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Hablemos sobre quarterbacks – (6º parte: NFC Este)


He retrasado este artículo porque uno de vosotros me propuso una tribuna libre sobre Eli Manning, y quise esperar a recibirla para no condicionar sus opiniones. El colaborador se retrasa, así que no espero más y me lanzo a contar lo que me parecen los QBs de la NFC Este.

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Sobre Kolb y Vick hablé en la segunda parte del serial y en otros muchos artículos a lo largo de esta temporada. Os remito a esos textos.

Así que entremos fuerte, y a saco, con Eli Manning. El hermanísimo, alumno aventajado e histórico destructor de los Patriots pluscuamperfectos. Solo por aquel drive increíble, Eli ya ha entrado en la historia. Pasó de estar placado a ser el héroe, en unos instantes.

A partir de aquí voy a aventurarme a un análisis morfológico sobre los rostros de las estrellas. Quizá no nos demos cuenta, pero hay tipos con cara de ganadores y otros con semblante indudablemente perdedor. Eli es de los segundos. Sí, estoy de acuerdo, tiene cara de lelo. Como Kolb parece siempre recién levantado de la cama tras una noche de farra, y Orton sugiere una enfermedad crónica del hígado. Otros, como Peyton, el hermano mayor, parecen matemáticos ilustres, con un cerebro privilegiado en un cráneo superlativo. Brady parece desfilar en un pase de modelos incluso cuando corre hacia el baño con un apretón y me imagino a Aaron Rodgers acompañando a Jeremiah Johnson en sus correrías por las Rocosas.

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Pero el rostro de Eli no debe engañaros. No, no es lelo. Tampoco digo que sea ingeniero aeroespacial, pero merece un respeto. Un MVP en la Super Bowl no se suele regalar, aunque en una ocasión lo ganara Desmond Howard.

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Creo que Eli es esclavo de su hermano, para lo bueno y para lo malo. Quizá sin su apellido no hubiera llegado tan alto, ni se hubiera podido permitir la rocambolesca historia que le convirtió en número uno de draft por los Chargers y, casi inmediatamente, número 4 del draft por los Giants. El niño no quería jugar en San Diego. Yo creo que los de California salieron ganando con Rivers y un mogollón de rondas altas presentes y futuras. Pero también creo que todos miramos a Eli comparándole con Peyton y eso es injusto y, para empezar, imposible. No creo que nadie, excepto Brady, pueda resistir una comparación con el genio de los Colts.

Eli intenta ser un jugador decisivo, desequilibrante, y se obliga a intentar pases que nunca debería ni plantearse, en un intento eterno de ser su hermano. Y también creo que si se llamara de otra manera, también jugaría de modo distinto. Pese a su cara de lelo, creo que es un jugador inteligente, que se vuelve letal cuando deja de intentar ser decisivo. Que se torna preciso cuando no quiere ser desequilibrante. Que se transforma en estrella cuando actúa como un jugador de equipo.

No creo que Eli Manning esté en el top ten de la NFL, pero tampoco le pondría muy lejos. Eli no es bueno ni malo, simplemente es el hermano pequeño de Peyton, en todos los sentidos… y con una sospechosa cara de lelo.

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Tony Romo se fue de vacaciones a México con Jessica Simpson antes de perder unos playoff. Dicen las malas lenguas que no salieron demasiado de la habitación del hotel. ¿Quién no se iría de vacaciones con Jessica Simpson a donde fuera, entraría en la habitación del hotel, echaría el cerrojo y tiraría la llave por el retrete? Así que ya está bien. No se puede marcar la carrera de un jugador por haberse llevado al huerto a una tipa cañón. Por mucho que se pasara todo el partido de playoff con la cabeza en México, mientras la Simpson le hacía carantoñas y sacaba cacharras en el palco de lujo, tras una camiseta con la estrella y el número 9. A los aficionados de Dallas les seguirá sin hacer nada de gracia, pero esa fue una de las historias más molonas de la última década. Incluso Terrell Owens dijo que no entendía cómo no le habían invitado para hacer un trío. La Simpson es mucha Simpson.

