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Seahawks-Saints (La previa)

Actualizado a

Pasión, rencores, odios retenidos durante meses que explotan con el año nuevo, palabras gruesas… Tiempo de playoffs. Algunos piden cabezas en sus comentarios o señalan a tramposos que no merecen vivir. Aquí ya no se hacen prisioneros. Cada batalla es a muerte.

Y sí, me habéis convencido… a medias. Sigo pensando que los Seahawks son unos intrusos en estas fechas pero cuanto más se acerca el sábado más me apetece ver si los actuales campeones se dan el paseo, largo por otro lado, que todos esperamos o los de Seattle se hacen fuertes al aliento de su público y hacen historia ganado a los campeones desde su ridículo récord de campeón divisional.

Creo que los Saints son mucho mejores que los Seahawks. En nuestra quiniela les pondré como ganadores por más de siete puntos. Pero tampoco me parecería muy arriesgado darles un hándicap de incluso más de veinte puntos. Dicho esto, los partidos no se juegan en nuestras cabezas, sino en el emparrillado, y ahí, por los motivos que sean, las cosas casi nunca están tan claras.

Recordaréis que ambos equipos se vieron las caras en la semana 11. Los Saints ganaron 34-19 a pesar de las 366 yardas de pase de Hasselbeck y de las dos intercepciones de Brees. Los Seahawks son monjas ursulinas defendiendo el pase y Drew Brees no tiene ningún inconveniente en protagonizar un monólogo aéreo. Marques Colston, Devery Henderson, Lance Moore, Robert Meachem, Jeremy Shockey, David Thomas, Jimmy Graham… tiene tantas teclas que tocar que la sinfonía voladora de los campeones puede sonar como esa música de órgano tan típica de las películas de terror. Además, la línea ofensiva sigue siendo una de las mejores de toda la liga, así que Brees seguirá contando con mucho tiempo para pulsar la tecla que más convenga.

Pero si ganar en Seattle no debería ser un gran problema, las cosas no serán tan fáciles una vez salvado el trámite. Los Saints tienen, literalmente, un agujero en el backfield por el que pueden desangrarse. Chris Ivory y Pierre Thomas no volverán esta temporada así que todo el peso de la carrera recaerá sobre Reggie Bush. Contra los Buccaneers estuvo realmente bien con 70 yardas en nueve intentos, pero sería una increíble sorpresa que Bush fuera capaz de cargar con una responsabilidad que, hasta ahora, siempre le ha venido grande.

La defensa ha cambiado bastante respecto al año pasado. Tal vez no en nombres, pero sí en mentalidad y eficacia. Hace doce meses permitía muchas yardas pero conseguía muchas grandes jugadas. Este año sucede lo contrario. Los Saints tienen una defensa muy sólida, pero consigue muchas menos grandes jugadas que antes. Un ejemplo: en 2009 sumaron 26 intercepciones, cinco de ellas retornadas para touchdown y este año sólo han conseguido 9 intercepciones, dos de ellas retornadas para TD. Sin embargo, este año sólo han permitido 194 yardas de pase por partido mientras que en 2009 consentían 236. A la larga creo que Sean Payton hubiera preferido los números del año pasado. Entonces los Siants eran capaces de anotar tanto con su defensa como con su ataque. Ahora vuelven a depender demasiado de Drew Brees y eso no es un buen síntoma si vemos el historial del equipo en las últimas temporadas.

Defendiendo la carrera, presionando al QB rival o provocando fumbles sus números son muy similares a los de 2009. Los dos primeros datos no emocionan demasiado, pero el tercero si que debe ser tenido en cuenta. Los 16 fumbles recuperados demuestran que en cada placaje siguen buscando el robo de la pelota, y que lo hacen con bastante éxito.

¿Sus líderes? Sin ninguna duda, Jonathan Vilma, el MLB, sigue siendo el alma de una defensa en la que Darren Sharper ha casi ha desaparecido como jefe de la secundaria. Roman Harper, en strong safety, ha tomado el relevo como se esperaba. En la línea destacan Sedrick Ellis (LDT) y, sobre todo, Hill Smith (RDE), pero creo que todos esperábamos mucho más un Smith que hace un año sumó 13 sacks, más del doble que este año.

En equipos especiales no están siendo demasiado peligrosos. Morstead, su punter, no es ninguna maravilla. Hartley, el kicker, tuvo que tomarse un respiro recién comenzada la temporada después de varios fallos garrafales que no parecieron importarle demasiado. Aún os acordaréis de la bronca que le echó Brees en la banda. Perdió el puesto a favor de John Carney y, aunque ha recuperado la titularidad, sigue despertando bastantes dudas. No creo que se arriesguen a poner a Reggie Bush a retornar punts, con su falta de corredores sanos, así que Lance Moore y Courtney Roby serán los dos retornadotes aunque esta temporada ninguno de los dos haya conseguido grandes cosas.

Ahora querréis que os hable de los Seahawks. ¡Qué cachondos! Pues mirad, no sabría deciros quien es su QB titular. ¿Whitehurst? ¿Hasselback? ¿Nadie? A mí siempre me ha gustado Hasselback, y me parece uno de los grandes jugadores injustamente olvidados de la última década, pero su temporada ha sido francamente mala. De Whitehurst mejor no hablo. No tengo nada bueno que decir. Corriendo son casi patéticos. Marshawn Lynch, su teórico número uno, no ha conseguido ni un solo partido de más de 100 yardas en toda la temporada. Justin Forsett, el número dos, tampoco va a sacar las castañas del fuego. Vamos, un desastre. En realidad, Mike Williams ha sido la única noticia destacable de un ataque que sólo ha funcionado de verdad cuando Hasselback ha estado inspirado.

La defensa contra el pase es lamentable. Sobre todo porque sólo tienen un corner de garantías. Marcus Trufant, que tampoco está al nivel de 2007, cuando jugó la Pro Bowl, tiene que multiplicarse, más solo que la una. Miento. Sinceramente, el free safety novato Earl Thomas tal vez haya sido la mayor alegría defensiva de los Seahawks. Tiene alma y calidad para ser una de las estrellas defensivas de la NFL en la próxima década.

Defendiendo la carrera son aseaditos y su pass rush se cimenta casi exclusivamente en un Clemons que ha jugado este año como nunca lo había hecho. Milloy y Aaron Curry también suelen entrar en blitz con bastante éxito, sobre todo aprovechando los huecos que les abre Clemons desde el lado débil. Pero que nadie sueñe con que puedan perseguir o descentrar a Brees durante todo el partido. Si lo consiguen en momentos puntuales será todo un éxito para ellos. Tampoco es una defensa oportunista, pero este año ha tenido rachas de buena suerte que han valido partidos.

La otra gran arma de estos Seahawks es Leon Washington en equipos especiales. Ha conseguido tres retornos para touchdown y casi siempre es peligroso. Los Saints deberán andarse con mucho ojo en una faceta del juego en la que este año no han estado demasiado inspirados.

En resumen, los grandes defectos de los Seahawks son, precisamente, las mejores armas de los Saints. A un partido todo puede pasar, pero de 100 veces que jugaran entre ellos, los de Nueva Orleans se impondrían en 99. Los de Pete Carroll necesitarán hacerlo todo perfecto, muchas dosis de buena suerte, que su afición grite como nunca y una debacle de los Saints para imponerse.

Ya os he dicho anteriormente mi opinión: los campeones se enfrentan a unos impostores. Una victoria de los Seahawks no sería una historia bonita, sino la continuación de una patraña que debería terminar cuanto antes.