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Hablemos sobre quarterbacks – (8ª parte: NFC Sur y NFC Oeste)

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Las dos divisiones que nos quedan por analizar son las que tienen más conjuntos necesitados de renovar la posición de QB. Cuatro de sus ocho equipos están buscando un pasador desesperadamente, pero, lamentablemente, sin agencia libre tendrán muchos problemas para encontrar un jugador de garantías que cubra esa posición en 2011.

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No he visto jugar demasiado ni a Cam Newton ni a Blaine Gabbert y las selecciones de jugadas que se pueden encontrar en Youtube no son la mejor manera de valorar el potencial real de un jugador. Una selección de buenas jugadas provoca buenas sensaciones, pero es en los partidos completos, contra rivales duros de verdad, donde se puede descubrir la categoría de un jugador de cualquier posición.

Los globos Newton y Gabbert se inflan al mismo ritmo que el resto de noticias desaparecen, pero los buenos analistas de NCAA no son demasiado optimistas sobre ellos. Les consideran jugadores bastante verdes, con muchas carencias (sobre todo tácticas) y que necesitarían un largo periodo de aprendizaje en el banquillo. Lamentablemente para ellos, los Panthers tienen todas las papeletas para elegir a uno de los dos, seguramente a Newton, para ponerle a jugar en muy corto plazo. No hace falta que os cuente lo que ha sucedido con Carolina y los QBs en los últimos años. No entro en el tema del innombrable para que nadie se disguste, pero Matt Moore era considerado un buen QB de futuro después de que terminara la temporada 2009 con varios partidos sensacionales. En 2010 perdió todo el crédito tras acumular intercepciones y malas actuaciones globales. Los Panthers tenían en la recámara a Jimmy Clausen que, para muchos, era el QB del draft 2010 mejor preparado para responder en la NFL desde el primer día. Notre Dame sigue siendo una buena escuela para lanzadores clásicos. Pero Clausen ha sido quemado, tal vez injustamente, cuando quizá podría haber tenido una buena carrera profesional si le hubieran dado tiempo para formarse.

Los Panthers han cambiado de entrenador principal y lo normal sería que Ron Rivera tuviera un par de años de margen para crear un proyecto competitivo sin grandes urgencias, pero es evidente que no cuenta ni con Moore ni con Clausen y también le falta con un veterano experimentado que pueda formar a su presunta primera elección del draft. Y lo peor es que esa elección podría hipotecar el medio plazo del equipo si termina siendo un fracaso…

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La mayor parte de los drafts, tener la primera elección es una puñeta.

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Seahawks, 49ers y Cardinals están en una situación similar, pero por motivos distintos. A pesar de todo, parece que los tres están más pendientes de que se abra la agencia libre para pujar por un veterano de garantías.

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A Matt Hasselbeck no le queda demasiada gasolina, y lleva demasiadas temporadas acumulando lesiones, pero sigue siendo un jugador serio y suficientemente competitivo como para confiar en él un poquito más. Sigo pensando que Pete Carroll no tiene prisa, que su proyecto necesita, al menos, un par de años de reconstrucción, y que puede permitirse el lujo de esperar al draft de 2012 para encontrar un buen QB que pueda ser formado por Hasselbeck. A pesar de ello, no me extrañaría que los de Seattle eligieran un pasador en una ronda media/baja por si suena la flauta, o intentaran pujar por Kolb si se abriera el mercado.

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Lo de los Cardinals es de traca. Evidentemente, no tienen QB. Derek Anderson está muerto para el football. Hace dos años se retiró Warner, pocos meses después se marchó Boldin y ahora es Fitzgerald el que está con un pie fuera. El tridente que llegó a la Super Bowl, y asombró al mundo, ha quedado desecho. Lo único bueno es que Fitzgerald es muy buena moneda de cambio para conseguir un buen QB en el mercado, lo malo es que el jugador que llegue no tendrá demasiados buenos receptores a los que pasar. La labor de Ken Whisenhunt ha sido demoledora. En su primer año lo hizo todo bien, pero desde entonces no ha dejado piedra sobre piedra.


