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Que tengas un juicio y lo ganes


El título del artículo de hoy es un viejo dicho español que, al contrario de lo que parece, no está deseando algo bueno, sino que es una especie de maldición. No es muy conocido entre el común de los mortales, pero he oído decir que es uno de los argumentos que usan los abogados para convencer a sus clientes de que un acuerdo mediocre casi siempre es mejor que la victoria en un juicio. Habría que recordárselo a todos los protagonistas del lockout de la NFL.

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Siempre me ha encantado Charles Dickens. Releo sus novelas una y otra vez, sin cansarme. Me encanta su sentido del humor y su capacidad para caricaturizar personajes y situaciones. Los avaros de Dickens son la avaricia; los ingenuos, la ingenuidad; los malos, malísimos y los buenos, casi perfectos. Los optimistas se embarcan en proyectos imposibles sin dudarlo y los románticos desprenden sirope por todos sus poros.

Al autor inglés siempre le han colgado el San Benito de que sus novelas sacaban lo más oscuro y ruín de la Gran Bretaña del Siglo XIX, pero lo cierto es que el autor, cuando te enfrascas en la lectura, provoca sobre todo carcajadas y lo que más abundan son las situaciones cómicas.

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Os he soltado todo este rollo sobre Dickens por una de sus novelas, “La Casa Desolada”, también traducida en ocasiones como “La Casa Deshabitada”, que es una crítica feroz al sistema judicial. La historia comienza con un juicio sencillo que debería resolverse en muy poco tiempo. Más de 700 páginas, y muchos años literarios después, se dicta una sentencia que sirve para cerrar el relato y para confirmar que una cita en un juzgado siempre acaba mal, incluso para el que acaba bien.

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Todo esto viene a cuento porque los jueces del tribunal de apelación de St. Louis han necesitado tres semanas para confirmar una decisión provisional que ya tomaron y que dejará de tener vigencia dentro de otras tres semanas. Casi un mes y medio para decidir si la juez Nelson tiene competencias para decretar el cierre provisional del lockout mientras duran las diligencias de un juicio presidido por ella y que tendrá que sentenciar si el lockout es ilegal o no. Parece un trabalenguas, pero es la realidad, pura y dura.

Porque, o nos han estado engañando, o lo que tienen que decidir de verdad los tres jueces del tribunal de apelación es si la juez tiene competencias para impedir el lockout de forma provisional. Lo que decidieron hace tres semanas, y confirmaron hace pocas horas, es que mientras ellos estudian el caso, el lockout debe seguir vigente porque su cancelación provocaría unos daños irreparables a los propietarios. Lo curioso es que eso lo han dicho dos de los jueces, mientras que el tercero ha emitido un voto particular afirmando exactamente lo contrario, que el lockout provoca daños irreparables a los jugadores.

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Pero insisto, esos tres jueces no están ahí para decidir a quién daña el lockout, lo único que tienen que hacer es dilucidar si la juez tiene derecho a decidir el fin del lockout. Así que lo que han decidido ahora debería tener muy poca influencia en lo que puedan sentenciar a partir del 3 de junio. Ellos no están para juzgar el lockout. Eso es misión de la juez Nelson.

Insisto en que todo parece enrevesado, pero es muy gráfico y muy clarificador de lo que puede suceder si el conflicto que asola la NFL se resuelve en los tribunales. Pasarán los años, las sentencias y los recursos se acumularán, y serán necesarios meses y meses solo para decidir quien tienen competencias en cada caso.

Mientras tanto, las dos partes han vuelto a negociar de boquilla. Los representantes de propietarios y jugadores han reiniciado las reuniones en Minneapolis, haciéndose propuestas más o menos extravagantes e inaceptables, mientras todos miran de reojo hacia lo que pueda decidirse en la corte de St. Louis, o en la inminente sentencia del juez David Doty sobre la demanda de los jugadores contra los propietarios, por negociar con las televisiones el ingreso de 4.000 millones de dólares por derechos de retransmisión, aunque no se juegue la temporada 2011. Si los jugadores ganan, ese dinero no solo quedará retenido, sino que recibirán una indemnización de la otra parte que eliminaría de un plumazo todos los posibles ahogos económicos que pudieran sufrir los atletas menos previsores.


No tengáis duda de que ambas partes tienen ya preparados los recursos consiguientes por si pierden en los juicios más inminentes. Recursos que, seguramente, impedirán que las sentencias tengan efecto y alargarán la madeja hasta el infinito.

La NFL es ahora mismo una casa desolada, cerrada y sin inquilinos. Habitada por fantasmas que atraviesan las paredes sin inmutarse y nos tienen asustados, convencidos de que el arreglo sigue siendo una quimera.

Definitivamente, la única manera de que esto se resuelva es que todos lleguen a un acuerdo cuanto antes, pero esa solución se complica más cada día que pasa y las decisiones judiciales, en vez de aclarar el horizonte, lo oscurecen cada vez más.

Solo me queda formular un deseo, para jugadores y propietarios por igual: “Que tengáis un juicio, y lo ganéis”.