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Tres claves de la primera jornada

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Estoy completamente abrumado. Durante la offseason solemos recuperar viejos partidos, resúmenes y documentales. Acostumbramos la vista a contemplar algo que conocemos, donde la sorpresa no existe. Por eso, cuando vuelve la NFL en directo suelo sufrir un tremendo shock. Un “¡doctor, no veo nada!” mezclado con un ansia irrefrenable de atragantarme de football.

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La consecuencia de los síntomas anteriores es que la primera jornada ha pasado dentro de una nebulosa. El uso del Game Pass no ha ayudado. Hasta ahora, yo lo había contratado en jornadas sueltas para ver partidos que me interesaban especialmente. No había sentido la necesidad de juguetear. Me había limitado a ver lo que quería. El domingo sufrí una fiebre frenética que me llevó a intentar tener el mayor número posible de partidos simultáneamente, y a cambiarlos compulsivamente en una ruleta de autodestrucción. Me fui a la cama, muy de madrugada, completamente agotado de tanto cambiar pantallas y con la sensación de no haberme enterado de casi nada.

Por suerte, he encontrado huecos para volver a ver algunos cuartos en diferido y digerir algo más todo lo que sucedió.

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Quería empezar por los Colts, que han sido grandes protagonistas en este blog gracias a las tribunas libres de Jordi. De entrada, me reafirmo en lo que llevo diciendo desde antes de que empezara la temporada: creo que Petyon Manning ya jugó el que será su último partido como profesional el año pasado contra los Jets. Su lesión es grave. Por mucho que digan, no volverá este año. Por lo que he leído en webs americanas que han entrevistado a médicos especialistas en su lesión, en la última operación se buscó una solución casi desesperada que en la mayoría de los casos no tiene éxito. En realidad no es un tema opinable. Manning volverá o no independientemente de lo que yo piense. Es más bien un pronóstico.


Lo que está claro es que los Colts tienen asumido que encontrar cuanto antes un sustituto de Manning es más que urgente. Yo espero que lo hagan con el número uno del próximo draft. El problema no es que tengan malos jugadores, sino que se han convertido en un pollo sin cabeza. Indianapolis ha sido durante estos años un caso único dentro del universo de la NFL. Toda la estructura del club ha girado en torno a un jugador, desde el primer empleado hasta el último. Tom Moore fue durante muchos años más un consejero que un coordinador ofensivo ‘de facto’ y Christensen llegó mentalizado para hacer algo similar. En realidad todo el staff técnico estaba muy condicionado por las decisiones de su QB.

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La plantilla no estaba creada para potenciar el grupo, sino para magnificar las virtudes de su ‘mariscal’ (quizá, por una vez esta palabra tenga sentido aplicada a un QB). El backfield tiene misiones muy diferentes a un grupo de corredores normal. Edgerrin Games terminó por marcharse, casi desesperado, con el convencimiento de que podía haber sido una megaestrella, pero que había sacrificado lo mejor de su carrera siempre a la sombra de un líder que le infrautilizaba. La línea ofensiva tenía carencias evidentes, pero era perfecta protegiendo a Manning, todos ellos danzaban en un baile milimétrico enfocado a darle un instante más a su estático líder. El caso de la defensa es similar. No necesitaba ser un muro. Sabían que Manning era capaz de mantener un cara a cara contra cualquier rival. Para ellos era más importante conseguir grandes jugadas puntuales y dar el do de pecho en dos o tres drives decisivos. Ha sido una defensa práctica como ninguna, sin importar sus números, porque en esos ‘drives calientes’ solían tener éxito.

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Una vez eliminado el factor Manning, un grupo de buenos jugadores se ha convertido en un chasis sin motor. Muy bonito, brillante y lleno de detalles, pero sin nadie a quien servir. Cuando digo que los Colts sin Manning no tienen el nivel mínimo para jugar en la NFL, no me refiero a la falta de jugadores buenos; pienso en un grupo de turistas japoneses muy listos, pero abandonados a su suerte en el centro de Madrid. En pocas horas habrán sido atracados, saqueados y timados, sin entender lo sucedido. Los Colts se han quedado sin guía turístico nada más bajarse del avión.


Otro asunto. Hace pocos días me la jugué a todo o nada a favor de los Lions. Últimamente no suelo dar ni una cuando hago pronósticos. En realidad no me preocupa. Solo pretendo haceros pensar, para que os forméis vuestro propio criterio. Pero esa apuesta tan arriesgada me obliga a seguir al equipo de Detroit con especial interés mientras se mantenga en la lucha. Si se desfonda, habrá llegado el momento de que os pitorreéis de mí.

