La Supercopa es el puente entre la pretemporada y la temporada. Es el menor de los títulos pero es un título y los cuatro equipos que la juegan quieren ganarla. Sirvan las perogrulladas para apuntar que sí, ganar la Supercopa importa, especialmente al que gana (y gana casi siempre) y sí, perderla duele, especialmente al que tiene prisa por balizar el camino del cambio, por emitir señales de humo que vendan la promesa de una nueva era. Por eso la Supercopa era importante para el Barcelona y muy importante para el Real Madrid, que apenas despejó las incógnitas con las que estrena curso. Funambulismo entre la ilusión y el vértigo, la penúltima búsqueda de un club histórico que últimamente no lo ha parecido, un grande que últimamente no lo ha sido. En Bilbao, donde el Real Madrid perdió la última liga y donde el Barcelona la ganó. Vasos comunicantes y un guión todavía inamovible: ganó, otra vez, el Barcelona.
Dijo Churchill antes del Día D que los estadounidenses siempre tomaban la decisión correcta pero después de haber probado todas las otra alternativas posibles. La sección de baloncesto del Real Madrid aspira, en el mejor de los casos, a una consideración semejante al abrigo del fichaje estratégico de
. El mallorquín ha invertido la dinámica pesimista con la que comenzó el verano blanco y supone una bala de plata (y una gran apuesta de talonario, esta vez sí) en la guerra que a nivel deportivo, de gestión, de imagen y de estructura no ha parado de perder en los últimos tiempos ante un Barcelona entregado a las eficientes manos de Chichi Creus. En ambos bandos hay pros y contras, en el blanco más incógnitas y una solidez todavía de papel ante los condicionantes que impiden vislumbrar el éxito o un fracaso que sería un golpe atroz en la estructura de una sección que quiere escapar de la ciénaga. Veamos.
El Real Madrid, en la encrucijada. Otra vez
Pros: El Real Madrid es un equipo joven con un sano acento en el producto nacional y un entrenador con todo por demostrar y al que por lo tanto se le supone ilusión, ambición y flexibilidad como herramientas contra la evidente falta de horas de vuelo en la elite. El Real Madrid volverá al Palacio y dejará la Caja Mágica y ha fichado a Rudy entregándose de forma incondicional en un contrato en firme pero que mañana (entiéndase el próximo verano) podría ser, aunque ahora mismo no sea probable, papel mojado. Rudy, con todo, es la estrella que no ha elegido el Barcelona, el jugador diferencial, el ‘hombre franquicia’ que ha faltado en las últimas grandes citas. El Real Madrid, y en la práctica es tan importante o más, ficha los tan añorados puntos y físico para su rotación exterior (Carroll, Pocius) cuida la eclosión de Mirotic, confía en la solidificación de Tomic y Begic y deja en pretemporada algunas pinceladas que dan valor al trabajo de Laso: Suárez como alero integral que ataca al poste y rebotea, Velickovic única y exclusivamente como ‘4’, jugar rápido en transición, quitarse cadenas y complejos.