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Sobre rúbricas, atribuciones, Vicks, Tebows y otros seres mitológicos


Antes de nada os cuento que el nuevo convenio laboral fue firmado ayer jueves para alborozo del personal. El grueso del asunto ya estaba resuelto desde hace unos diez días. Solo quedaban algunos flecos que ya se han cerrado.

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Lo novedoso de los últimos días es que la NFL podrá hacer controles de sangre anuales a los jugadores para perseguir el uso de hormona de crecimiento. Quizá esa sea la mejor decisión para frenar la escalada de lesiones graves y conmociones que hemos sufrido en los últimos años. A los jugadores no les ha hecho demasiada gracia, pero al final han cedido. Buena noticia.

Pero al lado de cada alegría hay siempre un disgusto. Goodell podrá seguir sancionando a diestro y siniestro con el único argumento de ‘conducta impropia’. Será como esos predicadores de las viejas películas del oeste que, esgrimiendo su interpretación de la Biblia como único argumento, se convertían en policías, jueces y verdugos. Goodell volverá a desacreditar a los árbitros, a usar distintas varas de medir y a tomar decisiones descabelladas que pueden influir en el desarrollo de la competición, sin que nadie pueda evitarlo, porque las apelaciones a sus decisiones sumarísimas llegarán a su mismo despacho. Un despropósito. Parece que nunca nos libraremos de este tipo. Mala noticia.

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A partir de este punto, quiero entrar en el debate que se ha abierto en el blog tras el último artículo, que además es un debate recurrente en todos los foros de la NFL. ¿Puede triunfar Tebow en la NFL? En realidad es un artículo que ya me pedisteis el año pasado y que esquivé con una larga cambiada. Ahora voy a meter las manos en el fango aunque lo que voy a decir ya os sonará a los que me leéis desde hace más tiempo.


Antes de seguir adelante, una introducción. Los que apuestan por los nuevos quarterbacks móviles siempre esgrimen la bandera de Steve Young. Me parece una herejía. Siempre que hago un ranking de los cinco mejores QBs que yo he visto jugar incluyo a Steve Young. Y muchas veces he escrito que, en mi opinión, era el más completo y, tal vez, el mejor de todos. Ninguno de los jugadores totales que han surgido en la última década se parece en nada a Steve Young. El de los 49ers era letal en el pocket y fuera de él, estático y corriendo, en el pase corto y en el largo. Ninguno de los superatletas de ahora es capaz de jugar a gusto en una West Coast Offense. Young la convirtió en un arte. En los próximos párrafos me entenderéis mejor.

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Yo siempre he descreído de la decisión de los Eagles de apostar por Vick. No niego que Vick sea un espectáculo, que casi asegure la clasificación para playoffs, pero me parece imposible que pueda llevar a un equipo a la Super Bowl y ganarla. El motivo, aunque os parezca increíble, es que Vick es muy fácil de defender.

Los equipos de la NFL preparan la pretemporada pensando en la forma de jugar y los jugadores clave de sus rivales divisionales. En esos seis partidos está la llave para seguir vivos en enero (excepto en el caso de los Raiders, pero ya se sabe que en los agujeros negros las leyes de la física dejan de estar vigentes). El año pasado Vick pilló desprevenidos a casi todos sus rivales, que no se ajustaron de verdad hasta los últimos partidos de la temporada. Este año no habrá efecto sorpresa. Giants, Cowboys y Redskins están centrados en frenar al QB como uno de sus deberes fundamentales del verano.

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Y, como os decía antes, Vick es sencillo de defender para un equipo potente. Simplemente hay que impedirle salir del pocket. Es curioso. Cuando un equipo se enfrenta a Petyon Manning, Tom Brady, o cualquiera de los otros QBs de la super élite de la NFL, el objetivo prioritario es presionar en el pocket, obligarles a salir de él y romper el ‘timing’ con los receptores. Con Vick hay que hacer lo contrario. Un plan de juego que sería un suicidio ante casi cualquier equipo, se convierte en el ideal en este caso.

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Saints, Buccaneers y Panthers cerraban todas las puertas de salida a Vick cuando era el líder de los Falcons. Tardaron un par de años en darse cuenta de que esa era la solución del problema. Ahí fue donde comenzó esa carrera de fondo por convertir a Vick en un buen pasador. En Atlanta no lo consiguieron.

Los Eagles ficharon a Vick y lo primero que hicieron fue enseñarle a pasar y leer defensas. A ver, dicho así parece que Vick es incapaz de hacerlo. No es verdad. Es un QB con un brazo potentísimo, pero su precisión no es la ideal y, sobre todo, sufre mucho a la hora de descubrir lo que hacen sus rivales. En esos dos aspectos no está ni de lejos entre la élite de la NFL y, curiosamente, son los aspectos que suelen marcar la diferencia en un QB.

Volvemos a Steve Young y, en un inciso, a mi amigo McNabb. Young recogía el balón en el snap y casi al instante lanzaba un pase letal entre líneas, o esperaba con paciencia para lanzar un pase largo, o se movía fuera del pocket para ganar yardas corriendo o lanzar un pase de touchdown con la jugada rota. En todas las facetas era un maestro.


