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El Halloween de la NFC

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Siempre he sido contrario a la importación de celebraciones anglosajonas que estamos viviendo en los últimos años. Me considero castellano viejo, de los que llamamos al pan, pan y al vino, vino, esperamos con ilusión la llegada de los Reyes Magos, vamos al cementerio a presentar respetos el día de difuntos, presenciamos el desfilar de los pasos en Semana Santa con seriedad y recogimiento, corremos en los encierros de las fiestas del pueblo, intentamos dominar aunque estemos cargados de dobles y celebramos el Domingo de Resurrección con un buen cordero lechal cocinado en un viejo horno de leña.

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Así que no puedo evitar presenciar con cierto sobresalto como la chiquillada toma las calles el 31 de octubre al grito de “¡truco o trato!”. Y la cosa se complica aún más cuando veo a mis hijos disfrazados de brujas y zombis, con una sonrisa de oreja a oreja y preguntando si me han asustado lo suficiente, o quiero más. Y eso que la fiesta no es tan novedosa. En mi etapa universitaria ya ‘celebrábamos Halloween a la española’ con tremendas guerras de huevos en la Universitaria y noche cervecera para curar las heridas.

Pero ya habréis leído a Dani Hidalgo añorando los anocheceres fantasmales en su Washington natal, y creo que es un buen momento para repasar a los vampiros, fantasmas, duendes, brujas y zombies que pueblan la NFL en 2011.

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En realidad, este año, miedo, lo que se dice miedo, quizá solo lo den los duendes verdes y amarillos de Lambeau Field que siguen invictos y en un estado de forma envidiable. Pero como decía aquél, la salud es un estado transitorio que no augura nada bueno, y yo creo que, una vez más, la temporada perfecta puede perfectamente terminar en dramón inesperado.

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La NFL es una liga meteórica, pero esa inmediatez también trae consigo un nivel de exigencia muy superior al de cualquier otra competición del mundo. Cada partido es decisivo, y no solo por el resultado, también porque se convierte en un banco de pruebas de cara a la postemporada. Por eso, los equipos aspirantes tienen que buscar un difícil equilibrio mientras bailan en la cuerda floja. Deben mantener un alto rendimiento mientras pulen errores, evitan lesiones importantes y se van ajustando para intentar estar en el mejor momento justo cuando se decide el título. Eso es exactamente lo que hicieron los Packers el año pasado. Durante gran parte de la temporada arrastraron serios problemas para ser competitivos pese a la falta de juego de carrera dominante, para conseguir que su línea ofensiva protegiera con eficacia a su QB y para que sus equipos especiales no tiraran todo el trabajo por la borda. Todos contemplamos como los de Green Bay iban creciendo semana a semana para, a última hora y casi de forma inesperada, convertirse en el super equipo sin defectos del que disfrutamos desde entonces (bueno, lo de los equipos especiales sigue en suspenso, pero algo tienen que hacer mal).

La cuestión es que los Patriots de la temporada regular perfecta empezaron los primeros meses con ese mismo aura de inaccesibilidad y, sin embargo, en la segunda mitad de la temporada comenzaron a desinflarse y a ganar con remontadas rocambolescas y excesivo sufrimiento. En realidad fueron mucho mejores cuando menos importaba que en los momentos decisivos y, como ya he manifestado en bastantes ocasiones, a mí me sigue pareciendo que los mejores Patriots de siempre fueron los que se impusieron en la Super Bowl XXXIX a los Eagles tres años antes. Y ya que estamos, los Giants que destruyeron el sueño de imbatibilidad de los de Boston, comenzaron la temporada siguiente jugando como los ángeles y pasando como un rodillo sobre casi todos sus rivales hasta que, mediada la temporada, comenzaron a desinflarse.

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No digo que vaya a suceder, pero creo que Green Bay tendrá que salvar más escollos de los que parece para repetir título y que en esta fiesta de Halloween hay monstruos que aún están a medio maquillar.

