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Muniain como solución a la falta de pegada de la Sub-21

Las botellas vacías de agua y las espinilleras volaron en el vestuario de la Sub-21 en la noche del domingo. El enfado fue monumental. Mayúsculo. Inglaterra había empatado a España un partido inaugural que parecía controlado, pero que no se terminó de sentenciar. La Eurocopa no permite generosidades. Tampoco lo hizo esta vez. Es más, la falta de pegada es un defecto difícilmente corregible. Pues bien, los jugadores de Milla hicieron gala de ella en su estreno continental y, lo que es más preocupante, tampoco dieron la sensación en ningún momento de tener la profundidad necesaria como para poner un lazo al brillante juego combinativo que se generó por detrás. Sirva como ejemplo que el único tanto español llegó en una jugada a balón parado. O que únicamente se remató tres veces entre los tres palos.

Estadísticas, números puros y duros, que cobran aún más importancia si se comparan con los completados por el rival. Inglaterra tiró una vez más que los nuestros a puerta y sus delanteros Welbeck y Sturridge acabaron con más lanzamientos a gol entre los dos que todo el equipo español.

"Hay que mejorar arriba", fue el sentir de los futbolistas al llegar al spa en el que se relajaron en la mañana de ayer. Esa preocupación también se divisa en el cuerpo técnico, que ya ha visto repetido el estreno. Sin perder el positivismo, Milla y sus colaboradores buscan aires nuevos. Lo probaron en el debut ubicando a Jeffren en la banda para potenciar su velocidad y abrir el campo. No funcionó. Apostaron por Adrián en la punta de la lanza para que generara huecos. Tampoco funcionó.

Así que ayer, en torno a un café y con Fernando Hierro presente, volvieron a darle vueltas al asunto. Se buscan frescura, dinamismo, alegría. Se quiere dotar de otras cosas al ataque mañana ante la República Checa. Y la solución puede ser Muniain, el más joven del grupo pero quizá el más descarado, un hombre de banda pero que participa por el medio, un recurso para situaciones quebradas. Otra alternativa posible es Bojan, al que el técnico siempre ha cuidado con un tacto especial. O Capel. Opciones hay. Y nombres propios también. Hace falta un giro que endulce el juego. Muniain podría ser ese azucarillo.