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Un juguete roto

Todo parece indicar que Samuel Wanjiru, uno de los mejores maratonianos de los últimos tiempos, se ha suicidado. Un drama. Wanjiru me parecía un corredor de una calidad extraordinaria y yo le veía como el hombre capaz de superar el récord mundial de Haile Gebrselassie. Pero su vida parece que se convirtió en un infierno en los últimos tiempos. Y terminó el domingo ya muy avanzada la noche, de forma trágica y cuando sólo tenía 24 años.

Wanjiru nació en Nyahururu (Kenia), una pequeña ciudad agrícola de 25.000 habitantes, situada en pleno Valle del Rift, a 2.303 metros de altitud. Era de la tribu kikuyu, que ha dado grandes atletas internacionales y cuyos miembros protagonizan en parte el libro y la película 'Memorias de África'. De allí es originario también John Ngugi, oro olímpico de 5.000 metros en Seúl 1988 y cinco veces campeón del mundo de cross, de 1986 a 1989 y en 1992. 

Wanjiru recibió una beca para estudiar en Japón, del mismo tipo de la que años antes había recibido el también keniano Douglas Wakihuri, campeón mundial de maratón en Roma 1987 y plata olímpica en Seúl 1988. Y fue en Japón donde Samuel Wanjiru se hizo atleta. ¡Y de qué manera! En 2002, con sólo 15 años, hizo la mejor marca mundial conocida para un atleta de esa edad en los 10.000 metros: nada menos que 28:36.08, el 28 de septiembre, en una ciudad nipona llamada Konosu.

En 2005 batió el récord mundial de medio maratón con 59:16, en Rotterdam y el mundial júnior de 10.000 metros (26:41.75) en Bruselas. En el 2007 volvió a mejorar sus plusmarcas de medio maratón y lo hizo en dos ocasiones y con unos pocos días de intervalo: 58:53 en Ras Al Khaimah, el 9 de febrero, y 58:33 en La Haya, el 17 de marzo siguiente. Y venció en el Maratón de Fukuoka, uno de los más prestigiosos del mundo. Era su debut y corrió en un tiempo de 2h 06:39, tercera mejor marca de esa temporada.

Al año siguiente venció bajo un calor tórrido y una temperatura inaguantable en los 42.195 metros de los Juegos de Pekín, y a pesar de esas condiciones inhumanas pulverizó el récord olímpico. Lo hizo con 2h 06:32 y sucedió en esa plusmarca a Carlos Lopes, que venció en Los Ángeles 1984 con 2h 09:21. Además, con 21 años, se convertía en el campeón más joven de los 42.195 metros en unos Juegos, y en el primer keniano en coronarse en la distancia.

La de Pekín era sólo la tercera carrera de maratón de su vida, tras la de Fukuoka y el segundo puesto de Londres en 2008, con 2h 05:24. Wanjiru vivía por entonces en Fukuoka (actualmente ya lo hacía en Kenia), donde militaba en el Toyota Yushu Company, uno de los muchos clubes patrocinados por las grandes empresas japonesas. Llevó su marca personal de maratón hasta 2h 05:10, con la que venció en Londres 2009.

Todo le sonreía deportivamente, pero su vida se torció. Por motivos que se desconocen con precisión, intentó matar a su esposa con un fusil de asalto AK-47, el utilizado en tiempos por el Ejército Rojo de la Unión Soviética y por la inmensa mayoría de las guerrillas del tercer mundo. Fue detenido y estaba a la espera de juicio. Por ese motivo se le prohibió salir de Kenia. Estaba previsto que corriese en el último Medio Maratón de Granollers, pero faltó a la cita, alegando una lesión. Su esposa parece que le perdonó y que renunció a divorciarse, pero, siempre supuestamente, encontró a Samuel en la cama con otra mujer. Y él acabó desquiciado y arrojándose por un balcón, según los supuestos con los que trabaja la policía keniana. Un drama terrible.