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Hablemos sobre quarterbacks – (7ª parte: NFC Norte)


Salgo de la cueva para haceros una pequeña visita, muy corta, en la que seguir con ese repaso que tenemos a medias a los QBs de la NFC. En las tres divisiones que me quedan por repasar está el mayor número de equipos en busca de QB, y por eso algunos repasos serán especialmente cortos. ¿O acaso hay alguien capaz de decir algo bueno en un párrafo dedicado a Tarvaris Jackson?

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A Aaron Rodgers me lo salto. Ya le nombré en el capítulo de estrellas de este serial.

Jay Cutler ha sido uno de los grandes protagonistas de este blog en el último año. No hay ninguna duda sobre su potencial… ni sobre su difícil carácter. A Cutler le ha sucedido lo mismo que a Cassel, pero a lo bestia. Su último partido de la temporada puede marcar no solo su futuro en Chicago, sino toda su carrera. La diferencia con el pasador de los Chiefs es que Cassel consiguió reunir mucho crédito a lo largo de toda la temporada, mientras que Cutler ha alternado grandes actuaciones con fracasos impropios de su categoría.

Es verdad que su línea no le ha protegido como debiera, y que su grupo de receptores no es el mejor de la competición, pero Cutler tiene vitola de gran estrella y creo que la está perdiendo. Da los mismo si nos creemos o no esa lesión que le obligó a abandonar el partido en la final de conferencia contra los Packers. Dentro del club saben toda la verdad y, en cualquier caso, creo que a Cutler le queda una temporada más de crédito. En ella deberá confirmar su calidad y las expectativas que pusieron en él los Bears, pero también estará obligado a un cambio de actitud, a mostrar un lado más dócil y a ganarse el respeto de mucha gente que duda de su madurez y compromiso.

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Lo bueno para Cutler es que, aunque termine fracasando en Chicago, aún tendrá abiertas las puertas de muchos equipos que le seguirán viendo como un fenómeno.

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Matthew Stafford ha jugado en su carrera trece partidos como titular. Diez en su primera temporada, con actuaciones irregulares propias de un buen novato, y tres en 2010, que aunque fueron más que correctas no son garantía de nada. En resumen, lo único que se puede decir de Stafford, con total seguridad, es que es un tipo que se lesiona mucho. Y eso ha terminado prematuramente con muchas carreras. Así que la próxima temporada de Stafford será decisiva. Lo curioso es que no lo será por el nivel de juego que pueda exhibir, que también, sino, sobre todo, por su capacidad para mantenerse sano durante 16 partidos. Parece un contrasentido, pero el QB puede permitirse el lujo de jugar una temporada gris, tiene margen para rehacerse de ello, pero debe mantenerse robusto a toda costa. 

Además, los Lions tienen la tranquilidad de saber que Shaun Hill puede cubrir se baja de forma bastante brillante. Voy a decir algo que a muchos os parecerá una herejía: Shaun Hill podría ser para los Lions lo que Rich Gannon fue para los Raiders. Gannon fue un QB de la clase media durante una década. Viajó de Minnesota a Washington y luego a Kansas City sin conseguir demostrar mucho más que solvencia. En Oakland encontró una segunda juventud gracias a un juego de pase corto insistente y machacón, que ocultaba sus defectos y le permitía tirar de veteranía y carácter. Sus últimos años daba gusto verle y todos nos preguntábamos cómo había pasado tan desapercibida el resto de su carrera. A mí me encantó Shaun Hill durante la pasada temporada. Ignorado en Minnesota e infravalorado en San Francisco, a pesar de que sus números nunca fueron malos, jugó muy bien en Detroit, tal vez con la tranquilidad de saber que su titularidad era solo provisional, nadie le exigía victorias, y su único objetivo era ganar prestigio de cara a un posible trade futuro.

Creo que los Lions tienen muy bien cubierta la posición con Stafford y Hill, y además estoy seguro de podrían sacar bastante más de lo que parece si pusieran a Hill en el mercado. ¡Ojo a Detroit! Los tiempos oscuros están llegando a su fin.


Lo de Tarvaris Jackson y los Vikings es como esos noviazdos concertados por los padres en los que los dos afectados se sienten incómodos, pero no se atreven a romper por las presiones y las imposiciones. En este caso fueron imposiciones de un Brad Childress que ya no está en la ecuación, así que el equipo ya tiene total libertad para buscarse una nueva novia con la que formar una familia. En realidad, todos sabemos que la historia de Favre fue algo parecido a la película ‘El Graduado’, una canita al aire con una tipa impresionante, en los últimos momentos previos a que la fuerza de la gravedad hiciera estragos.

En este serial no quiero hablar de equipos, sino de QBs, pero en el caso de Minnesota tengo que hacer una excepción. Los Vikings sabían que su vestuario era potencialmente ganador de una Super Bowl, con estrellas en casi todas las posiciones, pero les faltaba alguien de garantías en la posición más importante, y además no tenían tiempo para formar a un novato antes de que ese gran bloque perdiera todo su potencial. Todos esos factores estaban en la cabeza de Favre cuando hizo todo lo posible para acabar en Minnesota, en Green Bay cuando buscaron retrasar el matrimonio de conveniencia y en Brad Childress cuando se arrastraba por el fango, perdiéndose el respeto, mendigando un año más. Ahora no hay QB, el gran bloque ha perdido mucho potencial y el futuro pasa por una reconstrucción muy profunda en una división con tres rivales en pleno crecimiento.

Por eso la decisión es complicada. La más sencilla es buscar otro veterano, como McNabb (que ha sonado bastante), que intente exprimir el jugo que le queda a la actual plantilla, y cruzar los dedos para que suene la flauta. La más complicada, y mejor, es empezar de cero, cueste lo que cueste.

Pero hay otro problema añadido. El nuevo estadio de Minneapolis está cada vez más lejos. No se si lo habéis pensado, pero Los Ángeles Lakers también visten un uniforme púrpura.