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Y desde entonces, nadie le perdona a Romo que se llevara al huerto a la susodicha. La envidia es rencorosa. Cuando dicen que no sabe jugar en playoff, en realidad están imaginando el impresionante trasero de la famosa, en las expertas manos del QB. Y se indignan. Cuando afirman que no tiene visión de juego, le ven dentro de un jacuzzi con la actriz, bebiendo champán y saboreando bombones, labio contra labio. Y se recomen. Cuando no le ven como ganador…


Pero la realidad es que Romo es una bestia. Un grande que merece una corona. Nadie ha valorado a Romo al nivel que merece, aunque tal vez él tenga parte de culpa. Romo es un gigante con un brazo increíble, una visión diabólica, una movilidad prodigiosa y un peligro letal en cada jugada. Un monstruo de la naturaleza que debería estar combatiendo con los más grandes de la NFL por un puesto en el olimpo. Un asesino abonado a los rating superiores a 100 que, como he dicho muchas veces, siempre me ha recordado por estilo y por condiciones al mejor Favre.

De verdad, aún no hemos visto todo el potencial de Romo, pero hay muy pocos jugadores en la NFL por los que merezca más pagar una entrada.

Y qué narices, si al final no consigue un anillo, al menos podrá decir que se benefició a la Simpson… y que le quiten lo bailao.


Hoy terminamos con Donovan McNabb y el ‘Hombre Asqueroso’. Toda mi vida he sentido un respeto casi reverencial por Mike Shanahan, pero en los meses que lleva a Washington me está dejando boquiabierto. No me puedo creer que él no supiera algo que descubrimos casi todos los aficionados hace muchos años: McNabb pasa de sistemas y juega a su bola. He puesto a caldo al QB durante años por ese motivo, me han puesto a caldo a mí durante años por decirlo y, curiosamente, ahora casi todos estamos de acuerdo. Ni siquiera en Filadelfia se acuerdan de él, con todo lo que decían, enfrascados como están en el debate Kolb-Vick. Así que, si quieres a McNabb en tu equipo, tienes que resignarte a dejarle jugar como quiera. Lo que no cabe en ninguna cabeza es que Shanahan se empeñe a estas alturas en convertir al QB en un pocket passer.

Así que mi adoración por Shanahan se desinfla a la misma velocidad que crece mi respeto por McNabb. Un tipo que lleva años sin engañar a nadie, que sabe manejar las situaciones con la habilidad de un político y, que si le dejan, asegura un récord positivo al equipo que sea. Algunos no estaréis de acuerdo, pero McNabb no tiene ninguna culpa de lo que ha sucedido en Washington este año… que en el fondo es lo mismo que sucede cada temporada.


Así que los Shanahan, padre e hijo, se están planteando muy seriamente poner a los Redskins en manos del ‘Hombre Asqueroso’. Y claro, llamándose así es muy difícil triunfar en la NFL. En este caso no hablamos de cara de lelo, que también, sino de incapacidad manifiesta. 40 touchdowns y 40 recepciones en una carrera plagada de petardazos. Una sola temporada completa como titular que terminó con la derrota en la Super Bowl, otra más en la que suplantó a Orton para fracasar en playoff. Sus incondicionales, que los tiene, dicen que no se parece en nada al genio que asombró en su etapa universitaria, y que antes o después reaparecerá ese jugador genial. Después de ocho años como profesional, la mayoría solo esperamos que Grossman lance intercepciones.

Me puedo equivocar. Shanahan puede seguir siendo un genio que resucite a Grossman, a los Redskins y al sursum corda, pero yo creo que, salvo que de su brazo a torcer, reajuste su estilo y se encomiende a la experiencia de McNabb, el viejo entrenador, su hijo y el QB favorito terminarán en una situación asquerosa que se suele definir como ‘en la mierda’.