El partido de los Lions frente a Tampa me encantó. Me pareció un lujo. Sin fuegos artificiales, pero serio, de esos que abundan cuando comienza el frío en la competición. Hay un detalle que demuestra el partidazo que hizo la defensa de los Lions. Raheem Morris fue interrogado sobre LeGarrette Blount tras la derrota. Había rumores de que se había lesionado durante el primer cuarto, tras solo cuatro intentos, pero volvió a aparecer en otra jugada aislada al final del partido. Nadie entendía lo que había sucedido. Morris desveló el misterio cuando dijo a la prensa que Josh Freeman no había encontrado un resquicio para dirigir el ataque cuando partía pegado al center. Mediado el segundo cuarto, los Bucs no habían llegado a las diez yardas ofensivas totales. La culpa de la debacle fue la asfixiante defensa que plantearon sus rivales. Morris decidió entonces jugar el resto del partido en ‘shotgun’ para intentar darle más tiempo a su QB. El especialista en el backfield para ese tipo de formaciones es Earnest Graham, por eso Blount quedó casi inédito.

Stafford volvió a demostrar que si se mantiene sano estará en la super élite en muy poco tiempo, Jahvid Best confirmó que sin lesiones será un alma letal en el esquema ofensivo de Detriot, el grupo de receptores es numeroso y más que brillante con Calvin Johnson, Burleson y Pettigrew, pero, por encima de todo eso, la defensa obligó a Tampa a cambiar su plan de juego en muy pocos minutos, se reajustó de inmediato cuando sus rivales explotaron nuevas armas y solventaron sin problemas el casi siempre terrible sprint final de Freeman. Comenzó como una broma en mi análisis de pretemporada e insistí en otro artículo posterior, pero cada vez estoy más convencido de que estos Lions son serios aspirantes al anillo si les respetan las lesiones.


Por último, una consideración sobre los Patriots. Tom Brady abrió el lunes el debate de la gallina y el huevo en la estructura jerárquica del equipo. Hasta ahora estaba universalmente aceptado que Belichick era la mente pensante y Brady su brazo ejecutor. Cada vez estoy más convencido de que hemos hecho de menos al QB en el factor táctico. Incluso hemos hablado durante muchos años de que ese era el aspecto en el que Peyton Manning le superaba con claridad.

Ante los Dolphins, Brady se pareció a Manning más que nunca. Él marcó el ritmo de partido en una ofensiva sin reunión ‘made in Peyton’ que además se desarrollaba a un ritmo infernal. Parecía que los Patriots estaban en un permanente último minuto de partido y sin tiempos muertos. Brady encadenaba ‘audibles’, sin los aspavientos de Manning, pero con discreción y eficacia quirúrgica. Además, explotaba las fallas que iban surgiendo en la defensa con una malicia insultante. Ponía la diana donde el defensa estaba más cansado, acalambrado o desconcertado. Incluso ha provocado el despido de Benny Sapp, DB de Miami. Eso no se dirige desde la banda. Belichick fue un mero espectador. Brady fue un coordinador ofensivo dentro del campo y por eso me replanteo el orden de valores dentro de la franquicia. Ya no creo que haya un cerebro y un brazo ejecutor. Veo mucho más de tanto monta, monta tanto.

Otro tema sobre los Patriots. Insisto en que con su backfield van a tener serios problemas. Los de Belichick se convierten en un rodillo cuando consiguen ventaja en el marcador. Hasta entonces suelen sufrir para coger ritmo y jugar a gusto. Fue muy significativo que ganaran el sorteo de campo y decidieran empezar defendiendo. Su cálculo fue que en el drive inicial del tercer cuarto podrían abrir distancia en el marcador para jugar con el viento a favor hasta el final. Fue lo que sucedió. Pero durante el primer cuarto y medio los Pats estuvieron bastante incómodos en bastantes momentos, y daba la sensación de que los Dolphins, con un gran Henne, por cierto, podían mantener a sus rivales aturullados hasta el final. En el fondo es lo que sucedió en playoff contra los Jets. Esta vez, Brady sí fue capaz de encauzar la ofensiva. Lo consigue casi siempre, pero con la limitación que supone no poder ayudarse del juego de carrera. Woodhead y Green-Ellis estuvieron fenomenales, pero no sirven para asentar una serie terrestre que obligue a las defensas a reajustarse. Casi todas las jugadas de carrera parten de engaños. Falta un jugador que percuta, que de miedo, que se pueda convertir en un factor real. Si Brady falla, Woodhead y Green-Ellis también lo hacen. No hay un Peterson, un Foster, un McFadden, o incluso un Benson, que pueda poner en marcha un plan B. Han vendido que Vereen o Ridley han llegado para eso, pero que no hayan recibido ni un balón en todo el partido me parece muy sospechoso.

Quizá sean conclusiones precipitadas, pero los Colts no tienen arreglo, la defensa de los Lions parece letal y los Patriots tienen un gigante con un gran agujero a su espalda.