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¡Arrepentíos, pecadores!

 

Anoche me quedé a ver el Broncos-Cowboys y volví a contagiarme de la enfermedad que tiene sumidos a los aficionados de los Broncos en una esquizofrenia incurable. Una voz interior repite una y otra vez la misma letanía en mi cabeza: “Tebow es El Elegido. Arrepiéntete y recorre el mundo siguiendo sus enseñanzas”.

Y oye, llevo toda la mañana de rodillas, en posición penitente delante del ordenador, viendo jugadas suyas en Youtube, incapaz de hacer otra cosa. Las lágrimas me resbalan por las mejillas mientras grito una y otra vez de forma convulsiva: “¡Perdóname Señor porque he pecado!” y siento un ansia irreprimible por quemar en la hoguera a todos los infieles del maestro Tim.

Mi mujer y mis hijos se han encerrado con llave en otra habitación y piden ayuda por la ventana, mientras la policía golpea la puerta de la casa y me exige que salga inmediatamente con las manos en alto.

Es broma, pero aunque todos los defectos que hemos enumerado mil veces siguen apareciendo en cada jugada, también es cierto que parece medir dos cabezas más que el resto de los jugadores, que da la impresión que siempre tiene una genialidad en la chistera y que terminas completamente hipnotizado deseando que termine el drive ofensivo del equipo rival, para volver a verle aparecer en el campo. Cuando Fox le sentó, me fui a la cama.

¡Pero cómo puede ser tan divertido ver jugar a ese tipo!