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Previas de wild card: Giants-Falcons


Antes de empezar, quiero agradecer todas las puntualizaciones que hacéis sobre estas previas. Como he contado alguna vez, quien mucho abarca poco aprieta y los fieles seguidores de los equipos sobre los que estoy hablando podéis corregir errores, ahondar en temas o aportar ideas que a mí se me van a escapar. Dicho esto, vamos al grano. Hoy, de menú, morcilla de León y pollo frito.

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Nunca he escondido mi simpatía por los Giants. Me caen bien. Quizá sea por esa tendencia natural que tengo a llevarle la contraria a todo el mundo con o sin razón. Asumo que los Giants suelen caer mal. Son de Nueva York (New Jersey en realidad, pero pelitos a la mar), históricamente su juego ha sido bronco y poco espectacular, van de chulos por la vida y los pantalones de su uniforme provocan vómitos.

A mí siempre me ha parecido una gente que tiene que lidiar con el vestuario más complicado de toda la NFL, con la prensa más polémica, con el público menos condescendiente. Me gusta pensar que su agresividad defensiva y ofensiva son el último refugio del football de otra época. Una seña de identidad para un conjunto que regularmente se corona como el mejor. Todos sabéis que siento adoración por Coughlin, un entrenador de los de antes, gruñón y malencarado, pero capaz de meter en vereda al jugador más problemático. Por último, el azul de su camiseta es el más bonito que he visto en mi vida. Cuando uso el azul en mis trabajos, siempre busco el ‘tono Giants’.

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GIANTS

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Eli Manning es muy bueno. Sí, en serio. Me encanta ver sus pases. Auténticos disparos de cañón que vuelan paralelos al suelo y se incrustan en los receptores casi partiéndoles por la mitad. Eli sabe pasar, sí señor. Y sabe leer el campo, e incluso improvisar, aunque en eso su hermano le de cien vueltas. Eli te gana un partido con los ojos cerrados, pero, lamentablemente, es capaz de perderlos con la misma facilidad. No es que los pierda él solo, pero el boquete más grande, el que provoca que la nave zozobre, es el suyo.

Siempre ha sido un jugador con un carácter débil y voluble. Un poco como Kerry Collins, que cuando entraba en racha se volvía imparable, pero un golpe mal dado, que le doliera especialmente, le descentraba durante dos o tres partidos seguidos. Eli es así, aunque en las últimas temporadas ha corregido ese defecto. Ahora un golpe mal dado solo le saca de un partido. En el siguiente se recupera, pero en playoff no hay siguiente tras un fracaso. Y ese es el gran defecto de Eli. Todo el mundo sabe que si se siente muy presionado termina por irse del encuentro. Y cuando se marcha, hace las maletas.

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Uno de los problemas de los Giants era la falta de un receptor de referencia desde la encarcelación de Plaxico Burress. La solución apareció gracias a un tipo salido de ninguna parte llamado Victor Cruz, con una capacidad inhumana de conseguir grandes jugadas. Hakeem Nicks y Mario Manningham completan un tridente letal. El juego aéreo de los Giants es capaz de resistir un mano a mano contra cualquier rival en un choque de ida y vuelta.

Pero el arma secreta de los Giants está en su ataque terrestre. ¡Este tipo se ha vuelto loco! me diréis. ¿Cómo puede decir eso del equipo con peor ataque terrestre de la temporada? El motivo es que Ahmad Bradshaw y Brandon Jacobs son una pareja de trolebuses capaces de agotar a cualquier defensa a base de percutir. No estarán entre los mejores en yardas por intento o por partido, pero es en sus mejores días cuando toda la maquinaria de los Giants funciona a la perfección, sin esos atascos en terceros downs que tanto daño le hacen al equipo. Todos estamos pendientes de Eli y de sus apagones como clave para los Giants en estos playoff, pero yo creo que Bradshaw y Jacobs pueden ser más importantes. Si ellos no cometen errores, los de la gran manzana tendrán mucho ganado.

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Otra clave del ataque será la línea ofensiva. Tiene calidad pero, como el resto del equipo, sufre bajones de rendimiento inexplicables cada varias jugadas, con acciones individuales de difícil explicación. Lo de los apagones de los Giants no es de este año. Desde que tengo memoria es un equipo capaz de perder en cinco minutos todo lo conseguido en todo el resto del partido. Así son ellos. Los Steelers o los Bears son duros en defensa y los Giants se apagan. No me preguntéis el motivo.


