Él, él mismo y Herschel
El pequeño Herschel lo pasaba fatal en el colegio por el acoso de sus compañeros. Tartamudeaba mucho y el trauma que su infancia le supuso le creó la enfermedad de Trastorno de identidad disociativo (llamémoslo TID, volveremos a este tema más adelante). Mientras tanto, su padre sólo encontraba una solución a su obesidad y su falta de ambición: “Hijo, prohibido ver la tele si no haces ejercicio durante todas las pausas de publicidad”. Herschel aceptó y, como haría siempre durante el resto de su vida, empujó los límites al máximo: empezó haciendo 20 lagartijas y 100 abdominales a diario hasta convertirlos en 1.500 y 3.500, respectivamente, una rutina que práctica religiosamente hasta hoy en día con 49 años de edad.
[Tras leer esas cifras escandalosas (pero ciertas, dicen), dejemos que pase un tiempo hasta que vuelvan a desaparecer nuestras inseguridades propias relacionadas al gimnasio y al deporte. Okay...]
Cuando Herschel empezó el instituto ya estaba hecho un titán y venció su tartamudez leyendo libros a voz alta delante de un espejo. Vencer este problema y ver su nueva figura musculosa le ayudó a vencer sus problemas sociales. Herschel se unió al equipo de football de su instituto, los Trojans de Johnson County High School, y ayudó al equipo lograr su primer campeonato de estado corriendo 3.167 yardas en una temporada. El ex gordito adicto a la tele también venció su timidez y se graduó del instituto con máximos honores.
Lo cierto es que con todo lo contado hasta ahora se podría haber concluido el artículo, pero la magia de la vida de Herschel Walker es que va mucho más allá de los registros y lo logrado sobre los terrenos de juego. Al sufrir los traumas de su niñez, Herschel creó un mecanismo de defensa en su cabeza para afrontarlos. Este mecanismo se trataba de distintas personalidades que se activaban en diferentes momentos y reconfortaban al pequeño Herschel. Estas doce personalidades ficticias cogieron forma y fuerza con los años y le han acompañado durante las últimas cuatro décadas, pero no ha tomado una sola pastilla en su vida para remediarlo. TID no es lo que tenía Edward Norton en Fight Club, ya que no hablamos de esquizofrenia. Es, por ejemplo, lo que retrata la serie ‘The United States of Tara’ (que bajo ningún concepto recomiendo) o la película de Jim Carrey 'Yo, yo mismo e Irene', aunque la seriedad es máxima ya que hay momentos en los que su condición ha estado a punto de quitarle la vida a él y a sus seres queridos. Para empezar, hay historias confirmadas de que Herschel Walker, mientras era Cowboy, jugó a la ruleta rusa hasta en dos ocasiones. El destino o una fuerza superior siempre evitó que la bala le volara los sesos y hoy Walker es un cristiano renacido. El TID también le costó a Walker el amor de su vida. Tras 18 años casados, su mujer le exigió el divorcio. Cindy, su amor universitario, se cansó de vivir con Walker. La gota que colmó el vaso fue despertarse una noche con su marido amenazando de cortarle la yugular con una cuchilla de afeitar y, 10 segundos más tarde, preocupándose por ella y preguntando lo que le había pasado.
Estas eran sólo algunas de las doce personalidades de Herschel. Una de ellas, la que recuerda ser galardonado con el trofeo Heisman, ya no aparece y, a consecuencia, él no recuerda haberlo ganado. En entrevistas recientes dice que cree que es porque nunca le hizo ilusión ganarlo. Tampoco recuerda haber cogido un arma en su vida y, por el incidente de la ruleta rusa, vemos que es algo que estuvo a punto de costarle la vida. Herschel le pone nombres a sus diferentes personalidades, al menos a las que recuerda. La que entraba en acción cuando jugaba al football era ‘The General’, y la describe como un “matón competitivo”. Salvo las nocivas, los resultados demuestran que las personalidades de Walker eran productivas y no se limitaban sólo a ser una estrella del football. En 1988, mientras seguía siendo un Cowboy, bailó en el prestigioso Ballet de Fort Worth. Más tarde, intentó clasificarse para los Juegos Olímpicos y rozó el tiempo requerido para representar a EE UU en el relevo 4x4 de 100 metros (los hizo en 10,22 segundos). Y si no era suficiente, probó suerte y pasó con éxito las pruebas de acceso para bobsleigh de dos personas para los JJ OO de invierno de 1992 de Albertville (terminó séptimo, a cuatro puestos del podio). Hoy en día, Walker se mantiene en forma y es profesional en artes marciales mixtas (MMA).
Una de sus personalidades, aún no sabemos cual, se ha propuesto la meta de volver a la NFL: “Quiero ser el George Foreman del football. En su día dije que me gustaría volver a la liga con cincuenta años. A mis 49 años soy un deportista mucho más dotado que cuando estaba en mi veintena y, siendo así, no hay razón por la que no pueda volver. Eso sí, sólo jugaría en Minnesota o Atlanta, que es como casa para mí”. Teniendo en cuenta todo lo que ha conseguido y sigue logrando en su vida, estas palabras de Walker tienen más credibilidad para mí que las de Tiki Barber el verano pasado con 36 años. ‘The General’, si estás ahí dentro, ha llegado de nuevo tu hora...
dhidalgonfl@yahoo.es / twitter: @danihidalgo