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Cuerpo de cigüeña, alma de Raider

Por Dani Hidalgo

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Cada franquicia de la NFL tiene a jugadores que han marcado una época. Pueden ser recientes, como Brett Favre, o de otros tiempos, como Ray Nitschke, ambos en Green Bay. Esta semana nos pasamos a la bahía de San Francisco, en concreto a Oakland, para descubrir al que probablemente haya sido el Raider más emblemático de la historia. Los Raiders contaban con Ted Hendricks cuando aún pertenecían a la ciudad de Los Ángeles pero, al fin y al cabo, ser Raider es algo especial, diferente. A la franquicia de Al Davis la podrían trasladar a Alaska y, aún así, mantendría la misma chispa que tiene hoy en día. A la afición de los Raiders se lo conoce como ser una de las más leales y locas, en el buen sentido de la palabra. Ted Hendricks jugó en Baltimore (1969-73), Green Bay (1974) y los L.A. Raiders (1975-1983). No es de extrañar que este linebacker que, al mismo tiempo, es el mejor bloqueador de field goals y punts de la historia, uno de los defensas más altos en haber jugado al football, amante de la física, las matemáticas y el disfraz, jugara la mayor parte de su carrera en los Raiders.

Theodore Paul Hendricks nació en la Ciudad de Guatemala, Guatemala, el 1 de noviembre de 1947. Su padre trabajaba en una aerolínea y, a los pocos meses, la familia se trasladó a Hialeah, una localidad cercana a Miami (Florida). El lánguido Ted tardó poco en ser el rey de su instituto, Hialeah High School. Con sus dos metros de altura y 99 kilos de peso era una anomalía de la naturaleza sobre los terrenos de juego y en su año ‘senior’ fue ofrecido una beca a Miami University. Con los Hurricanes, Hendricks registró 327 tackles en tres temporadas y, uno de los años, fue quinto en las votaciones del trofeo Heisman, un honor de rara frecuencia para un jugador de línea defensiva.

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En la universidad, sus entrenadores se rascaban la cabeza tras los entrenamientos, porque no entendían por qué desaparecía Hendricks a la hora de hacer trabajo de gimnasio. El linebacker estrella del equipo era el primero en llegar al vestuario para ponerse el uniforme y siempre el primero en marcharse. Resulta que Hendricks estaba totalmente contra la musculación. ¿Por qué? Lo explicaba con un mero “no me gusta” y, ya que sus entrenadores veían que no andaba corto de sacrificio y espíritu de lucha sobre el campo, lo acabaron aceptando. Debido a su envergadura, Hendricks no necesitaba usar fuerza bruta para parar a los corredores contrarios o cubrir a un receptor. Muchas veces, por muy bien que le bloquearan, usaba sus brazos para rodear al jugador de la línea ofensiva y alcanzar al quarterback, corredor o receptor.
 
Mientras sus compañeros levantaban pesas, Hendricks ejercía los músculos de su mente. Su concentración en la universidad era la física y se graduó con honores en la materia. Dicen que para él los problemas matemáticos eran más que una pasión. En sus momentos libres, cuando necesitaba despejar la mente, abría un libro y se ponía a resolver ecuaciones. Sobre el campo, los entrenadores de Miami le acabaron dando la capitanía en defensa por su habilidad de deducir las jugadas del contrario. En el terreno de juego no tenía amigos, pero fuera de él destacaba por ser un dócil intelectual y jugador de football, una rara mezcla. Sus compañeros lo empezaron a llamar ‘mad stork’ (cigüeña loca), por su languidez y extraña forma de ser, y el mote se le quedó grabado para siempre.

