para que Baltimore pueda ganar el partido, pero su irrupción casi aseguraría la destrucción absoluta de Houston.
Además, Baltimore, como equipo emotivo y lleno de estrellas que se encienden de verdad ante los grandes retos, no juega al ciento por ciento salvo en las grandes ocasiones, y ésta es una de ellas.
Aquí me vuelvo a remitir a la previa de la repesca de Los Texans frente a los Bengals. Ahí expliqué quién era quién y cuales eran sus virtudes y defectos. Nada ha cambiado.
Solo quiero incidir en que si hay un equipo que se parezca a los Ravens fuera de la AFC Norte, esos son los Texans. Tienen una línea defensiva poderosísima y agresiva, un grupo de linebackers formado por bestias especializados en conseguir grandísimas jugadas y una secundaria pegajosa y muy combativa, infranqueable hombre a hombre, interceptora y que solo comete errores en zona a la hora de asignar algunas coberturas. Como veis, la descripción anterior valdría para los dos equipos. La diferencia es que Houston depende más del sistema y de la dirección de la banda y Baltimore es capaz de reajustarse por veteranía e intuición, sin ayuda de los coordinadores.
Foster y Tate me parecen más peligrosos aún que Ray Rice, y creo que u obran un milagro, y consiguen sobrepasar el front seven rival, o Houston está muerto. La línea ofensiva de los tejanos es potente, pero la defensa de Baltimore no va a dar ningún respiro y Yates es un novato que además ya ha demostrado que se colapsa con la presión. Si los Ravens cogen distancia en el marcador y los Texans dependen de la conexión Yates-Andre Johnson, lo más normal es que Ed Reed y compañía se den un festín de intercepciones retornadas para touchdown.
Baltimore juegan en su campo y eso es garantía de victoria. En realidad, los únicos con licencia para ganar de vez en cuando en el M&T Bank son los Steelers, y gracias. No sé con qué compararlo. Quizá con esas películas en las que le dan a un tipo un minuto para comerse su propia mano antes de que una espada baje y le corte en dos. Deberían rebautizarlo como sala de tortura.
El factor local debería romper el equilibrio entre defensas y juego terrestre, pero en el ataque aéreo la diferencia puede ser abismal. Flacco será un muermo, pero tiene experiencia, debería tener más tiempo para pasar y sus receptores, sin ser un escándalo, aseguran eficacia. Yates es un niño entre hombres, la defensa va a intentar cocinarlo en fuego lento (o incluso con microondas) y bajo presión se convierte en un vendedor de lotería.
En temporada regular los Ravens ganaron con claridad a unos Texans que estaban en su mejor momento y con Schaub a los mandos del aparato. 29-14 y Flacco con el día bueno. Yo presiento un día igualado, pero quizá sea por la ilusión que me hace ver a Houston en playoff. Para muchos es el partido menos esperado del fin de semana, pero a mí me parece una delicatessen. Quizá el más atractivo para los aficionados más viejos. Para los amantes del football de toda la vida.
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