El sorteo del Mundial Sub-20 ha querido que a partir del 31 de julio la Selección juegue sus partidos en la ciudad colombiana de Manizales, en pleno eje cafetero, lo que esconde un problema añadido a los que ya de por sí ofrecerán los rivales españoles: Costa Rica, Ecuador y Australia. Ese gran inconveniente se llama altura. Manizales, capital del departamento de Caldas, está situado a 2.160 metros sobre el nivel del mar, lo cual es mucho más de lo que están acostumbrados a vivir los jugadores españoles. Esta cifra, por ejemplo, es más del triple de la altura a la que se encuentra Madrid, una de las capitales más elevadas de Europa. Si bien en España no hay diferencia de ningún tipo entre unas y otras ciudades, aumentar de manera tan considerable la altura puede ser perjudicial para unos futbolistas que no están acostumbrados a ello y que deberán prepararse específicamente a tal efecto.

Ya se sabe que es más difícil encontrar el oxígeno cuando uno no está habituado a jugar en altura y eso se traduce en una mayor fatiga y en menor frescura de piernas. Este hecho preocupa a los seleccionadores, que están planteando introducir esta circunstancia en la preparación previa o incluso viajar antes de lo previsto a Manizales para acostumbrarse más rápidamente. Hay que recordar que la Selección Absoluta ya se ejercitó durante el pasado Mundial en Potchefstrom, Sudáfrica, a más de 1.300 metros, únicamente con el objetivo de no acusar el cambio de altura en sus posteriores partidos en Johannesburgo, que se encuentra a 1.753. Ahora se puede repetir la estrategia, motivada por los 2.160 metros de altura que aguardan a la Sub-20 en Manizales.