Entre caracoles y barbas va pasando el tiempo y, sin darnos cuenta, estamos a un día del lockout. En poco más de 24 horas, si nadie lo remedia, la NFL estará parada. Cuanto más leo a los analistas más tengo la sensación de que los propietarios siguen inamovibles en sus posturas mientras que los jugadores comienzan a asumir que solo les queda ceder en todos y cada uno de los puntos de discusión para conseguir un acuerdo. Por eso, a pesar del ligero optimismo que aflora en los últimos días, sigo pensando que las cosas siguen tan negras como hace unos meses.
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Pero sigamos hablando sobre quarterbacks, como si no sucediera nada. Intentemos vivir en un mundo de fantasía. Hoy voy a recuperar el cuadro que publiqué en la primera entrega de esta serie, para justificar mis argumentos.
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Como veis, y ya comentasteis en la primera parte, he catalogado a siete jugadores como grandes estrellas.
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Tom Brady tiene 33 años, acaba de ser elegido MVP de la temporada y ha recuperado en 2010 el nivel de sus mejores años. En 2009 algunos os quejasteis cuando afirmé que Brady había sido una sombra de si mismo, más preocupado de las estadísticas que de dirigir a su equipo. El algodón no engaña. 2009: 4.398 yardas, 28 TD y 13 intercepciones. 2010: 3.900 yardas, 36 TD y 4 intercepciones. Casi 500 yardas menos pero mucha más eficacia. La decadencia está en el horizonte, pero es un pocket passer clásico, muy estático, y podrá jugar al ciento por ciento varios años más. Yo creo que le puede pasar como a Dan Marino. En su última temporada sufrió un bajón de juego brutal. Por primera vez en 17 temporadas recibió más intercepciones que TD. Le costaba incluso erguirse tras el snap. Estaba lento hasta para armar el brazo. Le faltaban reflejos. No era capaz leer defensas y caía en las trampas una y otra vez… pero aún así metió a los Dolphins en playoff. Brady, como Marino, es un tipo de QB que sufrirá un bajón de juego de un día para otro, pero creo que aún queda mucho tiempo para eso.
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Ben Roethlisberger tiene 29 añitos y muchos aficionados de los Steelers le han señalado como gran culpable de la derrota en la Super Bowl. Tremenda injusticia. Si los Packers hubieran seguido en ‘prevent’ durante todo el último drive del partido, ahora estaríamos hablando de él, con total seguridad, como del héroe y MVP de la final. Ben tiene un lado oscuro fuera del campo, pero es un ganador nato, un oportunista y un jugador perfecto para los Steelers. Alguno decíais en vuestros comentarios que Tomlin cambiaría a Big Ben por Rivers sin dudarlo. ¡Ni de coña! Sospecho que si obligaran a todos los entrenadores a elegir entre Big Ben y Rivers, el de Pittsburgh, con todas sus cosas, sería el elegido por la mayoría. No solo es un ganador, también es un gran líder y un valor en el vestuario. Rivers tiene un grave problema con su carácter; sus estadísticas mejoran a Ben, pero no así sus resultados y, sobre todo, le falta liderazgo y peso en la plantilla. Pero de todo eso hablaré cuando le llegue su turno.
Peyton Manning tiene 34 años. Este año, por primera vez en su carrera, ha sufrido los primeros achaques debidos a la edad. Consecutivamente, en los partidos contra Patriots, Chargers y Cowboys (tres derrotas), sufrió once intercepciones. Algunos llegaron a afirmar que su tiempo estaba pasando. Creo que le sucederá como a Brady. Jugará al máximo nivel y, de pronto, un día se levantará y le habrá abandonado la magia. Pero también creo que lo de esta temporada fue un accidente y aún le quedan dos o tres años en la élite. La duda es si sus mejores días han pasado. Para saber eso, necesitaremos volver a verlo rodeado de grandes receptores.
