Saints 45 – Lions 28
Touchdown de Lions en su primer drive y fumble en el primero de los Saints. La duda parecía resuelta. Había partido. Luego, pasaron los minutos y se comprobó que solo era un espejismo. La defensa de los Lions era incapaz de frenar el ataque de los Saints y Stafford solo podía aguantar el chaparrón con los pases profundos a Calvin Johnson. Los de Detroit se fueron por delante al descanso (10-14) y aguantaron como pudieron hasta final del tercer cuarto, pero terminaron derrumbándose estrepitosamente.
El partido lo ganó Sean Payton antes de empezar. Planteó un ataque en el que el backfield sería protagonista. Desde el primer momento insistió con la carrera y en el pase lateral a sus corredores y desactivó la presión de la línea de Detroit, que también desde muy pronto chocó contra el muro que formó la extraordinaria línea ofensiva de los Saints. Todos esperábamos un partido de ida y vuelta, con larguísimos pases en las dos direcciones. Payton prefirió jugar a controlar el reloj y a desgastar a la defensa rival para dar la puntilla en el último cuarto. Lo que ni siquiera él podía esperar es que la defensa rival claudicara tan pronto.
Los Lions han tenido un problema recurrente durante casi toda la temporada. La defensa, demasiado agresiva, acumulaba penalizaciones a ritmo de golpe. En el último mes se reconvirtió para centrarse más en la contención y evitar los pañuelos. Hasta ahora la fórmula había funcionado, pero casi siempre se había enfrentado a ataques obligados a plantear la batalla en el pase. Ayer, gracias a Pierre Thomas, Sproles e Ivory, descubrimos con sorpresa que esa defensa golpeadora y agresiva tenía problemas inexplicables para placar. Hasta tal punto que los Saints se atrevieron a jugarse cuartos downs en su propio campo y tuvieron éxito en todos. Las estadísticas en terceros down también fueron humillantes para Detroit. Daba igual que fueran intentos cortos o largos. Bastaba un pase esquinado a Colston o a Graham, una carrera interior de Colston por las autopistas que abría la línea, o una exterior de Ivory ayudado por los bloqueos de los receptores, para atravesar la defensa de los Lions sin que nadie fuera capaz de hacer un placaje.
Y hasta aquí la historia del partido. Los Lions se mantuvieron vivos casi hasta el final, pero el guión estaba escrito y los que veíamos el partido nos dimos cuenta de que el desenlace era inevitable, salvo por algún error inesperado. Los Saints empezaron atacando en la segunda mitad. Anotaron y su defensa frenó un ataque de los Lions en el que Kevin Smith aportó muy pocas cosas. Era evidente que el avance sostenido no era viable y que la única manera de mantenerse en el partido era con bombas a Megatron. Pero el remedio era peor que la enfermedad. Aunque los Lions anotaran, lo hacían demasiado rápido y la defensa, agotada por la labor de demolición del ataque rival, volvía al campo desmoralizada y sin tiempo para recuperarse.
En el último cuarto sucedió lo inevitable. Stafford estaba jugando al límite para mantener a su equipo en el partido y fue interceptado. Ahí acabó el sueño de los Lions, uno de los grandes animadores de esta temporada que, sin duda, estará entre los máximos favoritos durante los próximos años, pero que ante los Saints pagó la novatada. Lo contrario que unos Saints que son ahora mucho más favoritos.
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