Eagles 16 – Packers 21
Mientras veía anoche el Eagles-Packers me acordaba de Indiana Jones. Todos habréis visto esa escena en la que se le enfrenta un espadachín que comienza a voltear su tizona como un maestro. Los espectadores conteníamos el aliento pensando que Indiana no sobreviviría a ese reto, pero el héroe se limitaba a sacar la pistola y darle un tiro al fanfarrón.
En el último partido del fin de semana de repesca sucedió algo similar. Vick levantaba al público completando pases muy largos, pero los Packers se limitaban a jugar al football americano, mantener la posesión del balón y quemar a la defensa de los Eagles con el arma menos esperada: el juego de carrera.
Aaron Rodgers volvió a ser el alma de los Packers, pero James Starks se convirtió en el héroe del partido. Desde el primer drive atravesó la defensa de los Eagles con una facilidad pasmosa. Es un corredor descoordinado, con el centro de gravedad altísimo, sin demasiada inteligencia para encontrar huecos, pero la línea ofensiva de su equipo realizó una labor extraordinaria abriéndole auténticas autopistas por las que poder correr. Starks no solo consiguió 123 yardas de carrera en 23 intentos, sino que descompuso durante casi todo el partido a la defensa de Filadelfia. Si los receptores de Green Bay hubieran dejado caer menos balones fáciles el partido hubiera quedado listo para sentencia muchísimo antes.
Aunque también podríamos decir que si David Akers no hubiera fallado dos field goals bastante sencillos tal vez estaríamos hablando ahora de la clasificación de su equipo.
Lo cierto es que Vick volvió a ser el QB decepcionante de las últimas semanas. Es un jugador que necesita tiempo en el backfield. Cada vez es más evidente que ese defecto que lleva arrastrando años le perseguirá toda la vida. Los Packers centraron su defensa en meterle mucha presión pero sin abrirle escapes para la carrera. El QB se veía obligado a pasar muy rápido y no encontraba demasiada ayuda en McCoy que en ningún momento supo encontrar huecos en la 3-4 rival.
Así que Vick agitaba su espadón, haciendo malabarismos y sobreviviendo gracias a los big plays cuando conseguía tiempo suficiente para pasar, mientras Indiana Jones Rodgers le tiroteaba jugando un football de libro. Los Packers, por primera vez en mucho tiempo, terminaron el partido con más intentos de carrera que de pase.
La inoperancia de Vick cuando le obligaban a pasar rápido se comprobó, sobre todo, en la zona roja. La defensa de los Packers le cerraba la opción de correr y le obligaba a pasar presionado y él se atascaba una y otra vez sin tiempo para encontrar soluciones. Los dos touchdowns de su equipo llegaron tras un pase largo a Avant y en un cuarto intento desesperado cuando estaban jugando a la ruleta rusa. En las demás ocasiones en que se acercaron a la zona de anotación, los Eagles fueron incapaces de mover el balón con soltura.
Esa ruleta rusa final fue la que mantuvo vivos a los Eagles hasta el último segundo. También fue lo peor de unos Packers que, por lo demás, jugaron un encuentro impecable. A falta de 10 minutos para el final, y dominando 21-10, los de Green Bay comenzaron a jugar en ataque controlando el reloj. Hasta ese momento la defensa de los Eagles había estado casi siempre a merced de Rodgers y Starks, pero cuando McCarthy prefirió consumir el reloj convirtió cada jugada de ataque en previsible y abrió la posibilidad de que unos Eagles que estaban a punto de rendirse volvieran a soñar con la victoria. Después de muchos años sigo sin entender ese cambio en el plan de juego que demasiadas veces termina en desastre. Es verdad que si lanzas un pase pueden pasar tres cosas y dos de ellas son malas, pero un pase completo consume el mismo tiempo que una carrera y Rodgers había dominando a la secundaria rival hasta ese momento sin problemas. ¿Por qué dejar de hacer algo que está funcionando?
Así que los Packers no sólo controlaron el reloj tanto como esperaban, sino que le dieron el balón a Vick a falta de 1:45 para el final para que jugara el drive de la victoria. Una vez más apareció el Vick que agitaba la espada pero incapaz de ensartarla. El partido, en un final angustioso, terminó con una intercepción en la end zone que elimina a los Eagles, pero que no refleja la clara superioridad de los Packers en todas las facetas del juego.
Ahora llega el momento de preguntarse si los Packers, ahora que han encontrado un corredor que sin ser maravilloso convierte su carrera en creíble, van a jugar el resto de los playoff con la eficacia de los dos primeros cuartos o con el miedo a perder del último.
También es el momento de que los Eagles decidan si quieren pasar varios años más divirtiéndose en el circo de Vick, tan espectacular pero tan previsible, o van a apostar por reforzar su línea ofensiva y darle los mandos a un Kolb tal vez no tan rentable a corto plazo, pero quizá más conveniente de cara al futuro. El experimento ha sido bonito y divertido, pero el nuevo Vick, aun siendo mejor que el de Atlanta, sigue teniendo muchas carencias y limitaciones.
Es suficiente con un buen pistolero para acabar con sus malabarismos.