Os prometí que iba a hablaros de un reportaje publicado en AS nada menos que el 13 de diciembre de 1997 en el que se demostraba que doparse estaba al alcance de casi todo el que lo deseara. Como por entonces los controles funcionaban como funcionaban, la barra libre, en no pocos productos, era más que libre, libérrima. Un redactor de AS (yo mismo) visitó diez farmacias en Madrid y solicitó un total de seis productos dopantes distintos que es necesario adquirir con receta médica. En ocho casos me lo vendieron sin problema alguno, en otro me lo negaron ("¡yo no vendo esas cosas!", me espetó un viejo y digno farmacéutico) y en el décimo caso, simplemente no lo tenían.
Compré los productos a precios irrisorios: el Winstrol Depot (stanozolol) con el que dio positivo Ben Johnson estaba por aquel entonces a 758 pesetas. Eran tiempos de la antigua y clásica moneda española. El Winstrol, por cierto, aparece citado ahora en la Operación Galgo, muchos años después. Parece que la vida sigue igual. La diferencia es que entonces te lo despachaban en las farmacias sin preguntar y ahora algunas farmacéuticas te lo despachan ilegalmente, según parece desprenderse de los autos de la juez Mercedes Pérez Barrios, se supone que con posterior gratificación. La nandrolona estaba a 477 pesetas; la HCG-Leori (Gonadotrofina coriónica humana), a 374; el Textex Leo (testosterona), a sólo 287.
Consultado entonces el Consejo Superior de Deportes sobre la facilidad con que se podían adquirir estos productos, se dijo a este redactor que Santiago Fisas, entonces secretario de Estado, no podía responder a mis preguntas porque estaba enfermo... aunque el viernes 12 de diciembre de 1987, un día antes de que se publicase el reportaje, y el mismo en que se terminó de elaborar, estuvo en un acto público en Barcelona, en aparentemente buen estado de salud. También se me dijo que nadie más podría hablar en nombre del Consejo. Asi de tristes eran las cosas. El Ministerio de Sanidad me aseguró que estábamos ante una "mala práctica" farmacéutica. Sin más.
La Ley Antidopaje actual ha cambiado las cosas, pero no de forma suficiente. Lo demuestra lo que ha pasado con la Operación Puerto y lo que está pasando con la Operación Galgo. Doparse no es tan fácil como antes, pero no deja de ser sencillo.