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Unos días más para la esperanza


Hoy no es el día después del fin del mundo. Parece que los dioses han decidido darse un día más de margen. La pregunta ahora es si esos 1.440 minutos pueden servir para algo. (Cuando estaba subiendo este artículo ambas partes informaron de que la negociación se alargará entre 7 y 10 días más, así que parece que sí que sirvieron).

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Muchas de las cosas que voy a escribir en estos párrafos estarán sacadas casi literalmente de artículos que llevo leyendo toda la mañana en distintas webs. No lo digo para intentar justificar nada, sino para confirmar lo que todos sabéis: este tema me supera, es demasiado complejo para mi capacidad intelectual, y lo único que estoy intentando es digerirlo lo mejor posible antes de transmitíroslo de una forma lo más sencilla que se me ocurra.

Las dos partes han acordado alargar la negociación un día con la intención de ver si hay algún resquicio que permita una extensión aún mayor. Según parece, los propietarios querían alargar las conversaciones dos semanas más. Los jugadores se negaron a ello y dijeron que era suficiente con 24 horas para saber si hay algún motivo para alargar la agonía. Parece que sí hay motivos. Como dije en la introducción, las reuniones se prolongarán entre una semana y diez días.

En caso de que las partes decidan cortar las negociaciones definitivamente, los jugadores pretenden que la NFLPA deje de representarles. A partir de ese momento se unirán en una asociación profesional. Su siguiente medida será recurrir ante un juez el lockout de los propietarios. El juez encargado del caso sería, presumiblemente, David S. Doty que esta semana ya ha dado la razón a los jugadores en una sentencia que afirma que los propietarios violaron el acuerdo de negociación colectiva cuando negociaron con las televisiones el pago de los derechos en caso de que no haya temporada 2011.

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Esa sentencia ha provocado que los 4 mil millones de dólares con los que contaban los propietarios para hacer frente a sus deudas durante el lockout se hayan esfumado. Varios propietarios no podrán hacer frente al pago de las hipotecas de sus estadios si no hay competición. El juez, con su decisión, ha puesto todo patas arriba.


El fin de las negociaciones también llevaría consigo el final de las normas negociadas por la NFL y la asociación de jugadores. Eso provoca que algunas normas que por ese acuerdo quedaban exentas de la ley federal antimonopolio, puedan convertirse en ilegales. La ley antimonopolio prohíbe, entre otras cosas, acuerdos unilaterales entre competidores (y los 32 equipos de la NFL lo son). Así que la siguiente medida sería que los jugadores demanden a los propietarios por regirse como un monopolio.

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En caso de que los jugadores ganen la demanda, desaparecería inmediatamente el límite salarial, la agencia libre e incluso el draft, que podría ser considerado un acuerdo entre clubes para reducir la competencia a la hora de contratar jugadores, tanto en lo que hace referencia a negociaciones como a sueldos.

Los jugadores están mayoritariamente a favor de dar la batalla por el camino del monopolio ya que eliminarían de un plumazo todas las limitaciones que les impiden negociar mejores contratos. Ni qué decir tiene que las grandes estrellas del draft podrían ganar aún más si la competencia por hacerse con sus servicios estuviera abierta a cualquier club.

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Pero los clubes pueden defenderse de todo lo anterior. De hecho, ya lo están haciendo. Ya os conté hace unas semanas que la NFL estaba acusando a la NFLPA de actuar de mala fe. El objetivo es conseguir que el juez sentencie que los jugadores nunca tuvieron intención de llegar a un acuerdo y buscaron, desde el primer momento, terminar acudiendo a la ley antimonopolio para impedir un cierre patronal. Además, la NFL afirma que ningún juez tendría jurisdicción sobre asuntos laborales una vez que la NFLPA deje de ser un interlocutor (os confieso que he sido incapaz de entender los motivos de este punto). Por último, los propietarios podrían intentar darle la vuelta a la tortilla afirmando que su cierre patronal se debe a una protección contra unos empleados, los jugadores, que se niegan a trabajar.


