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Benjamin Roethlisberger, cuando ganar es una cuestión de cojones


El otro día, Iñako me decía que si los Steelers ganan la Super Bowl, Big Ben se irá a celebrarlo al bar de carretera más cutre de Pensilvania. Se citará en twitter con sus amigos más pasados y todos harán correr por Internet la dirección del local de marras invitando a todas las strippers de la zona a acudir al guateque más guarro de la temporada. Él llegará conduciendo su moto, por supuesto, sin casco, y completamente cocido. Allí culminará una cogorza imperial que podría durar hasta la apertura de la agencia libre (si es que se abre)…

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…ahora que lo pienso, sospecho que Benjamin Roethlisberger celebrará esa fiesta gane o pierda.

Perdón por el tono del artículo, y por las palabras gruesas que vendrán más adelante, pero la ocasión lo merece. Si eres menor de edad, pide permiso a tus padres para seguir leyendo. Estamos hablando de Big Ben. Y entre nosotros, siempre he sospechado que el apodo se lo pusieron por el profundo coñazo que significa pronunciar o escribir su nombre y apellido. En Lima, Ohio, una pequeña ciudad industrial situada entre Dayton y Toledo, el ambiente intelectual no abunda. Ben era un chaval típico de Lima. Con su panda de amigos, sus juergas, su alcohol a escondidas y cierta precocidad a la hora de probar casi todo.

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Nada cambió en la universidad. Tres comas etílicos en su primer año. A punto de ser expulsado de la Miami University de Ohio por su permanente aparición en cada una de las fiestas, juergas y jolgorios del campus. Era un verso suelto, un bala perdida. Hay quien dice que poco a poco se fue reformando. Mentira podrida. Big Ben fue un golfo de niño, es un golfo ahora mismo y seguirá siendo un golfo hasta el fin de sus días. ¡Me descojono sólo de pensar cómo debía poner carita de niño bueno mientras Goodell le reprendía el pasado verano! Como sabréis, invitó a beber a una menor a la que se llevó al baño. Nadie sabe lo que hizo con ella mientras sus amigotes impedían el paso a todo el mundo. Yo no creo que hiciera nada ilegal, en EEUU no hay compasión para los famosos. Si hubiera hecho algo punible, habría acabado en la cárcel sin remisión. Lo único seguro es que la chiquita se fue a casa con un buen fajo de billetes y la boca cerrada por una vez. Pero tampoco creo en su propósito de enmienda y en su hipotética regeneración. Estoy seguro de que ha seguido haciendo el golfo; tal vez con más sigilo y discreción, pero el golfo al fin.


¡Qué injusta es la vida! Muchos jugadores hubieran dado un brazo y una pierna por lucir un anillo de campeón y Big Ben ya tiene dos. Y lo mejor es que estoy convencido de que le importa una mierda. A él le va la marcha, los amigotes y la diversión. Es joven y la vida es corta. No creo que sus dos Vince Lombardi estén entre los éxitos más importantes de su vida. Seguro que prefiere aquél día en que se benefició a ¿cuántas fueron? seguidas, o aquel otro en que consiguió beberse escientosmil litros de cerveza sin desmayarse.

Pero no os engañéis. La grandeza de Big Ben está en su miseria. Los tipos como él no hacen las cosas porque estén bien o mal, por que sus compañeros lo merezcan, o por una afición que le venera… Big Ben hace las cosas por el motivo que más pesaba cuando era chaval en su pueblo: ¡por sus cojones!

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Y Ben no es el quarterback que mejor pasa de la NFL, tampoco el que tiene mejor visión de juego, ni el imparable corriendo, ni el… pero de lo que no cabe ninguna duda es de que es el tipo con más cojones de toda la liga. Y no hablo solo de quarterbacks. Incluyo cualquier posición.

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Bill Cowher, el entrenador que lo eligió con el pick 11 de la primera ronda del draft de 2004, sabía cómo era y le protegió como a un bebé desde el primer día. Una lesión del gran Maddox, el vendedor de seguros, le convirtió en titular cuando solo llevaba dos partidos oficiales como segundo QB del Acero. ¡14 victorias seguidas en temporada regular! Solo los Patriots de Belichick y Brady pudieron frenar su escalada hasta el anillo en su primera temporada. Elegido novato del año y novato ofensivo de 2004. ¡Con dos cojones!

Y un año después se convirtió en el QB titular más joven en ganar el anillo. Lo celebró empotrándose con su moto mientras conducía sin casco. El football americano no le ofrecía sensaciones suficientemente fuertes. ¿Quién puede criticarle? En EEUU no es obligatorio el casco… hasta que las normas de tu equipo dicen lo contrario. En realidad, Ben dedicó 2006 a celebrar el título de la forma debida. Para entendernos, a lo grande. Su temporada fue lamentable y los Steelers no se clasificaron para playoff.


Pero Big Ben volvió, vaya si volvió. Plantó sus dos razones encima de una mesa y ganó su segunda Super Bowl en 2008. Por supuesto, no faltó la gran celebración. Poco después de recibir el anillo era denunciado por Andrea McNulty. Ella afirmaba que Ben la obligó a entrar en una habitación de un hotel de Reno y que después la violó. Él quedó libre de cargos y todo el mundo asumió que fue una prostituta más que quiso sacar demasiada tajada. De lo que el QB no se libró, fue de pagar los daños de la habitación. Acabó completamente destruida.

Mientras todo esto sucedía, Big Ben iba ganando más protagonismo en el campo. Los tradicionalmente corredores Steelers, se fueron convirtiendo, poco a poco, en un equipo muy pasador. Tal vez no lo parezca, pero es así. Por eso fue tan buena para ellos la sanción a cuatro partidos que sufrió Roethlisberger a principio de temporada. Los Señores del Acero recuperaron su esencia y recordaron que son capaces de ganar sin Big Ben.

Por todo lo que he escrito anteriormente podréis pensar que desprecio a Big Ben. Ni mucho menos. Nunca lo dejaría a cargo de mis hijos, y su conducta personal me parece lamentable, pero es uno de mis jugadores favoritos de toda la NFL.


Tal vez a alguno os parezca injusto que un tipo tan cutre en lo personal haya recibido un don divino, pero es así. Big Ben ha nacido para ganar partidos de football americano. Y por eso sólo aparece, de verdad, cuando su equipo lo necesita para triunfar. En su primera Super Bowl fue un auténtico desastre. 9 pases completos, 123 yardas, dos intercepciones. Una mierda. Pero su equipo pudo ganar sin él. En su segunda final tenía enfrente a Kurt Warner. Su equipo lo necesitaba. 21 de 30, 256 yardas y el drive de la victoria. Big Ben fue muy grande. ¡Aquí estoy yo, y aquí mis dos cojones, para servirle!

Y cuando Dios le dio a Benjamin el don de ganar partidos no le convirtió en un jugador regular, ni en un pasador perfecto. En realidad, él es la antítesis de Aaron Rodgers. El regalo se concretó en el don de la oportunidad. Ben lanza pases letales cuando hace falta, y corre sin inmutarse mientras le sujetan varios defensores cuando es necesario, y se atreve a un mano a mano contra un pistolero, en una sucesión de drives anotadores, cuando tiene que hacerlo. Siempre con dos cojones, siempre con éxito.

Si yo tuviera que elegir al jugador perfecto para el drive de la remontada, me quedaría con Big Ben sin dudarlo. No será tan estético como Manning, ni tan preciso como Brady, ni tan emotivo como Favre, pero ira haciendo dos surcos en el suelo, a ritmo de primer down, con lanzamientos horrorosos que terminan en pases perfectos y carreras convertidas en partida de bolos. La conclusión inevitable será la victoria de su equipo.

En la tele no se puede escuchar, pero estoy convencido de que para celebrar cada victoria Big Ben se tira un pedo en el centro del campo. Y se descojona por dentro: “Goodell, te lo dedico”.