En 1969, Hendricks fue elegido por los Baltimore Colts de Don Shula en la segunda ronda. Desde el primer día demostró ser un escándalo de jugador y Shula le empezó a usar como titular a mediados de temporada. La temporada siguiente, tapó dos field goals, cinco pases, hizo 67 placajes y dos sacks, liderando junto a los linebackers Ray May y Mike Curtis, una de las mejores líneas defensivas de la historia. Al final de su segunda temporada, Hendricks ya tenía un anillo de Super Bowl. En 1973, tras mantener una producción constante y, para sorpresa de todos, fue traspasado a Green Bay. Eso sí, había firmado un contrato futurible con la World Football League (una liga cuyo objetivo era de expandir el football por el mundo y dejó de existir tras temporada y media) que, en caso de no cumplirse, le dejaría como agente libre limitado. Muy al pesar de Green Bay, Hendricks se fue tras acumular la friolera de cinco intercepciones, siete ‘kicks’ bloqueados (3 field goals, 3 punts y 1 punto extra). La temporada siguiente, Al Davis no lo pensó y mandó dos rondas de draft a Green Bay (actual dueño de los Raiders) para fichar a Hendricks por los ‘Silver and Black’.


Hendricks ya estaba en casa. El linebacker se ganó al vestuario en su primer ‘training camp’ cuando decidió alquilar un caballo blanco, ponerse un casco de guerra alemán y usar un cono de tráfico como lanza: “Ya estoy aquí para defenderles, ¡he llegado!”. Al mítico John Madden, entrenador de aquellos Raiders, no le convencían demasiado los gestos de Hendricks y, por una disputa con Al Davis, al principio no contaba con la cigüeña como titular. Sus compañeros, en cambio, estaban todos encantados. Ken Stabler, quarterback de los de Los Ángeles hasta 1979, dijo hace años esta frase sobre Ted: “A la mayoría de los Raiders nos iba mucho la fiesta. Pero Ted... Digamos que él solito ya era la fiesta”.

Hendricks siguió entrenándose con normalidad hasta recuperar la titularidad. Mientras tanto, seguía trayendo máscaras y objetos extraños a los partidos, poniéndoselos mientras le tocaba jugar al ataque de los Raiders. Por este tipo de excentricidades, su español fluido y ganar la primera Super Bowl de la historia de los Raiders, en 1976, Hendricks se convirtió en un ídolo en Los Ángeles. En 1978 protagonizó un divertido incidente con Don Shula, cuando los Raiders se enfrentaban a los Dolphins del mítico entrenador. Los Dolphins ejecutaron una jugada (vean minuto 3:00 del vídeo) que Ted reconoció y paró inmediatamente. El linebacker se acercó al banquillo de los Dolphins para gritarle a su extécnico: “¡Don! Esto es insultante. ¿Crees que no iba a reconocer una de nuestras jugadas de 1971?”. El defensa seguía acumulando estadísticas bestiales, pero en 1979, los técnicos votaron unánimemente por rescindir su contrato.

  

Pero Al Davis tenía a Hendricks como protegido e hizo la mejor decisión de su vida, obligando a los entrenadores a seguir contando con él. ‘Kick’em in the Head Ted’ (Dale una patada en la cabeza, Ted), su mote en los raiders, lograría los mejores registros de su carrera durante los siguientes años. Lideró a los Raiders hasta ganar dos campeonatos más y, a día de hoy, es el único jugador de la historia en ganar cuatro Super Bowls sin haber pertenecido a los 49ers, Cowboys o Steelers (franquicias con 5 títulos). En 1983, con 37 años, Hendricks usó su cerebro e inteligencia para leer jugadas cuando los músculos del cuerpo ya le dejaron de rendir como antes. Logró hacer el bloqueo de patada número 25 de su carrera (marca imbatida), alcanzar su octavo Pro Bowl, conseguir su vigésimo sexta intercepción, su sack 61, y lograr terminar su carrera con 16 fumbles recuperados y cuatro safeties. Estos números le valieron de sobra a Hendricks para entrar en el Hall of Fame en 1990. Hoy en día, a sus 63 años, Ted vive en el estado de Illinois con su familia y dicen que sigue sin poder resistirse a acudir con disfraz a una buena Feria del Renacimiento.

dhidalgonfl@yahoo.es / twitter: @danihidalgo