Los propietarios también podrían defenderse de la acusación de monopolio argumentando algo que es cierto: todas las normas (agencia libre, límite salarial o draft) no están diseñadas para evitar competencia, sino para todo lo contrario. Pretenden aumentar la igualdad y la competencia entre los 32 equipos. Esto que voy a decir es una opinión mía, y se que muchos aficionados de los más veteranos no están de acuerdo, pero creo que el límite salarial es uno de los grandes aciertos de esta competición y que sin él habría muchos equipos que estarían eternamente en el fondo de la tabla, sin grandes jugadores ni expectativas de mejora.

Lo dicho anteriormente resucita un debate que fue muy encendido en los primeros años 90’. Mucha gente afirmaba que no volverían a verse los grandiosos equipos plagados de estrellas de los años 80’ y que, aunque el nivel medio subiría, los grandes equipos serían mucho peores y eso perjudicaría al espectáculo. Como os digo, fue un debate que los más antiguos del lugar vivimos muy intensamente hace casi 20 años y que podría reabrirse en muy pocos meses.

Los problemas no terminan ahí. Si la NFLPA deja de representar a los jugadores, el draft podría no celebrarse si alguno de los jugadores inscritos decide demandar a la NFL por monopolio. Es algo muy poco probable, a no ser que la demanda fuera interpuesta por un número suficiente de jugadores que convirtiera en muy difícil una represalia de los clubes a la hora de contar con sus servicios, pero entra dentro de los posible y, viendo como están de calientes las cosas, no sería descartable. Incluso todas las normas que excluyen del draft a cualquier jugador que no hubiera completado tres temporadas universitarias podrían ser invalidadas.

En resumen, creo que los propietarios han visto peligrar sus posturas con la posibilidad de que el problema derive hacia la legislación antimonopolio y, de pronto, están deseando llegar a un acuerdo mientras que los jugadores han visto el cielo abierto y son ahora los que se están poniendo más duros. Es curioso cómo en dos o tres días todo se puede dar la vuelta. Cuando el juez Doty dio esta semana la razón a los jugadores en el asunto de los derechos televisivos, provocó un terremoto en el bando de los propietarios.


Hasta aquí lo que os puedo contar. Antes de terminar quería puntualizar alguno de mis comentarios del último artículo.

Hace meses ya critiqué duramente a DeMaurice Smith por elevar las exigencias de los jugadores sin necesidad desde el primer momento. Estoy casi seguro de que si la asociación de jugadores hubiera sido más razonable en los primeros meses de negociación, no habríamos llegado a este punto, ni los propietarios se hubieran vuelto tan intransigentes.

Es verdad que me he alineado en mis opiniones con los jugadores. Por supuesto que nunca negaré que un empresario está legitimado para intentar ganar más dinero reduciendo el sueldo de sus empleados, ya sea para enriquecerse o para mantener a flote su empresa. El primer motivo me parece deleznable y el segundo razonable si se hace desde la buena fe. En realidad puede ser un error de apreciación por mi parte, pero creo que en un país como España hay mucha gente sufriendo en sus carnes cómo un buen número de empresarios, escudados en la intención sana de reflotar las empresas en tiempos tan tormentosos, están aprovechando la nueva legislación para enriquecerse aún más y sanear sus negocios usando como justificación la crisis. Eso puede haber influido en mi toma de postura. Puedo estar equivocado, pero ni los ingresos de la NFL, ni la situación económica de los clubes, ni el impacto de la crisis justifican aparentemente una rebaja salarial (EDITO: cuando hablo de rebaja salarial no me refiero a bajadas de sueldos actuales, sino en el porcentaje de ingresos invertido en sueldos). La infraestructura está creada, el negocio no peligra, la reinversión se hace sobre todo sobre beneficios y solo comparto que algunos clubes no pueden contar con nuevos estadios por culpa de la crisis global.

Aún con todo, los propietarios están consiguiendo opíparos beneficios con el convenio actual. Si alguno ve peligrar el negocio, que no se preocupe, yo estaría encantado de poder comprar su parte. Pero insisto, me parece legítimo que un empresario quiera ganar aún más. Eso no significa que me parezca buen en todos los casos.

Por último, no quería llevar el problema al ámbito de la política. Cuando hablé de lucha de clases buscaba más una floritura retórica que demonizar a nadie desde una posición política que además no sostengo. No estaba defendiendo argumentos políticos de ningún tipo, simplemente manifestando que la NFL está viviendo una gran batalla entre empresarios y empleados, algo muy de moda en los últimos tiempos.