Memphis Grizzlies estiró su suerte hasta el séptimo partido de las semifinales de la Conferencia Oeste. Contra todo pronóstico y casi contra la lógica, por mucho que los playoffs de la NBA y la realidad rara vez guarden una relación de uno a uno. El equipo que peor tiró de tres en una Regular Season que empezó con derrota como las nueve anteriores de la historia, hasta ahora azul-oscuro-casi-negra, de la franquicia en Tennessee. En aquella derrota ante los Hawks no estaba Marc Gasol y se retiró lesionado Randolph. Un inicio nada prometedor de una temporada (8-14) que pareció quebrarse en su tramo tras la grave lesión de Rudy Gay, que renovó por cinco temporada y unos 82 millones de dólares escandalosos para muchos. También se lo parecieron a muchos expertos los 45 que se embolsaría por otro lustro de trabajo el base Mike Conley. Una franquicia, en fin, de tradición disfuncional, acostumbrada a vivir entre la mala suerte, las malas compañías y las malas decisiones pero que ha pasado en apenas un golpe del destino a ser durante unas semanas el equipo de todos. Un destello pasajero gloria o un nuevo inicio: esa es la cuestión.
, la ciudad junto al Misisipi, sabe a música y a barbacoa. A BB King, Aretha Franklin o Johnny Cash. En Memphis parecía no haber pasado nada desde que murieron, hace tanto, Elvis Presley (1977) y Marthin Luther King (1968). Una ciudad que no esperaba demasiada diversión deportiva más allá de los Tigers de Tyreke Evans o el fenómeno Derrick Rose. Ninguna desde luego de los malhadados
, trasladados desde Vancouver en 2001, un equipo aburrido de sí mismo, sin público en la grada ni más récord que
en tres primeras rondas de playoff consecutivas. A caballo entre la salida de Pau Gasol y una muy cuestionable reconstrucción, los Grizzlies enlazaron tres penosas temporadas (22-22-24 victorias) antes del sorprendente giro de las dos últimas campañas: 40 y 46 triunfos después de algunos movimientos circenses (como el paso de Iverson) y otros que parecían el enésimo disparo en el pie del vilipendiado tándem
(dueño) /
(General Manager). Y en esas categorías parecía entrar, aunque ahora parezca imposible, la llegada de Zach Randolph, garantía de buenas estadísticas individuales y también, a priori, imán de problemas.
Una película con moraleja feliz pero dirigida e interpretada por el azar si atendemos a las sinceras y casi cínicas palabras del propio Mike HeIsley, un septuagenario que ya ha visto demasiado de lo malo del negocio como para tomárselo tan en serio. Él prometió no llevarse a los Grizzlies de Vancouver poco antes de hacerlo y él estuvo a punto de vender la franquicia hace un lustro. Por eso ahora no quiere recrearse demasiado en historias de redención y milagro. Sabe que podrían volverse contra él: “Todos hemos hecho muchas cosas significativamente mal. Hollins no tenía fe en Tony Allen y le dejó pudrirse en el banquillo en el inicio de la temporada. Teníamos tan poca fe en OJ Mayo que lo queríamos traspasar en febrero por Josh McRoberts y una elección de draft. Yo me he equivocado en muchas cosas. Me equivoqué con Iverson y me equivoqué con Thabeet. Así digo ahora lo mismo que cuando todo va mal: una gran parte de este negocio es pura cuestión de suerte”.
El espíritu del 'I Believe'
Ajuste, lectura, estilo
Porque la lesión de Rudy Gay dejó a los Grizzlies sin su gran amenaza exterior pero les dotó de una rotación con sentido, energía y roles perfectamente compartimentados. El nuevo escenario recuperó a Tony Allen, instrumentalizó al hijo pródigo Battier y sacó petróleo de jugadores como Sam Young. Todos a una hasta el final. Agotó a un equipo con tantos años como los Spurs a golpe de ritmo y lo dinamitó en la zona, donde no quedaba más que la sombra de Duncan y casi nada más (Blair desaparecido, McDyess con el cuentakilómetros bajo mínimos, Splitter sin confianza y Bonner: sólo especialista en el tiro). Si los Grizzlies habían elegido rival a la vista de sus virtudes y carencias habían acertado.
Protagonistas: Actores y héroes
Ellos han sido tan protagonistas como un Conley por fin maduro (airoso en duelos contra Parker y Westbrook) y una unidad interior descomunal: Randolph – Gasol, el talento infinito del primero y el juego integral del segundo. Para Marc, a semanas de ser agente libre, estos playoffs han valido unos cuantos ceros en su nuevo contrato: movimientos al poste, tiro de media distancia, rebote, intimidación, lectura de juego, liderazgo, pelea, inteligencia y estricta tutela de una leyenda como Tim Duncan. Generoso y fundamental como bisagra del juego de su equipo, Marc Gasol ha dado un paso adelante definitivo en su status dentro de la gran liga, prueba de ello es que Zach Randolph prácticamente ha exigido su continuidad una vez cerrada la suya propia en 71 millones por cuatro años. Randolph ha pasado de demonio a compañero perfecto, de agitador polémico a líder, de escandalizador a ciudadano ejemplar, perfectamente integrado en una ciudad como Memphis que no parecía hecha para él. Quizá precisamente por eso hemos visto ahora al mejor Randolph, al que hace que sus estadísticas sirvan para que su equipo gane batallas pero también guerras. Sabíamos que su talento era infinito, sabíamos que puede anotar en cualquier circunstancia y coger cualquier rebote. Sabíamos que puede hacer un 20+20 en un día aparentemente discreto. Ahora sabemos también que puede dejar exhibiciones para la historia como la del último cuarto del sexto partido ante los Spurs, en la hora de la verdad. Y con eso que sabemos ahora y todo lo que ya sabíamos, no tenemos ninguna duda: Z-Bo es uno de los mejores ala-pívots y una de las grandes estrellas de la NBA.
Esta puede ser la hora de Memphis Grizzlies. Si se quiere acabar con maldiciones, malos farios y telarañas en las butacas del FedEx Forum, una pista que supo, de repente, sentir el juego, sentir a su equipo y ganar partidos. Lo saben los Spurs y sus 61 victorias. Con los movimientos adecuados y una proyección correcta, Memphis demostrará que merece la suerte de los audaces y jugará para entrar en los playoffs sin tanto sufrimiento y para que su presencia en segunda ronda no sea una sorpresa. Pero que no olvide, y cito a La Rochefoucauld, que los bienes de la fortuna son perecederos. Este es un momento sensiblemente importante para Memphis Grizzlies. Ahora o nunca.