La defensa tiene un nombre propio: Jason Pierre-Paul, un defensive end que tiene el don de la ubicuidad. Es capaz de estar en todas partes a la vez. Él le ha devuelto la eficacia a una defensa que es un coladero contra el pase y que tiene serios problemas para frenar al rival con el primer placaje. Su irrupción ha obligado a los ataques contrarios a volcarse en él, con lo que Umenyiora encuentra auténticas autopistas, el QB rival pasa forzado, el centro de la defensa puede centrarse más en la carrera y la secundaria trabaja menos presionada y consigue muchísimas intercepciones. Si quieres ganar a los Giants necesitas, como primera medida, desactivar a sus ends. Si lo consigues, el resto del castillo de naipes se terminará derrumbando.

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FALCONS

Los Falcons están en una encrucijada. Desde el primer partido se vio claro un cambio de filosofía. Hasta ahora, Mike Smith había protegido mucho a Matt Ryan, cargando el peso del ataque sobre Michael Turner y el juego de carrera. No es que Ryan estuviera de mirón, había demostrado su calidad, pero el objetivo era comprometerle lo menos posible. Este año Ryan recibió todos los galones y la responsabilidad de guiar un ataque mucho más vertical, con Roddy White, Tony Gonzalez y una elección del draft más que costosa: Julio Jones. Muchos equipos venderían el alma por un trío así.

El experimento falló desde el primer momento. Los partidos en los que Ryan ha intentado más lanzamientos han sido los peores de Atlanta. Cuando Michael Turner se ha vuelto a hacer con las riendas, los Falcons han jugador mejor.

La solución parece sencilla, pero no lo es tanto. El año pasado, los Falcons fueron masacrados por los Packers en playoff casi sin oponer resistencia. La sensación final fue que Atlanta era un equipo diesel, que ganaba si imponía un football control, pero incapaz de meterse en un cuerpo a cuerpo. Este año la conferencia nacional contaría con muchos equipos poderosos en el juego aéreo y los de Mike Smith querían poder aguantarles un partido de ida y vuelta. Los esfuerzos por elegir a Julio Jones confirmaron que el objetivo de este año era transformarse en un equipo tan explosivo como el resto de favoritos. La cuestión es saber porqué ha fallado la fórmula.


He leído todo tipo de versiones contradictorias y explicaciones sesudas. La que más me ha gustado hace referencia al control del reloj. White y Jones son receptores de media y larga distancia, especialistas en grandes jugadas. Ryan ha jugado una temporada excepcional, que debía haberle confirmado en la elite más exclusiva, pero cuando los Falcons se vuelcan en el pase sus drives son demasiado cortos y su defensa está obligada a pasar demasiado tiempo en el campo. Cuando hay más carrera el control del reloj es mucho mayor y la defensa juega mucho menos presionada. Curiosamente, el problema del ataque de Atlanta puede estar en su defensa.

Como sucedió en 2010, la defensa de Atlanta es saneadita, disciplinada, seria y bastante agresiva. Sabe controlar a los ataques de la clase media y baja, pero sufre muchísimo contra ataques explosivos y se desarbola cuando la presionan mucho. No tiene capacidad de improvisación ni jugadores que consigan grandes jugadas, salvo quizá John Abraham. No son malos en nada, pero tampoco destacan en ningún aspecto. A pesar de todo hay dos cuestiones que necesitan resolver con urgencia si quieren llegar lejos en estos playoff. La primera es su ineficacia para defender terceros downs. Creo que esa es la clave de todo el rompecabezas. Es exasperante ver cómo son quemados una vez tras otra cuando parece que han frenado al ataque rival. Además, cada fracaso en un tercer down les hace bajar los brazos un poco más. La segunda es el bajo rendimiento de un Dunta Robinson en permanente cuesta abajo. Ya nadie se acuerda de que fue un primera ronda.

En conclusión, quien quiera ganar a los Falcons deberá frenar su carrera y anular a Turner para que, tras una serie de catastróficas desdichas, la defensa se colapse.


MI PRONÓSTICO: GIANTS +3

Quizá sea el partido más igualado del fin de semana. Ambos equipos son peligrosos y tienen facilidad para conseguir big plays. Los Giants deberán sobreponerse a un par de apagones y los Falcons necesitarán que todo transcurra dentro del guión marcado. El problema es que la anarquía de los Giants, tanto para lo mejor como para lo peor, convierte cada guión en papel mojado. Yo creo que son mejores los Giants, es más, creo que en Green Bay rezan cada noche a San Vince Lombardi para que Detroit gane a los Saints o que, al menos, el partido de la siguiente ronda se dispute bajo buenas condiciones climáticas. Nadie quiere ni verlos.

Ya os lo expliqué en un artículo. Los Giants no son una boñiga, aunque muchas veces lo parezcan. Son un equipazo; un bloque que tradicionalmente se crece en postemporada y que ha cogido el pico de forma en el momento justo. Creo que Packers y Saints nos tienen tan deslumbrados que no nos dejan ver el resto del paisaje, pero también creo que si en la NFL hay un equipo oportunista, son ellos.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl