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David Ferrer se choca contra la otra roca de Montecarlo

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Tomás de Cos

El chico de los récords continúa ganándole el pulso a la historia. Tal y como estaba previsto, la vuelta a la tierra batida ha servido para que Rafa Nadal mostrara su mejor versión y se anotara su primer título de 2011, el decimonoveno Masters 1000 de su palmarés. Desde su primer partido en el Montecarlo Country Club dejó claro que el torneo tenía dueño de antemano. Sus 37 victorias consecutivas (39-1 es su balance final de momento) en el Principado lo confirman. El niño prodigio de Manacor sigue empequeñeciendo a grandes mitos de la raqueta: Nastase, Borg, Muster

No lo pudo impedir un gran Murray, por más que le arrebatara un set en semifinales, y la final se antojaba como la enésima misión imposible para David Ferrer. Nunca se apreciará lo suficiente la valía del voluntarioso ‘Ferru’, todo corazón y piernas. Como el resto de los jugadores españoles de la actualidad, el de Jávea ha tenido la ‘desgracia’ de coincidir en el tiempo con un tenista descomunal cuya tiranía parece no tener límites. Aunque el propio Ferrer reconoce que Nadal “es lo mejor que le ha podido pasar al tenis español”.

El valenciano demostró el gran momento que atraviesa, pero sucumbió una vez más ante un rival que es una versión muy mejorada de sí mismo. Todas y cada una de las enormes virtudes de Ferrer se encuentran en Nadal en dosis superiores: solidez, precisión, consistencia, tenacidad, mentalidad, potencia, coraje, resistencia física, orden, ritmo, dominio de la estrategia…Y esa misma superioridad se traslada al plano técnico. Al balear le corre y le pesa más la pelota y cuenta con un mayor arsenal de golpes, lo que hace muy desigual el combate.

Razones que se traducen también en datos. Ferrer sólo ha ganado a Nadal en cuatro de las dieciséis ocasiones en las que se han cruzado (9-1 sobre el manto ocre y 3-3 sobre cemento). La derrota de ayer era previsible e inevitable. Al menos siempre que Nadal atraviese un buen momento. Porque no era un encuentro más, sino una final, y porque el tenis de Ferrer se adapta como un guante a la mano pétrea del número uno mundial.

David mostró desparpajo con el marcador en contra pero le faltó una pizca de fortaleza mental cuando estaba equilibrado. Empujó a Rafa detrás de la línea de fondo y le obligó a defenderse más de lo que le hubiera gustado. Pero flaqueó con el servicio (sólo tuvo un 51% de primeros) y no fue lo suficientemente resolutivo al resto (concretó únicamente el 28% de sus opciones de break). Eso sí, ‘Ferru’ cayó con dignidad y buenas sensaciones, lejos del estrepitoso naufragio sufrido por Verdasco el año pasado.

Por Rafa Nadal, como por la auténtica roca que vela por el distrito de Montecarlo, los años pasan sin que se aprecie erosión. Nada ni nadie logra alterarlo y en el torneo monaguesco siempre se le admira. Hace tiempo que los Grimaldi tienen siempre preparado en la mesa de palacio un cubierto para el otro 'principe de Mónaco', que ya viaja hacia otra de sus residencias de primavera: el Real Club de Tenis Barcelona.