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Packers 42 – Saints 34 ¡Qué grande es el football!

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Es curioso cómo se nos olvidan, de un año para otro, las sensaciones que provoca un partido de la NFL en directo. Y sobre todo uno tan bueno como el que presenciamos la pasada madrugada. Tenemos una memoria de emociones, pero se van diluyendo con los meses. Con la patada inicial rebrotan de sopetón para devolvernos a la maravillosa realidad que es disfrutar de la NFL.

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Por otro lado, que los más novatos no piensen que será siempre así. En el campo estaban Aaron Rodgers y Drew Brees, dos grandes genios que, además, juegan en esquemas ofensivos consagrados a hacer volar el balón. El juego de carrera fue casi testimonial durante casi toda la primera mitad, a pesar del impresionante touchdown de carrera de Starks, y durante la segunda fue usado sobre todo para desatascar drives poco fluidos. Los números cantan. Los Saints intentaron 49 pases y 21 carreras en todo el partido. Los Packers, 39 por 27.

También se confirma que los kickoffs desde la yarda 35 son una gran pérdida para el espectador. Y lo digo con una falta consciente de oportunismo. Vale, es verdad, Cobb anotó un touchdown de retorno maravilloso, pero ocho touchbacks (renunciar a retornar) totales, de catorce patadas, son una barbaridad. Esa regla va a dar mucho que hablar y puede herir de muerte uno de los lances más importantes y espectaculares del juego.

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Ya que hablamos de equipos especiales, los de los Packers estuvieron horribles. Fueron los máximos culpables de que los Saints se mantuvieran siempre en el partido. Deberán mejorar significativamente en la cobertura de retornos si no quieren llevarse disgustos como los de San Diego en 2010.


La secundaria de los Saints fue un coladero, pero el auténtico problema estuvo en la falta de presión del front seven sobre Rodgers. El QB tuvo todo el tiempo del mundo para pasar al placer durante casi todo el partido. Cuando la defensa visitante se comenzó a ajustar, volvió a ser superada, esta vez por las carreras de Starks y Grant. En el partidazo ofensivo de los Packers hay mucho de rodillo y máquina bien engrasada, pero también bastante de fragilidad defensiva rival.

La defensa de los Packers tuvo drives brillantísimos, pero también apagones preocupantes. 500 yardas en contra son un número salvaje. Y más si tenemos en cuenta que Brees jugó gran parte del partido muy presionado y perdiendo la compenetración con sus receptores. Parar a Brees en cuarto down, o en la angustiosa jugada final en la propia yarda uno, fueron pinceladas decisivas de genialidad, pero en demasiadas ocasiones se vieron quemados de forma inexplicable. El mayor consuelo es que no se enfrentarán muchas veces más a ofensivas tan dominantes como la de los Saints.

Con todo, cada vez tengo más sensación de que las defensas juegan en inferioridad de condiciones en la NFL moderna. Empieza a ser muy complicado ver a bloques defensivos llevar la iniciativa del juego.

Mereció la pena sacrificar una noche de sueño. La temporada acaba de comenzar y ya hemos presenciado uno de sus mejores partidos. Packers y Saints, más allá del resultado, demostraron que tienen argumentos para volver a encontrarse en una hipotética final de conferencia. Tienen más armas ofensivas que casi nadie y los defectos mostrados en defensa y equipos especiales huelen más a falta de rodaje que a auténticas carencias insalvables.

Como se dice en estos casos, ¡Que no decaiga la fiesta!