McNabb recoge el balón y sufre para lanzar un pase inmediato. Es como si se le nublara la vista. En uno o dos segundos vuelve a enfocar, pero las rutas cortas ya están quemadas. Entonces mira a lo profundo. Lo bueno de McNabb, en lo que ha sido un genio sin parangón, es su capacidad para aguantar el balón haciendo quiebros detrás de la línea de scrimmage y manteniendo el brazo armado. Cuando la jugada está rota, el caos campa por el emparrillado y nadie entiende nada, es el momento en el que McNabb lo ve todo cristalino y lanza un pase letal. Lo de menos es que sea capaz de arrancar a correr si tampoco encuentra ese pase.

Vick recoge el balón tras el snap y tiene los mismos problemas que McNabb para enterarse de lo que está sucediendo. El pase corto queda demasiadas veces descartado. Después busca el pase largo. Ahí si que es peligroso, porque tiene brazo y es valiente, aunque el punto de mira no esté muy enfocado (hay que aceptar que el año pasado fue mucho más certero que en su etapa como Falcon). Si no encuentra pase largo no mantiene el brazo armado. Olvida el pase y comienza a buscar rutas de escape. Cuando los rivales las cierran todas, Vick se desconcierta y comienza a hacer locuras.

QBs como Manning o Brady forjan su leyenda en ese pase inmediato. Es menos espectacular, pero que mueve las cadenas y destroza a las defensas. Además, tienen precisión quirúrgica de sus pases largos. No necesitan movilidad. Otro ejemplo son Favre o Marino, que en su primera época eran muy móviles pero cuando se volvieron estáticos siguieron siendo tanto o más peligrosos que antes. La movilidad es, quizá, el factor menos importante para un QB.


Vick es tan rápido, tal atlético, tan elusivo, que incluso cerrando todas las puertas puede encontrar un hueco por el que escapar. El ejemplo fue la remontada mágica ante los Giants. Durante tres cuartos fue una sombra con tiempo para pasar pero sin espacio para correr. Los de Coughlin le frenaron como os he contado. Pero era un partido a la desesperada. Una derrota clasificaba matemáticamente a los Giants y complicaba mucho la postemporada a los Eagles. Vick comenzó a arriesgar con pases de todo o nada y terminó por desarbolar a la defensa de los Giants. Es tan bueno que puede conseguir algo así, lo que me parece imposible es que le salga bien en tres o cuatro partidos consecutivos de postemporada frente a las mejores defensas de la NFL.

El caso de Tebow es muy similar al de Vick. Al menos por ahora, es lentísimo desde que recibe el balón hasta que adopta la posición de pasar y, como os he contado, es en esos instantes donde se traza la línea que diferencia a los buenos de los mitos. Lo malo es que la velocidad de Tebow ni siquiera es equiparable a la de los buenos. En realidad, los Broncos casi siempre usan con él formaciones en shotgun para darle un tiempo extra. Tampoco parece que sea un genio de las lecturas, ni su brazo despide bombas que viajan con un spin perfecto. Sus pases tienden a ir flotados. Por último, él no es un corredor elusivo y escurridizo como Vick. Tebow corre como un fullback, bajando la cabeza y embistiendo a todo lo que le sale al paso. Corriendo así es muy difícil conseguir esos primeros downs con carreras de más de diez yardas a los que nos tiene acostumbrado Vick. Vale, por ahora lo ha conseguido, pero aprovechando el factor sorpresa y frente a defensas que no han trabajado cómo frenarle.

Pero tenéis razón, El arma que diferencia a Tebow es su espíritu de superación. Quizá sea capaz de armar el brazo con la rapidez requerida, leer defensas con éxito, lanzar misiles precisos a las manos de sus receptores y salir corriendo sin dificultad. Todos los que le conocen creen que puede conseguir eso y mucho más. Voy a aceptar que el “Yes we can” tan de moda en los últimos años se puede aplicar al jugador. Entonces no entiendo por qué los Broncos no hacen una apuesta sincera por él. Estoy completamente de acuerdo con el comentario de que es mejor un 4-12 con Tebow que un 6-10 con Orton. Por eso no comprendo el empeño de Fox y Elway por conservar a los dos.

Creo que tanto Fox como Elway creen que Tebow será flor de un día y que, a la larga, la misma afición que ahora les exige que sea el titular, puede echarles en cara una temporada nefasta con él al mando. La memoria del público es muy corta y cuando el vecino de localidad empieza a abuchear nace un ansia irrefrenable de hacer lo mismo. En los despachos de estos Broncos no hay suficiente valor como para apostarlo todo a Tebow.

Tebow se ganó su fama, en los Gators, contra defensas en las que solo dos o tres jugadores podían aspirar a ser titulares en la NFL. Ahora tiene enfrente a los mejores jugadores del planeta. Tengo mis dudas de que contra ellos sea capaz, de verdad, de hacer muchas grandes jugadas durante mucho tiempo.

Vick o Tebow no son ‘scramblers’. Han llegado aún más lejos en su forma de jugar. Quizá sean dos monstruos, y terminen siendo seres mitológicos. Algunos dicen que son la cabeza de playa de lo que será el football americano dentro de muy pocos años. Yo no lo creo. Pasado el efecto sorpresa, se vuelven previsibles.

En el fondo, todo el mundo sueña con tener un Peyton Manning o con un Tom Brady en su equipo.