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Hablemos sobre quarterbacks – (5ª parte: AFC Sur y Oeste)

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Después de encender el debate con el lockout, los posibles cambios de reglas y un par de series interesantes, continúo el serial sobre quarterbacks con la quinta entrega, dedicada a la AFC Sur y AFC Oeste.

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Antes de entrar en materia, os adjunto un interesante cuadro que me ha enviado Dani Hidalgo. Apareció en AolNews hace algunas semanas. Es un ranking con el total de sacks que recibió cada QB en 2010, pero diferenciando los que sufrieron tres segundos antes y tres segundos después de recibir el balón. Ese tiempo está justificado, según el artículo, porque el tiempo medio que tarda un QB en lanzar el balón son 2,7 segundos. Por tanto, el autor, JJ Cooper, supone que a partir de los 3 segundos de posesión, un sack deja de ser culpa de la línea y pasa a convertirse un problema del pasador.

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Creo que ese análisis debería ser más matizado. Jugadores como Big Ben, Vick, o Donovan McNabb (que curiosamente está bastante abajo en la clasificación) basan su éxito en la capacidad de aguantar el balón mucho tiempo antes de lanzarlo. Son muy eficaces evitando sacks, pero se ponen en peligro de sufrirlos con mayor frecuencia que un poket passer. También ha casos en que es evidente que la línea ofensiva es demasiado porosa, como sucede con Cutler, o falta profundidad en el grupo de receptores, con lo que es más complicado encontrar objetivos de garantías. En realidad es bastante fácil encontrar justificaciones en la gran mayoría de los que salen peor parados en la tabla. El que no se salva de ninguna manera es Joe Flacco. Es verdad que su línea ha estado en 2010 muy lejos del nivel de juego de 2010. Ya os hablé con anterioridad del fracaso que ha significado colocar a Michael Oher en el lado ciego. Pero es muy llamativo que Flacco haya sufrido 25 sacks con más de tres segundos de posesión, cuando su grupo de receptores puede ser considerado de los mejores de la NFL, a pesar de su criticado rendimiento durante toda la temporada.

Os aseguro que no tengo nada contra el QB de los Ravens, al contrario, me encantaría que triunfara porque he puesto muchas esperanzas en él desde que debutó hace tres años, pero cada vez hay más datos que confirman el papel decepcionante del jugador.

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A la tabla se le pueden sacar muchas más puntas, pero prefiero dejarlo en vuestras manos.

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Ahora, os daré mi opinión sobre los QBS de las divisiones Sur y Oeste de la AFC. Como sabéis, sobre Manning y Rivers ya hablé en el capítulo dedicado a las estrella, así que paso directamente a hablar del resto. Sobre Orton y Tebow también hablé en otro de los capítulos.

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David Garrard es para mí, nueve años después, un misterio insondable. Soy incapaz de deciros si es bueno o malo. El problema es su tremenda irregularidad. El rating máximo que puede conseguir un QB en un partido es de 158,3. Solo se han conseguido partidos con rating perfecto en 19 ocasiones en la NFL. Kurt Warner protagonizó la última, el 14 de septiembre de 2008, en la victoria (31-10) de los Cardinals sobre los Dolphins. Completó 19 de 24 para tres touchdowns. Garrard estuvo a punto de convertirse en el número 20 el 31 de octubre ante Dallas. Completó 17 de 21 para cuatro touchdowns y ninguna intercepción. 157.8 de rating… en su anterior partido, ante los Titans, su rating fue de 33. Y esa es la triste vida de David Garrard. Una montaña rusa de partidazos intercalados con terribles fracasos. Además yo tengo muy mala suerte. Cuando entra en una buena racha hago todo lo posible para ver a los Jaguars en la siguiente jornada. Como sabéis, siento cierta debilidad por los del norte de Florida. Pues aún no he conseguido ver un partido bueno del veterano QB. Siempre me tocan los petardazos. Quizá sea culpa mía y le doy gafe. A todo esto hay que sumarle que ya tiene 33 añitos, que se lesiona con cierta regularidad y que en los partidos importantes se derrumba sin remisión. En teoría es un jugador muy completo, con bastante movilidad, visión de juego y experiencia, pero la realidad es que ya no va a progresar más y que con él los Jaguars seguirán siendo un equipo muy irregular. Todos los años en Jacksonville se plantean buscarle un sustituto, pero también todos los años vuelven a caer en la trampa de pensar que, por fin, su rendimiento va a ser alto cada domingo. Allá ellos.