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Philip Rivers tiene 29 años, comienza a acumular estadísticas estratosféricas, es un grande de la NFL pero cada una de sus temporadas termina en fracaso. Los Chargers llevan siendo los máximos favoritos de la Americana para una gran mayoría de especialistas desde hace cinco años, pero siempre terminan cayendo en el momento más inoportuno. ¿Tiene algo de culpa Rivers de todo eso? No lo creo. Es más, estoy seguro de que los Chargers fracasan a pesar de él. Eso no impide que sea esclavo de su carácter. Tuvo problemas con Tomlinson, que le acusaba de esconderse en los momentos decisivos, y creo que esa tirantez fue uno de los factores que precipitó la marcha del corredor. Los Chargers son un equipo cuyo entrenador tiene poco peso en el vestuario y, en realidad, desde la llegada de Norv Turner, siempre ha habido rencillas y tensiones internas. En un equipo así es indispensable que algunos jugadores den un paso hacia delante y se conviertan en el factor de unión de la plantilla. Creo que en San Diego falta gente con esas características. Rivers no las tiene en absoluto. Más bien al contrario, puede ser motivo de rupturas. Lo bueno es que es un jugador joven que aún puede madurar y adquirir ese liderazgo que, quizá, sea lo único que le falta para poder compararse con los más grandes.
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Me temo que el párrafo anterior va a provocar debate.
Michael Vick tiene 30 años. Ya hablé sobre él en la segunda parte, cuando me refería a Kolb, así que no voy a insistir.
Aaron Rodgers. 27 años. Quarterback del equipo campeón y MVP de la final. Alma de un ataque sin juego de carrera y posible jugador fetiche de la NFL en la próxima década. Ahora ya solo falta saber una cosa: cómo digerirá el éxito. Una Super Bowl no es fácil de asimilar y se puede subir a la cabeza. Algunos detalles en sus celebraciones se alejan de la seriedad científica de Brady o Manning, pero le convierten en humano, le acercan al público y le confirman como un jugador de corazón (como por otro lado fue su antecesor). Lo tiene todo para ser uno de los más grandes, pero el camino es aún largo y la Nacional promete ser muy competitiva en los próximos años.
Drew Brees tiene 32 años y su carrera puede ser aún muy larga. Un tipo simpático, emotivo y espectacular que no le puede caer mal a nadie. En realidad, creo que nunca hemos acabado de valorarle en su justa medida. Los Chargers le sacrificaron para quedarse con Rivers en una decisión muy polémica que hizo correr ríos de tinta. Ha rondado varios años el récord de yardas en una temporada pero nunca ha rematado la faena. Conquistó una Super Bowl pero ni con eso consiguió que se le encumbrara a la altura de Brady y Manning… excepto por sus incondicionales que viven en un eterno estado de disgusto por sentir que se le infravalora. Ya he hablado mucho sobre él y no me quiero extender. Quizá le falte estatura, lance demasiadas intercepciones y le viniera bien un poco más de frialdad en algunas ocasiones. También tiene otro defecto, aunque alguno habéis discrepado cuando lo he apuntado en artículos anteriores: necesita calentar para alcanzar su nivel máximo de juego. Si se le mantiene fuera del campo, le cuesta concentrarse y entrar en el partido. Por el contrario, posiblemente sea el jugador más letal de toda la NFL en un choque de ida y vuelta.
Por último, quiero hablar de un jugador que echabais de menos en esta categoría. Lo cierto es que el único nombre que se repitió en vuestros comentarios fue Matt Ryan. Os aseguro que estuve tentado de puntuarle con la estrella, pero no me pareció justo subir hasta esa categoría, junto a jugadores que han ganado anillos o han estado cerca de ellos, a un chico joven que aún no ha ganado ningún partido de postemporada. Sí, creo que Ryan va a ser un grande. Incluso le coloqué por encima de Big Ben y Philip Rivers en mi ranking de QBs del futuro , pero aún no ha ganado nada, ni tiene empaque suficiente en esta liga como para subir tan arriba. Supongo que lo hará, pero no creo que alguien merezca la categoría de estrella por sus méritos futuros. Aún es solo un jugador bueno, y punto.