En San Francisco las cosas han cambiado muchísimo en los últimos meses. Por fin se libraron de Singletary, empeñado en convertir a los 49ers en un bloque rocoso, y sin mano izquierda (ni derecha) para dirigir un equipo de la NFL. Jim Harbaugh ha llegado con un criterio bastante más coherente, proponiendo que los de la Bahía vuelvan a la West Coast Offense que ellos mismos inventaron y de la que nunca debieron renegar. Al final de la temporada 2010 se habló mucho de que Harbaugh quería a Orton en su equipo, e incluso algunos jugadores twittearon que les gustaría tener al de Denver en el equipo, pero tras las convulsiones que asolan la NFL, todo se ha vuelto más difícil, y el entrenador ha dicho que confía en Alex Smith. Yo no se si Smith es suficientemente bueno como para dirigir una WCO, pero sí pienso que es un jugador excesivamente criticado que merece un año más como titular. Si Harbaugh consigue pacificar el vestuario y da la confianza suficiente al número uno del draft 2005, los aficionados de los Niners pueden encontrarse con que tenían en casa algo mucho mejor de lo que pensaban. El experimento también podría terminar mal, pero salvo que Kolb u Orton se pusieran en el punto de mira, lo que parece bastante improbable, no parece que haya una solución que mejore lo que ya tienen en casa.

Sobre Drew Brees ya hablé en el capítulo dedicado a las estrellas, y sobre Matt Ryan también lo hice en aquel momento, aunque solo fuera para justificar por qué creo que aún le faltan unos buenos playoffs para ser incluido en el grupo de los más grandes.


Pero nos quedan dos balas en la recámara. Y las dos son de plata. De las que solo se usan en los momentos más importantes. Josh Freeman y Sam Bradford. Jugadores patanegra llamados a dominar en la NFL de la próxima década.

No es fácil llegar a la NFL, ser titular desde el primer día, y dejar unas sensaciones tan magníficas como las que ha transmitido Sam Bradford. Ha tenido partidos realmente malos, sobre todo, curiosamente, en la recta final de la temporada, pero también ha parecido un jugador con carisma, autoridad, carácter y madera. En el año de su debut no ha estado rodeado de receptores demasiado solventes, pero muchas de las derrotas de su equipo fueron por muy poco margen y, en algunos casos, bastante inmerecidas. Ahora llega la auténtica reválida. La difícil segunda temporada. Ya no será un novato, pero sus rivales le habrán estudiado a fondo para aprovechar todos sus defectos. Todos creemos que Bradford puede hacer muy grandes a los Rams, pero 2011 será un año decisivo para él. Sería una sorpresa que no continuara la progresión, pero no deberá dormirse en los laureles.


Y para terminar, una bomba de relojería a punto de estallar. Josh Freeman está consiguiendo lo que parecía imposible: ¡Los Bucs molan! En los próximos años muchos entregarán su corazón al equipo del barco pirata. A los aficionados nos gustan las sensaciones fuertes y Freeman es básicamente eso: una botella de champagne en el momento de ser descorchada, un tipo al que no le valen las medias tintas y que busca destrozar a sus rivales en cada snap. Es increíble su desparpajo, su atrevimiento, su capacidad para encontrar receptores donde no los hay y peligro letal en cada jugada. Os iba a decir que me recuerda al mejor Culpepper, aquel gigante que asombró en sus primeras temporadas, pero, sinceramente, creo que Freeman es mejor. Se ha hablado mucho del inesperado papel de los Bucs la pasada temporada (confieso que yo pensaba, y escribí, que podían ser el peor equipo de toda la NFL), pero más allá de que casi cada jugador rindiera muy por encima de lo esperado, Freeman fue el auténtico artífice de la sorpresa. No jugó como un inexperto. Parecía un veterano y con él los Buccaneers deben ser aspirantes a todo cada temporada.

Ahora que lo pienso, si en 2011 hay NFL haré todo lo posible para ver a Tampa siempre que pueda. Apetece.