Matt Schaub es otro tipo con una vida difícil. Siempre en el ojo del huracán, criticado y desacreditado, pero casi siempre rindiendo a un nivel extraordinario. A pesar de que este año no ha jugado tan bien como en 2009, ha sido el cuarto en número de yardas y está arriba en todas las estadísticas, aunque algunos me diréis que con Andre Johnson como primer receptor es muy difícil no brillar. Pero lo malo de Schaub es que es un cenizo. Tiene el don de la inoportunidad. Si sufre un sack, un fumble o una intercepción, siempre sucede en el peor momento, cuando más daño hace a su equipo. Por eso, a pesar de su regularidad, brillantez y eficacia, estamos más acostumbrados a ver resúmenes en los que aparece compungido, después de un error garrafal, que celebrando uno de sus maravillosos pases. Es muy difícil justificar un fracaso como el que han sufrido los Texans en 2010, contando en sus filas con Johnson, Foster o Schaub, pero el problema sigue siendo su defensa, y la inoportuna lesión de DeMeco Ryans. Yo sigo pensando que Schaub aún tiene tiempo para demostrar que es muy bueno y que puede llevar a los Texans a cotas muy altas.


El tema de los Titans es peliagudo. La directiva insiste en que Vince Young no seguirá en el equipo, pero el QB repite que quiere seguir para demostrar que puede hacer grandes a los de Tennessee. Kerry Collins ya ha dejado de ser una opción. Tiene 38 años y creo, sinceramente, que está hasta los mismísimos de jugar al football americano. Su carrera es digna de elogio, su calidad indudable y fue capaz de sobreponerse a unos primeros años marcados por las adicciones y los problemas personales, pero no da para más. Rusty Smith tampoco es una opción real y en el draft, aunque la mayoría de los especialistas auguran que gastarán su primera ronda en un QB, la realidad es que no parece haber ningún pasador realmente bueno como para merecer la octava elección global y la titularidad casi automática. Así que hay dos opciones. La primera es darle una última oportunidad a Vince Young para que se decida a jugar al football americano, como hizo durante la segunda mitad de la temporada 2009, o definitivamente se deprima, acumule enfados infantiles y autodestruya su carrera, mientras esperan a que en el draft 2012 aparezcan jugadores más atractivos. La segunda es rezar, elegir a Gabbert, Newton o Mallett, dejar a Collins al mando de la nave un año más y dar la temporada por perdida. A mí me divierte más la primera opción. Young no me gusta ni un pelo, pero al menos nos reiremos y, si suena la flauta, los Titans podrían ser competitivos.


Matt Cassel se ganó a pulso el puesto en los Chiefs durante toda la temporada. Empezó muy cuestionado, después de una temporada 2009 horrible, pero supo aprovechar muy bien el gran juego de carrera que aportaron Jamaal Charles y Thomas Jones para sacar petróleo de un grupo de receptores que al principio no parecían para tanto pero que terminaron siendo muy peligrosos gracias a la aportación de Dwayne Bowe. Su apendicitis, con retorno meteórico mientras prometía amor eterno a los Chiefs y parecía estar dispuesto a arriesgarlo todo, incluso la vida, para defender sus colores, comenzó siendo un problema y terminó convirtiéndole en un héroe. Ahí se ganó el corazón de los aficionados de Kansas City, pero tuvo muy mala suerte. Después de no tener ni una mala actuación en todo el año, hizo el ridículo más espantoso en wild card, frente a los Ravens. En ese partido reaparecieron todos sus fantasmas. Lo malo de Cassel es que cuando juega mal incluso parece que lo hace peor. Su estética es lamentable, su atrevimiento se vuelve temeridad y su falta de acierto, desconcierto e impotencia. Cassel ahora no tiene su puesto en peligro, pero necesitará una nueva temporada a un muy buen nivel, y quizá le vendría bien ser el único hombre del mundo con dos apéndices, porque otro fracaso como el de los Ravens puede costarle el puesto.


Nos quedan los Raiders, nos queda Campbell. El ex de los Redskins no ha hecho una mala temporada. Es más, firmó media docena de grandísimos partidos. Pero también confirmó lo que ya había demostrado en Washington. Es muy irregular. Se podría aplicar lo que dije de Garrard, pero a lo bestia. También es muy frágil de moral y, sobre todo, le falta pegada. En la ‘red zone’ no asusta y en terceros downs largos, menos. Además tiene un gesto de arranque de rabia, cuando las cosas no le funcionan, que incluso resulta patético, porque sus rivales ya saben que está cerca de derrumbarse. Aún así, creo que puede ser un jugador muy válido si detrás tiene un entrenador que le apoye. La mala noticia para él es que Cable fue puesto de patitas en la calle por Al Davis, y el mismo propietario de los Raiders ya ha manifestado alguna vez que Campbell no es precisamente su QB favorito. Por suerte para Campbell, los Raiders tienen sy primera elección en segunda ronda del draft (elección 48 global), así que las probabilidades de conseguir un QB de futuro son mínimas. Hue Jackson ya ha dicho que confía en él pero, en la NFL actual, un equipo ganador necesita algo más que un Campbell, por mucho que casi todo lo que le rodea comience a tener muy buena pinta.

Dicho lo cual, concluyo la AFC.