Como ya os he contado en varias ocasiones, sigo empeñado en que la NFC es actualmente mucho más competitiva que la AFC. No me interesan las estadísticas, ni los duelos entre conferencias. Es una cuestión más intuitiva. Por eso pienso que los grandes enemigos para Green Bay llegarán durante los playoff y no en la propia Super Bowl.

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En la NFC hay un dream team, convertido en pesadilla, que está siguiendo exactamente el camino ideal para un aspirante. Los Eagles eran un galimatías de jugadores renombrados hace mes y medio, pero cada vez parecen más un equipo y, curiosamente, cada vez veo a Vick más compenetrado con una maquinaria que potencia sus virtudes y esconde sus defectos. Los Eagles de hoy tal vez no parezcan aún aspirantes al anillo, pero todo apunta a que en enero serán terribles.


Lo mismo me sucede con los Giants. Ya se que muchos les tenéis manía y que canta demasiado que son uno de mis equipos favoritos, pero Eli Manning puede parecer el peor QB de la NFL y poco tiempo después rendir al nivel de su hermano. Eli lleva un par de semanas enchufadísimo y tiene pinta de estar entrando en una de esas etapas en las que se codea con la élite más exclusiva. Vale, es verdad, los azules seguirán ganando a trancas y barrancas, con apagones inexplicables en los momentos más inoportunos, pero los más viejos ya habéis visto en más ocasiones cómo esos apagones van desapareciendo cuando arrecia el frío y los Giants se transforman en el equipo más rocoso de la NFL sin que nadie se de ni cuenta.

La opción Lions se va difuminando por culpa de un backfield sin suerte. Leshoure lesionado en pretemporada, la familia de Jahvid Best suplicándole que se retire tras la enésima conmoción cerebral y el traspaso de Ronnie Brown frustrado en el último segundo. Pero aún no desespero. Los de Detroit me siguen pareciendo un equipazo como bloque y, pese a su duro calendario, sigo pensando que forman un conjunto temible que crece y mejora cada domingo.

Los Niners tiene la clasificación para playoff casi más asegurada que los Packers. Cuatro partidos de ventaja y cinco duelos divisionales pendientes. Gore está que se sale y por fin estamos descubriendo lo que sabe hacer Michael Crabtree. El representante de la NFC Oeste en playoff esta vez no será un impostor.

Donde me cuesta más encontrar en proyecto de crecimiento que les convierta en aspirantes serios es en la división sur. Saints, Bucs y Falcons están siendo profundamente irregulares pero, sobre todo, no parecen encontrar el camino que les convierta en competitivos en enero. Aún no sabemos muy bien a lo que juegan ninguno de ellos. El caso más claro es del de los Falcons que, tras haber fracasado en su intento de convertirse en un equipo más vertical, han dado marcha atrás para volver a los argumentos rocosos que tan buen resultado les dio el año pasado.

Me he extendido demasiado, así que sobre la AFC hablaré en un artículo posterior.


Para terminar, solo un inciso que seguro que dará que hablar. Fox ha dicho que tiene que pensar quién será el QB titular de los Broncos el próximo domingo. Yo, ahora, me acuerdo de Orton, de que acaba contrato tras el fin de la temporada y que lo único que ha conseguido en los últimos meses es perder prestigio y dignidad. Si yo fuera él y Fox llamara a mi puerta, le diría, literalmente, que sacara al campo a jugar a su puta madre (sin acritud y en sentido figurado, claro). Las gradas del INVESCO Field, con sus gritos, han conseguido derruir lo poco que quedaba en pie de una de las franquicias más prestigiosas y respetadas. Fox, si tuvieras las pelotas que ya demostraste que te faltaban en tu última etapa al frente de los Panthers, aguantarías como un machote a Tebow hasta final de temporada, pasara lo que pasara, y después presentarías tu dimisión con carácter irrevocable. ¡Pero qué malo eres, macho!

Hala, feliz Halloween a todos.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl