Llevo casi una semana cambiando pañales y calmando los celos de mi hija mediana, dispuesta a vengarse de la recién nacida para volver a ocupar el lugar de honor en los mimos de sus padres. Para relajarme un poco he entrado en el blog, he visto la batalla campal que se ha formado sobre Tebow y, claro, me han entrado ganas de dar mi opinión sobre el tema.
Antes de seguir, ya os aviso de que hoy no escribiré el tradicional resumen de la jornada. Básicamente porque no pude seguirla con el mínimo de intensidad requerido para poder hacer un comentario de cada partido. De todos modos, me apetece meter baza en el asunto Tebow.
Allá por 2006 o 2007, Manuel Arana me llamó por teléfono un domingo por la mañana par hablarme de un tal Tebow que le tenía alucinado. Como sabéis, yo no sigo demasiado la NCAA y baso mi conocimiento en los informes periódicos que me hace Manolo. Su comentario fue bastante similar a este: “Mariano, en los Gators hay un tipo que es alucinante. Un QB blanco que juega como si fuera negro, saliendo del pocket y corriendo como un loco. Pero no es como Vick. No parece un running back, sino más bien un fullback. Es una especie de gigante que corre embistiendo y se lleva por delante todo lo que se mueve. Pasando es bastante regular, pero le echa unos huevos tremendos y va a convertirse en una gran estrella universitaria. Otra cosa será que triunfe en la NFL”.
Cuatro años después, Tim Tebow era, muy probablemente, el jugador universitario más mediático de la historia. Algunos dicen que por su juego espectacular, otros que por sus ‘excentricidades’, siempre dirigidas a su condición de cristiano comprometido. Posiblemente todo haya ayudado, lo que nadie puede negar es que Tebow es todo un espectáculo.
No creo que ningún jugador en la historia de la NFL haya provocado tanto revuelo como Tebow en tan poco tiempo y tras jugar tan pocos partidos. Hoy en día casi se ha convertido en el tema único para casi todos los aficionados. Hasta hace unos meses, la NFL estaba dividida en 32 aficiones que animaban a sus equipos. Ahora parece haber solo dos bandos: los que quieren que Tebow triunfe y los que quieren que fracase. Fijaos que no digo los que creen que triunfará o fracasará. Me he referido a los que quieren una cosa u otra. A un deseo que, además, es mucho más apasionado que el fervor que la mayoría siente por su propio equipo.
En el asunto Tebow se ha mezclado el deporte con la religión, las convicciones, las opiniones políticas y todos los asuntos que provocan más vehemencia al ser humano. A algunos les importa muy poco Tebow, pero desean que fracase porque desprecian desde lo más íntimo de su ser lo que sus valores representan (o dicen que es una pose de cara a la galería). Otros no siguen la NFL pero le animan cada domingo al considerar que es un ejemplo de lo que significa vivir día a día un compromiso moral con el que están de acuerdo. Incluso algunos de vosotros, en los comentarios de los últimos artículos en este blog, habéis criticado o alabado a Tebow sin hacer ninguna aportación deportiva; valorando solamente su forma de pensar.
Otro asunto que quería comentar es el empeño de defensores y detractores por desacreditar a la parte contraria. El argumento siempre es el mismo: el que piensa distinto que yo no tiene ni puñetera idea sobre NFL. Por favor, que nadie se ofenda, pero ni vosotros ni yo tenemos ni puta idea sobre NFL. John Madden, Vince Lombardi (que en paz descanse), Jeff Fisher y Bill Belichick (cuando no cae en uno de sus ataques mesiánicos) saben de football americano. La mayoría de los mortales somos meros espectadores de un circo incomprensible, ilógico e indescifrable. Cuando McDaniels eligió a Tebow en primera ronda del draft, casi todos los analistas sufrieron ataques de risa. Fox le ha sacado al campo por presión mediática y por resolver de una vez un misterio que ha sumido a los Broncos en el caos más absoluto. Aún hoy, casi todas las voces con cierta autoridad apuestan porque el jugador no conseguirá triunfar en la NFL por su forma de jugar pero, como ya he dicho antes, nadie tiene una bola de cristal para ver el futuro.
Lo único seguro es que Tebow tiene un espíritu competitivo descomunal. Nunca he visto un jugador con tanta ansia de triunfar y de ganar. Además, ese carácter indomable es pegadizo. Lo transmite a quien le rodea, jugadores, aficionados, etc… El final del partido de los Broncos frente a los Dolphins no dejó a nadie indiferente. Todo el mundo lo vio de pie, en tensión. Unos deseaban que ganara y otros que perdiera, pero la pasión brotaba en cantidades ingentes y estaba focalizada en Tebow.
Por eso me parece ridículo el calentón que estáis sufriendo algunos y que se transmite en los comentarios con textos más exaltados y encendidos que nunca (en algunos casos manifiestamente inadecuados e impropios del nivel intelectual y humano que siempre ha intentado mantener este blog). Tebow es una bocanada de aire fresco, un motivo para seguir disfrutando de la NFL y un tipo que está dando y dará mucho que hablar todavía. Es una de esas sorpresas que justifican nuestra afición y, sobre todo, es un gran misterio por desvelar. Podéis creer o querer que triunfe, podéis sospechar o desear que fracase, pero ya se ha convertido, por méritos propios, en un personaje que pasará a la historia de la NFL.
Yo ya he escrito en muchas ocasiones que no tengo ninguna fe en Tebow. Para triunfar en la NFL hay que tener una técnica de pase exquisita, una capacidad superior para leer defensas e interpretar ataques, una paciencia infinita para ser competitivo cada domingo durante muchos años, porque un error no se perdona fácilmente. Tebow tiene muchas carencias difíciles de corregir, pero también tiene un espíritu de lucha que me tiene desconcertado, un ansia de victoria que desconocía, una resolución magnética, un afán de superación casi sobrenatural.
A estas alturas sigo sin creer en el Tebow humano, pero empiezo a pensar que ahí detrás hay algo divino y, la verdad, eso me divierte aún más. ¿Será capaz de seguir haciendo milagros?
mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl