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Análisis de un Africano Sub-17 bajo los tentáculos de... ¡Qatar!

El Africano Sub-17 concluyó con la dimensión mediática que le proporciona el hecho de que la anfitriona Ruanda llegara a la final para alegría de un país tremendamente dividido. La guerra que allí se vivió hace 17 años, precisamente la edad de sus nuevas estrellas, aportó una mayor emotividad a las semifinales y la final, aunque los ruandeses tuvieron que conformarse con el segundo puesto tras caer frente a Burkina Faso ante 35.000 fieles seguidores. Fue el colofón perfecto a un torneo que se fue calentando poco a poco en cuanto a ambiente y fútbol se refiere y que acabó siendo emocionantísimo.

La verdad, ojeadores de clubes importantes con los que he hablado han reconocido que el nivel general del campeonato ha sido flojo, y estoy de acuerdo, pero también hay que decir que en los partidos a vida o muerte hubo una intensidad competitiva difícil de ver a estas edades. Jugadores como Sana o Traoré, de Burkina Faso -para mí de largo los mejores de cuantos se dieron cita en Ruanda- y otros interesantes del estilo de Justin Mico (Ruanda), Lago y Diarrassouba (Costa de Marfil) o en general todo el conjunto congoleño acabaron dando un rendimiento óptimo. No así selecciones importantes como Senegal, Mali Gambia, que defendía título, y por ahí puede venir el análisis más crítico.

Otra de las lecturas que deja este Africano es el cada vez mayor poder que ejerce en el fútbol mundial el dinero procedente del petróleo de Qatar. Por supuesto, sus tentáculos han llegado a África. Y, obviamente, también a este Sub-17. Por todos es conocida la academia de jugadores que la empresa Aspire tiene en Doha y que trata de formar a jóvenes promesas con los mejores medios, técnicos y resultados posibles. Incluso ha construido un inmenso estadio en el que poder ver, en un futuro, a alguno de sus chicos maravillar en competiciones tan relevantes como el Mundial que el país va a organizar en 2022. Un sueño que cuesta mucho dinero.

Para ello, está haciendo un chequeo por todo el mundo para poder captar a los mejores talentos y llevarlos cuanto antes a su academia. África es uno de sus objetivos prioritarios. En atletismo ya le ha salido bien la estrategia de nacionalizar diamantes africanos, pulirlos y financiarlos, y ahora la estrategia se repite en el fútbol. Hace unos años, Aspire abrió una delegación en Senegal que hoy ejerce las funciones de captación en todo el Continente y que ya ha posibilitado que varios de los jugadores que han participado en Ruanda fueran integrantes suyos. Se trató de los senegales Diédhiou, Diagne, Dramé, Papa Fayé, Mbaye, N'Diaye, Ndoye, Babacar, Niang y de los marfileños Yobou y Lago, uno de los mejores del torneo. Y este es sólo el comienzo. Varios dirigentes de Aspire han seguido de cerca las evoluciones del campeonato con el objetivo de seguir creciendo en el continente africano. Tienen dinero con el que comprar un talento muy barato y rentable. Un talento que, quién sabe, en el futuro puede representar a Qatar.